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Chikaku. Tiempo y memoria en Japón. Arte japonés contemporáneo

Chikaku. Tiempo y memoria en Japón. Arte japonés contemporáneo

Ficha

Fechas: 
7 octubre 2005 - 22 enero 2006
Lugar: 
Planta Baja
Horario: 
Martes a sábados (festivos incluidos), de 11.00 a 21.00. Domingos, de 11.00 a 15.00
Producción: 
The Japan Foundation/MARCO, Museo de Arte Contemporánea de Vigo, con la colaboración de Casa Asia, Barcelona
Comisariado: 
Toshiharu Ito con la colaboración de Miki Okabe

Obras en exposición

La exposición, cuya única sede en España será el MARCO de Vigo, reúne obras de los últimos 50 años procedentes de diversos ámbitos creativos y en distintos soportes -pinturas, esculturas, instalaciones, fotografías, vídeos, cine y arquitectura- lo que la convierte en la más importante muestra colectiva de artistas japoneses contemporáneos realizada hasta ahora en nuestro país.

Síntesis del proyecto

La palabra japonesa chikaku, a menudo traducida como “percepción”, es un compuesto de dos caracteres: chi [conocimiento] y kaku [sensación]. Chi tiene un significado lógico, como cuando forma parte de la palabra chie o “sabiduría”. Kaku se utiliza para crear la palabra kankaku o “sensación”. La combinación de ambos elementos, chi y kaku, tiene como resultado una única palabra, chikaku, que representa tanto el pensamiento como la sensación. Chikaku ha sido siempre una palabra con dos significados diferentes.

Este es el título de la muestra que el MARCO de Vigo presenta en exclusiva para España; una exposición que analiza la evolución del arte japonés de los últimos cincuenta años, con obras procedentes de diversos ámbitos creativos y en distintos soportes: pinturas, esculturas, instalaciones, fotografías, vídeos, cine y arquitectura. Todo esto la convierte en la más importante muestra colectiva de arte japonés contemporáneo realizada hasta ahora en nuestro país, con una selección de obras de 16 artistas de distintas generaciones, y con un especial enfoque que toma como base tres conceptos: las formas de percepción, el sentido del tiempo, y las estructuras de la memoria.

Desde finales del siglo XIX, tras casi 300 años de aislamiento, Japón se embarca en una carrera de modernización extremadamente acelerada. El importante crecimiento alcanzado durante tres periodos clave –la reconstrucción social de la posguerra en los años 50, el rápido crecimiento económico de los 70 y la revolución de las tecnologías de la información en los 90– lo han convertido en un país vanguardista que destaca por su poderío económico y su desarrollo tecnológico.

La rápida salida de la cultura japonesa de su aislamiento histórico hace que se vea marcada por una forma extraordinariamente diferente de entender la existencia. El arte japonés contemporáneo se crea bajo la influencia de la modernización y el desarrollo tecnológico. Sin embargo, y a pesar de estos cambios vertiginosos, los japoneses todavía conservan su propio estilo de vida con hondas raíces físicas y culturales; la confrontación entre el mundo de los valores tradicionales y el de la modernidad más futurista aparecen reflejados en las obras de los principales artistas de este país.

Tradicionalmente, la mirada del mundo occidental sobre un país tan fascinante y contradictorio como Japón no ha estado exenta de visiones tópicas e incluso míticas. Junto a la gran cantidad de comentarios sobre su éxito económico y diferencias culturales en general, lo cierto es que nuestro conocimiento sobre otros aspectos de la cultura japonesa es a menudo fragmentario y demasiado condicionado por ciertos clichés.

Al tiempo que se analizan estos temas fundamentales en la evolución del arte japonés de los últimos cincuenta años, se exploran nuevas dimensiones de la actividad artística. Así, la exposición intenta volver a analizar los valores estéticos occidentales, a reconsiderar el significado del arte en el siglo XXI, y a identificar nuevas posibilidades para el arte japonés en el complejo marco de la vida contemporánea, especialmente a la vista de las recientes transformaciones artísticas en los sistemas de comunicación y multimedia, y del papel de los avances tecnológicos, cada vez más presentes en nuestra vida diaria.
 
El período que abarca la muestra, desde los años cincuenta hasta nuestros días, ofrece por sí sólo una gran variedad de obras, en un intento por identificar y establecer nuevos nexos de unión entre diferentes generaciones y ámbitos creativos: desde los históricos fotógrafos Taro Okamoto, Takuma Nakahira y Daido Moriyama, hasta el joven Motohiko Odani con sus espectaculares instalaciones que parecen restos abandonados en un paisaje postnuclear, pasando por los internacionalmente reconocidos Hiroshi Sugimoto –que en sus fotografías investiga de manera muy personal el tiempo y los recuerdos– Yayoi Kusama, que sorprende por el barroquismo formal de sus piezas, tan alejado a priori de la percepción japonesa, y Yutaka Sone, que inventa lugares cargados de poesía que ni siquiera existen.

Hay artistas que reinterpretan la tradición, como Rieko Hidaka –que en sus delicadas pinturas une la precisión del dibujo a lápiz con la pintura japonesa Nihonga– las de Yoshihiro Suda, experto en la talla tradicional en madera, que reproduce meticulosamente plantas de jardín a tamaño natural; o Tetsuya Nakamura, cuyas enormes esculturas de formas caprichosas representan bañeras y lavabos que en realidad no funcionan, pintadas con esmaltes tradicionales japoneses. Por otra parte, sorprende el uso de las nuevas tecnologías en la obra de Hiroyuki Moriwaki, que crea objetos de luz “vivientes” e interactivos, que brillan o se atenúan cuando las personas se acercan, un comportamiento determinado por la percepción que los japoneses tienen de la naturaleza. Miwa Yanagi se sirve también de las tecnologías digitales para explorar nuevas dimensiones del tiempo y de los recuerdos, aunque con resultados bien diferentes. A medio camino entre la instalación y la performance se sitúa Emiko Kasahara, que realiza estudios sobre el cuerpo y de género a través de sus piezas.

La muestra incluye vídeos tan diferentes como los de Takashi Ito –un conjunto de películas y vídeos experimentales que llevan al espectador por un laberinto en su retina– o la obra de la cineasta vietnamita Trinh T. Minh-ha, única artista de la exposición no nacida en Japón, que en su película The Fourth Dimension [La cuarta dimensión] nos muestra su propia visión sobre el país y sondea las profundidades de la vida cotidiana japonesa, desde una perspectiva totalmente alejada de cualquier estereotipo.

Respecto al montaje, se ha cuidado especialmente la presentación de las obras en sala, con una distribución espacial diseñada para la ocasión por el arquitecto Makoto Sei Watanabe, que en esta exposición desempeña un doble papel: como arquitecto encargado de su diseño, y como artista participante. En su texto para el catálogo, el propio Watanabe describe las soluciones ideadas para potenciar al máximo la capacidad de percepción de los espectadores, que tienen como elemento más destacado su intervención en el panóptico central:

“Mi objetivo era que todas las salas de exposición fueran visibles para el visitante que contemplase el espacio. Por ello decidí simular una abertura en las paredes para que el público pudiese ver una representación de las salas situadas detrás. Este trompe l’oeil diluye la presencia de los muros y como resultado surge una perspectiva que se expande radialmente como en los planos originales. Así renace un mecanismo del pasado que se había olvidado; el mecanismo de evocar chikaku”.

Artistas

 Daido Moriyama
 Emiko Kasahara
 Hiroshi Sugimoto
 Hiroyuki Moriwaki
 Makoto Sei Watanabe
 Miwa Yanagi
 Motohiko Odani
 Rieko Hidaka
 Takashi Ito
 Takuma Nakahira
 Taro Okamoto
 Tetsuya Nakamura
 Trinh T. Minh-ha
 Yayoi Kusama
 Yoshihiro Suda
 Yutaka Sone

Texto curatorial

“Desde la Restauración Meiji en 1868, Japón es el país asiático que antes inició su modernización y el que lo ha hecho de manera más rápida; en particular desde la II Guerra Mundial, Japón ha sufrido transformaciones sin precedentes y ha dado lugar a nuevas realidades económicas a una velocidad vertiginosa. Sin embargo, y a pesar de estos rápidos cambios, los japoneses todavía conservan su propio estilo de vida con sus raíces físicas y culturales (...) La transformación de la velocidad en un tiempo prolongado tiene mucho que ver con la percepción y el subconsciente colectivo típicamente japoneses, y se ralentiza cada vez más asintóticamente hacia la intemporalidad. Velocidad y eternidad son dos polos opuestos que coexisten en la mente japonesa, una dualidad presente en diferentes gestos y comportamientos.

El arte japonés también se ha visto sometido a los rápidos cambios que han tenido lugar en la velocidad y el espacio entre finales del siglo XX y principios del XXI, y ha encontrado diversas maneras de expresar esta dualidad. Precisamente el hecho de contemplarlo todo a través de tales estructuras perceptuales duales es lo que parece constituir el principal aspecto distintivo del arte japonés. La fusión de un flujo vibrante con la inmutabilidad en una sensación vertiginosa de estados intrincados, las transformaciones y distorsiones de una contraperspectiva, el registro material de los recuerdos, el interés especial por el vacío y el espacio en negativo, la visión simultánea del pasado y el presente, la interacción de la realidad y la fantasía… Estas características especiales, idiosincrasia del arte japonés, quizás deriven del estilo de vida multimodal de Japón. Esta exposición explora desde diferentes puntos de vista estas características especiales del arte japonés de los últimos cincuenta años para descubrir el significado renovado que tiene en la actualidad.

(...)

En el largometraje titulado The Fourth Dimension [La cuarta dimensión], la conocida escritora y directora de cine Trinh T. Minh-ha, nacida en Vietnam, sondea las profundidades de la vida cotidiana japonesa desde una perspectiva muy alejada de cualquier estereotipo sobre Japón, y examina los gestos, las costumbres llenas de recuerdos y los rituales inconscientes que tan arraigados están en los japoneses, con el objetivo de revelar las actitudes subyacentes de cara al tiempo y recuperar elementos hace tiempo olvidados debido al desenfreno del país por la modernización (...) En The Fourth Dimension, la artista nos muestra una sociedad en busca de la digitalización, la eficiencia y la comodidad en todos los aspectos de la vida que persigue un sueño hiperreal apenas vislumbrable entre un avance tecnológico y el siguiente y se fragmenta en el acto físico de intentar adelantarse a los mismos umbrales del tiempo.

Estos aspectos estresantes de la percepción japonesa actual pueden parecer más pronunciados ante sus ojos ajenos a este país, aunque los artistas japoneses que han crecido en esta sociedad también compartirán hasta cierto punto tal visión (...) El cine es la experiencia del tiempo y la luz, ahora llevado al mundo de un “tiempo intensificado” gracias a las últimas tecnologías digitales. En este aspecto, el arte japonés empezó a luchar para adaptarse a estas condiciones quizás antes que cualquier otro país; por eso, la percepción de este tiempo se ha hecho cada vez más evidente en las corrientes de la modernidad y el postmodernismo japoneses.

En los últimos cincuenta años el arte japonés ha trabajado bajo un tipo especial de gravitación, una fuerza que enfrenta continuamente a los artistas y nos informa acerca de la estructura, las características y los formatos de su expresión. Esta evolución dinámica que vive el arte japonés de finales del siglo XX y del siglo XXI está muy ligada a asuntos relativos a la percepción, el tiempo y los recuerdos.
 
El arte japonés está dividido entre el cuerpo y la velocidad en medio de una veloz modernización e industrialización sin precedentes, y explora los complejos caminos que llevan a cuestiones que afectan a la humanidad y el entorno. Y precisamente ahora que estas circunstancias han dejado de ser especiales y parecen tener un alcance cada vez más global, es cuando debemos deducir la problemática esencial de esta historia y encontrar indicaciones que nos lleven hacia un nuevo poder de expresión y nuevas dimensiones de creatividad. Es este el objetivo de nuestra exposición: debemos volver a examinar los valores del arte occidental y reconsiderar su significado en el siglo XXI, para señalar el camino que han de seguir las nuevas posibilidades del arte japonés en esta era de cambios radicales en los medios de comunicación y las infraestructuras y la personalización de la tecnología en la vida cotidiana”.


Toshiharu Ito
Comisario de la exposición
[Del texto “La cuarta dimensión de la percepción: nuevas coordenadas para el arte japonés contemporáneo”,
en el catálogo de la muestra]

Comisariado

Toshiharu Ito con la colaboración de Miki Okabe

Nacido en Tokio en 1953, Toshiharu Ito es historiador del arte, teórico de arte y comunicación y comisario de exposiciones. Entre 1990 y 2001 fue Catedrático en la Tama Art University de Tokio, y desde el año 2001 en la Tokyo National University of Fine Arts and Music. Entre 1992 y 1998 fue comisario en el Inter Communication Center de Tokio, y desde 1995 es Director Artístico en el Intermedia Institute de Osaka; entre los años 2000 y 2003 trabajó como Director Artístico en el Tokyo AAD Studio de Tokio. Una selección de sus publicaciones incluye los siguientes títulos: History of 20th Century Photography (Tokio, Chikuma Shobo Pub., 1988); Machine Art (Tokio, Iwanami Pub., 1991); Electronic Art (Tokio, NTT Press, 1999).