“El uso de la magia como práctica materialista con una finalidad crítica parece una contradicción terminológica, como el mundo al revés, porque ¿qué puede ser más etéreo y descabellado que el conocimiento esotérico? Pero, como sabemos, la magia cambia el orden establecido, de modo que, ¿no podría usarse también, junto con el arte, para cambiar sus propios términos, para abrir sus propias puertas secretas y algunas de las puertas secretas del mundo?
La magia es la sombra que sigue a los procesos de ilustración. Esto quiere decir que, como forma de conocimiento, no se ve comprometida por la teleología o el mito del progreso. No pretende hacernos llegar a un punto en el espacio y el tiempo que ha sido designado por un estilo de vida ideal y utópica, y tampoco está subordinada a cálculos económicos. Podría decirse que este tipo de conocimiento es paranoico, en el sentido original de la palabra, formada por ‘para’ (cercano a) y ‘nous’ (razón). En este contexto, su significado no debería ser equivalente a una pérdida del juicio causada por la desaparición de un mundo interior, sino literalmente a un orden en que las cosas están ‘cercanas a la razón’ [...]
[...] Cada vez es más difícil establecer una distancia interpretativa con el mundo, en términos de espacio y tiempo. En consecuencia, el hecho de abordar el mundo a través de una ‘razón cercana a la razón’ podría ayudarnos a fijar la mirada sobre este estado de las cosas; una mirada que puede ser sesgada y, sin duda, corpórea e interesada, pero que nos puede ayudar a considerar, o a apreciar, la totalidad de este aprieto. De esta forma ligeramente enrevesada (pero qué es la cultura contemporánea, sino enrevesada), la magia se convirtió en el mejor antídoto para un universo positivista. Es una medicina amarga, a su manera; pero quizás sea el despertar que nos corresponde ahora que nuestra actitud emocional se ha reducido a un núcleo neutral.
[...] Solemos asociar la magia antropológicamente con las formas de conocimiento de las culturas denominadas ‘primitivas’. Sin embargo, la nuestra no se detiene en procedimientos mágicos: rinde homenaje al proceso de ‘conocer’ las cosas mediante intuiciones (...), o bien establece relaciones e intercambios peculiares entre las propiedades de las personas y las cosas. Las imágenes se muestran como seres reales y las cosas se vuelven vitales cuando actúan y ‘se presentan’ como personas. Es éste un tipo de animismo capitalista en el que las cosas no son simplemente un trabajo muerto y representado, sino procesos de formas vivas. Quien haya interactuado con las seudopresencias robóticas que pueblan la economía de Internet sabrá de qué estoy hablando.
El filósofo Henri Bergson utilizó una expresión cómica muy adecuada para designar este estado moderno y acelerado: ‘el mundo al revés’. El mundo pierde ni más ni menos que sus raíces cuando las cosas que nos rodean comienzan a actuar por cuenta propia, lo que nos pone en un aprieto para discernir lo que es el otro lado y lo que es este lado. En esta modernidad tan fluida, necesitamos formas de crítica que puedan utilizarse en cualquier contexto, y rápido. Con la magia podemos enfrentarnos a todos los aspectos de la vida contemporánea que son mortalmente serios (al pie de la letra), o incluso trágicos, al mismo tiempo que adquirimos una forma de engañar o embaucar a las fuerzas predominantes.
[...] En la actualidad, la dialéctica entre la naturaleza y la razón cultural ha fracasado estrepitosamente, ya que la naturaleza ha sido derrotada y la economía ha usurpado su lugar, y es a ésta a la que se debe enfrentar ahora la razón. Por eso, la magia no es precisamente la cosa más descabellada que existe. En realidad, dado que su reino es el de las energías incorpóreas y la inteligencia incontrolada, podría servir de punto de partida para tratar de nuevo los deseos y las necesidades de las personas, y no de las cosas. Gracias a las formas esotéricas de conocimiento, podemos inyectar una opacidad a los intercambios de información global que, de tan rápidos y palpitantes que son, parecen diáfanos. No obstante, la pregunta que se plantea es la siguiente: ¿se sienten con tanta urgencia en las operaciones mágicas estos deseos de cambio real y transformación, hibridación y mestizaje, que son necesariamente repulsivos a los procesos de ilustración?
Esta paradoja ejemplifica la manera en que la magia se vuelve táctica cuando se utiliza como forma de conocimiento (haciendo uso del término que desarrollaron Aaron Gach y el Center for Tactical Magic). Este acto de liberación de la magia de los lastres trascendentales que son el ‘después’ y el ‘más allá’, para proceder a su utilización aquí y ahora en la navegación por las grises zonas que separan lo racional de lo irracional, se convierte en una exhortación urgente a los medios que la cultura utiliza para reproducirse.
[...] Por lo general, identificamos lo esotérico con algo misterioso y casi inaccesible que sólo existe para unos pocos iniciados, con un conocimiento que sólo se puede revelar mediante códigos secretos. Estos códigos se pueden aprender, pero hace falta algo más… También es necesario creer para pronunciar los códigos de manera convincente o, incluso, haber sido elegido como uno de esos pocos iniciados. No obstante, si examinamos más a fondo el concepto de lo esotérico, descubriremos que hace referencia a algo que se encuentra fuera del conocimiento en el sentido más estricto de la palabra: no es de nadie y es de todos, ya que trata sobre lo que nunca se puede llegar a conocer, esto es, la muerte, las emociones, lo que se encuentra más allá de los límites del cuerpo y lo que, culturalmente hablando, se encuentra fuera de lugar. En este caso, lo esotérico no presenta un número reducido de puntos de acceso herméticos, sino que ofrece una accesibilidad casi infinita. Esta es la manera en que la magia nos puede ayudar a enfrentarnos a las preguntas más acuciantes sobre cómo abordar y representar lo social y lo político en la era postsocial y postpolítica”.
Chus Martínez
Comisaria de la exposición
[Fragmentos del texto ‘Relación de ideas inspiradas
en el otro lado: la magia como objeto de estudio’,
del catálogo de la exposición]