Continuando su programación para este año 2005, el Espacio Anexo del MARCO, concebido desde su origen como sala de proyectos dedicada a la producción de proyectos de artistas emergentes gallegos, acoge una exposición individual de un joven artista que desde el año 2000 viene participando en muestras colectivas e individuales dentro y fuera de Galicia.
Fran Herbello es sobre todo conocido en el panorama artístico por sus fotografías en blanco y negro, imágenes irreales construidas por el propio autor como collages conceptuales, entre cuyos elementos se establecen múltiples asociaciones. Fruto de estas conjunciones, cada obra ofrece múltiples y numerosas lecturas, si bien el autor va más allá del mero juego intelectual. En estas imágenes la transmisión de sensaciones no es sólo consciente, sino que revelan también relaciones inconscientes, condicionadas por el estado anímico del observador.
En la muestra del Anexo, Herbello presenta dos propuestas –una instalación y una proyección de vídeo– realizadas específicamente para este ámbito, en las que introduce elementos y recursos poco habituales en su obra, y que el artista se plantea como un reto a la hora de enfrentarse a un espacio como el del Anexo.
La primera, Souvenir 1, se sitúa en la sala principal, transformada en campo de hierba que ocupa la totalidad del espacio, con dos altavoces camuflados que emiten sonidos de grillos, variables en su tono e intensidad, buscando una sensación de aleatoriedad que acentúa el carácter natural del sonido. Esta instalación se podría entender como telón de fondo de una fotografía de viaje, un escenario merecedor de una foto-recuerdo para que cada uno la individualice con su presencia. El campo de grillos es un lugar que nos evoca el pasado, que nos hace ejercitar la memoria de un modo similar a cuando contemplamos imágenes de nuestra infancia. El artista reproduce un escenario propio del rural que recordamos al situarnos entre la explanada verde, el olor a hierba y el sonido de los grillos. Trae al presente vivencias pasadas y traslada el campo a la ciudad, acogiendo en el museo un espacio para los domingos, para el ocio y el turismo, y haciendo referencia a los decorados que muchas veces encontramos en los espacios naturales, jardines de recreo donde la idea de atracción sustituye a la de distracción. No es casualidad que, por primera vez, el muro frontal del Anexo se sustituya por una pared de cristal, situando el escenario a pie de calle y convirtiendo el espacio expositivo en un escaparate abierto a los transeúntes.
Souvenir 2, el vídeo que se proyecta sobre la pared del fondo del pasillo, nos muestra un perro durmiendo. Cada vez que un visitante entra en la sala y se acerca a la pantalla, se activa un detector de presencia y el perro se despierta, comienza a ladrar y se vuelve a dormir tras un corto período de tiempo. Este perro-actor tiene la misión del cancerbero, del perro guardián que actúa como propietario de la sala durante todo el período de la exposición. En esta pieza, no exenta de humor e ironía, Herbello habla sobre la delimitación de ámbitos de seguridad en los museos y espacios urbanos, en contraste con el mundo rural. Tomando otra vez como punto de partida una imagen evocadora de su infancia, el artista llama nuestra atención sobre el contraste de la figura del perro y sobre el valor de la tierra en el medio rural y urbano: en el campo, este animal funciona como voz de alarma para proteger el terreno; en las ciudades disponemos alarmas electrónicas para evitar robos en las viviendas y lugares públicos. La tierra, y su valor esencial en el mundo rural, desaparece como propiedad, sustituida por el coche o la vivienda.
Un mismo título para dos secuencias de una obra. Souvenir es memoria pero también recuerdo, y vista panorámica o pintoresca de un lugar merecedor de nuestra mirada.