NUEVOS HORIZONTES reúne a un grupo de creadores franceses que en los últimos años han comenzado a despuntar en la escena artística internacional. La exposición, que viaja a Vigo –su única sede en España– tras su presentación en el CRAC Alsace y en La Centrale Électrique de Bruselas, se articula en torno a diferentes temas que dejan intuir un hilo conductor, una preocupación común de los artistas hacia su contexto social y político. Nacidos todos ellos en Francia, vienen desarrollando su actividad artística durante los últimos veinte años, y abordan temas muy latentes en el panorama social, político y cultural de la Francia actual.
La selección de la comisaria agrupa, de modo intencionado, a una gran mayoría de artistas que son poco conocidos fuera de las fronteras de su país, junto a otros con más presencia y trayectoria en el contexto internacional, con el fin de ofrecer al público un panorama lo más completo posible de la escena artística actual en Francia.
En la distribución y el montaje de las obras en las salas del MARCO se ha intentado, por una parte, evidenciar las diferencias, reforzando el carácter individual de cada pieza, y a la vez resaltar ciertos vínculos y agrupamientos entre las obras, ya sea en relación con sus contenidos o en los temas que abordan, los medios y soportes utilizados, y su relación y comunicación con el espectador.
Dentro de esta diversidad, el análisis de contenidos permite una clasificación en varios ejes temáticos, que a su vez se entrecruzan según las intenciones de cada artista y su presencia en salas: las obras que tienen a la religión como tema central —los retratos de una comunidad de Clarisse Hahn y el problema de la identidad en los vídeos de Valérie Mréjen— se combinan con el análisis del contexto sociopolítico —las críticas y crónicas modernas del mundo capitalista en Bruno Serralongue y Vincent Labaume; las tramas terroristas y la paranoia colectiva en Alain Declerq— y con las particulares interpretaciones de la sexualidad y la violencia en la instalación de Philippe Meste o en la ambigüedad transgresora de Brice Dellsperger.
La relación con el mundo de la infancia, del cine y del cómic de Corinne Marchetti, Katia Bourdarel, Amandine Sacquin, o Virginie Barré, contrasta con la aguda e irónica visión de la sociedad actual en las obras de Bruno Peinado, Patrick Jeannes, y en las fotografías de Fabien Rigobert. La reflexión sobre la imagen en movimiento y su interacción con el público, sea a través de la televisión, el vídeo o las nuevas tecnologías, está bien representada en la instalación visual y sonora de Julien Discrit en el panóptico central, el eclipse virtual de Laurent Grasso, el vídeo interactivo de Martín Le Chevallier, o la video-instalación de Elodie Huet, que exige la participación de dos visitantes para ser entendida por completo. Todas estas obras nos hablan de la relación espacio-tiempo, y su capacidad de comunicación con el espectador.
Como arranque y final de la exposición, y como imagen del catálogo de esta muestra colectiva, una fotografía de la gran playa atlántica de La Baule, obra de Frank Perrin, recibe y despide a los visitantes desde la fachada del museo.