La muestra GEOPOLÍTICAS DE LA ANIMACIÓN, comisariada por Juan Antonio Álvarez Reyes, es una visión de la animación en su vertiente artística que plantea dos formas de acercamiento a este género: una histórica, en la que a modo de ejemplo se incluyen trabajos de autores clásicos significativos en relación con el título de la exposición y la temática que ésta aborda, y otra geográfica más extensa, en la que se ofrecen producciones contemporáneas. Son trabajos realizados por creadores de todo el mundo, quienes han empleado una abundante gama de técnicas propias del cine de animación, es decir, de la cinematografía “imagen a imagen”, utilizando procedimientos como el dibujo animado, la plastilina o la animación digital por ordenador.
Por inocentes que puedan parecer, especialmente en el cine de animación infantil, las representaciones llevan implícitas ideas respecto a los valores y a la moral de las culturas donde surgen, y de las relaciones entre éstas y otras ajenas. Una de las intenciones que tiene esta exposición, organizada como un sistema de yuxtaposiciones de obras concretas, es precisamente ofrecer al espectador datos para comprender e incorporar al propio, otros mundos manifiestamente distintos.
La animación, ligada a la industria del entretenimiento, ha estado desde sus inicios vinculada a la difusión de modelos ideológicos y sistemas de comprensión del mundo. Esta exposición presenta historias animadas suficientemente evocadoras que constatan migraciones de formas culturales que fueron canónicas en otros tiempos, y que hoy se han convertido en moneda de cambio expresivo; perversiones, pues, de formas del pasado para diseñar representaciones contemporáneas. Estas obras dan cuenta de cómo, a pesar de las imposiciones culturales extensivas en la actualidad, ciertos flujos de sensibilidad desacordes con ideologías y mitologías dominantes, consiguen fluir y germinar en lugares del conocimiento, fuera de controles centralizadores, utilizando —y quizás recuperando— una técnica tan antigua y libre como la de la animación.
Como marco de referencia temporal, GEOPOLÍTICAS DE LA ANIMACIÓN ofrece una selección de autores clásicos, entre los que figuran Segundo de Chomón, Lotte Reiniger, Kenzo Masaoka o Norman McLaren. Sus obras son el testimonio del conocimiento histórico del cine de animación, una manifestación artística que ha valido tanto para la reflexión crítica individual, como para la difusión de propagandas ideológicas de todo tipo. Quizás su vinculación desde el origen a las que se consideran dos de las principales riquezas de la infancia —sus secretos y sus silencios— explique algo de su éxito creciente.
Además de estos y otros clásicos, la muestra incluye obras de creadores contemporáneos tan dispares como Narda Alvarado, Kolkoz o Gili Dolev, cuyo trabajo permite realizar en un mismo espacio un concentrado viaje entremundos, junto a propuestas como la de Zhou Xiaohu, que nos acercan una visión cínica de los iconos mediáticos “made in USA”, u otras, como las siluetas de Kara Walker, que recuerdan los trágicos conflictos raciales del “viejo sur” norteamericano. Animaciones indispensables para entender la historia de un territorio como las de William Kentridge; sutilmente críticas con el desmesurado crecimiento urbano como las de Nils Norman o Tintin Wulia; simplemente poéticas como las de Takashi Ishida o Naoyuki Tsuji; políticamente comprometidas como las de Extramücadele o Nathalie Djurberg, sin olvidar aquellas que reinterpretan la narrativa tradicional de sus comunidades de origen. Así, la obra de Tomoko Konoike nos acerca al anime japonés, o creaciones como la de Robin Rhode nos traen a la memoria los cuentacuentos africanos.
Las temáticas abordadas son múltiples: sociedades postcoloniales, flujos migratorios, críticas a políticas abusivas, la crisis ecológica, las consecuencias de la guerra, la fiebre del consumismo, pero también el desapego familiar, la inquietud existencial en las megalópolis contemporáneas, el sentir del absurdo y el vacío personal, la pérdida de intimidad y de memoria histórica, la aparición de nuevas figuras transnacionales heroicas, angelicales o demoníacas en el tercer milenio.
El cine registra imágenes reales en movimiento continuo; sin embargo en la animación no existe movimiento real que registrar, sino que las imágenes se producen una por una, de forma que al proyectarse consecutivamente se produzca la ilusión de movimiento. Esta peculiaridad permite al creador elaborar narraciones insólitas, crear mundos de ficción en los que todo es posible, donde las leyes de la física o de la metafísica pueden ser transgredidas. La aparición progresiva de nuevos inventos técnicos, la fotografía, el cinematógrafo, el vídeo o la sofisticación de la imagen digital hace cada vez más complejas las representaciones animadas. Todo ello, unido a la evolución de las técnicas, a la transformación de la economía y a la desarticulación de órdenes culturales absolutos, hace que esta exposición sirva como muestra del gran teatro del mundo de nuestros días.