La intención de "OTRAS ALTERNATIVAS: nuevas experiencias visuales en Portugal" es, en cierta manera, actuar de termómetro de una situación cada vez más palpable en el contexto artístico portugués de este cambio de siglo: la presencia de un grupo de artistas que dibujan una sutil mudanza de actitud respecto a las estrategias barajadas por sus predecesores, más preocupados por una crítica o denuncia social y política.
Lo que se propone no es una ruptura dentro del contexto de los noventa, tampoco es nuestra intención hablar de grupo o colectivo; en todo caso, de generación dispersa, diseminada, o mejor, de "generación sin generación", como sugiere João Fernandes en su texto del catálogo. Conscientes de este "pecado" de selección y visión historicista, conviene aclarar que en ningún caso nos referimos a un antes y un después, ni a una unidad compacta que marque la "tradición de ruptura" que definía Octavio Paz, sino a una serie de avances -no necesariamente producto de una linealidad- de un conjunto de artistas que, poco a poco, cobran mayor visibilidad.
Los artistas aquí seleccionados entienden el medio portugués como pequeño y tratan, por ello, de ampliar horizontes y trabajar en contextos geográficos diferentes que, sin embargo, sienten próximos en situaciones e inquietudes. Ese interés por confrontar sus trabajos en lugares donde éstos han de defenderse por sí solos ha desembocado en muchos casos, paradójicamente, en una visibilidad mayor de la que gozan muchos de los artistas portugueses que les preceden generacionalmente, más centrados en consolidar unas metas internas de un medio necesitado como lo fue el portugués y carentes de las posibilidades de infraestructuras de las que gozan hoy los artistas emergentes.
Esta especie de diáspora expositiva rescata actitudes que abordan la realidad cotidiana desde diferentes posturas alejadas de forzadas coincidencias estéticas y con un marcado carácter fragmentario. Por ello, hablamos de universos propios, de discursos actualizados ajenos a discusiones y debates pasados. Muchos de los artistas seleccionados gozan de una doble residencia, en un país extranjero y en Portugal; por eso queremos hacer hincapié en este hecho que, si bien no implica la pérdida de una identidad común, sí logra que ésta se propague y contamine, enriqueciendo y completando sus creaciones.
En lo que respecta al título escogido -"OTRAS ALTERNATIVAS: nuevas experiencias visuales en Portugal"-, atiende a un obligado reconocimiento del acierto que supuso en Portugal una muestra como Alternativa Zero, verdadero punto de inflexión que supo redefinir la situación artística del país luso. Esta muestra, celebrada en 1977 en la desaparecida Galería Nacional de Belém, fue impulsada por un polifacético Ernesto de Sousa (1921-88) que, consciente del retraso de Portugal respecto a las discusiones artísticas que preocupaban en el contexto internacional -como el fin de las vanguardias, la desmaterialización del arte, la ruptura de las fronteras entre los géneros artísticos y el uso de nuevos soportes-, reunió a casi cincuenta artistas que tomaban un posicionamiento conceptualista augurador de una nueva realidad.
Ernesto de Sousa defendía un concepto de obra abierta donde el espectador cobrara un papel activo; también una redefinición del estatus del artista. Había que comenzar de cero para celebrar el arte. Si la alternativa era cero, era preciso partir hacia otra cosa, liberarse. Aunque en esta época asomaron intenciones de crear museos de arte contemporáneo, esto tendría que esperar mucho tiempo, si bien se fortaleció la enseñanza y se mejoraron las condiciones de profesionalización, tanto de artistas como de teóricos. Alternativa Zero será la exposición más importante y recordada de las celebradas entonces, una exposición-manifiesto que pretendía redefinir la situación portuguesa y actuar como balance de los avances conseguidos desde finales de los sesenta; por eso muchas obras ya habían sido vistas, como sucede con algunas de las piezas que seleccionamos para esta otra revisión, estas otras alternativas
Ya inmersos en los ochenta, vemos cómo no emergen nuevas tendencias o corrientes específicas de la década, pero sí un conjunto de artistas de fuerte personalidad individual que, en compañía de nuevos galeristas y críticos, conseguirán tener una presencia firme y dinámica en la cultura del momento. Algunos que ya asomaran en la década anterior, como Julião Sarmento o Albuquerque Mendes, y otros como Pedro Calapez, Pedro Cabrita Reis, Rui Sanches, José Pedro Croft, Jorge Molder, Gerardo Burmester, Manuel Rosa, Pedro Proença o Rui Chafes, que si bien en algunos casos habían llegado a exponer en la década pasada, sólo cobrarán fuerza en los ochenta.
En los noventa, todo parece indicar que fue la muestra Imagens para os anos 90, celebrada en la Fundación Serralves en 1993, la que facilitó la aparición de un nuevo paradigma que ya pugnaba por entrar. Carlos Vidal, Paulo Mendes, João Louro, Fernando Brito, João Tabarra, Miguel Palma, Daniel Blaufuks, Manuel Valente Alves, Rui Serra, Baltazar Torres, António Olaio, Fernando José Pereira o Luis Palma, son algunos de los nombres de artistas participantes en esa exposición. Sus trabajos ganaron paulatinamente visibilidad nacional, en una década artística dividida en una primera mitad de marcado carácter político y una segunda más acorde con una nueva investigación tecnológica. Los primeros asumen una profunda respuesta a los desarrollos artísticos consolidados desde los ochenta, todavía obstaculizados por el desfase respecto a lo internacional y con unas limitaciones conceptuales -salvo casos excepcionales de valores altamente individuales- producto de esa información limitada. Más activistas, estos artistas que cobran visibilidad entrados los noventa acabaron por rebelarse contra el entorno crítico portugués, en ocasiones de una manera abiertamente explícita, como cuando se apoyaron en un polémico y agresivo texto titulado Oito Novos Fora (Ocho Nuevos Fuera) que alzaba la voz frente a lo que consideraban un sistema cerrado. Hoy la actitud de éstos continúa haciendo gala de una insatisfacción crítica, aunque se reconoce otro tipo de madurez que les conduce a seguir una estrategia menos obvia.
Tal vez, la temprana consolidación de la mayoría de los protagonistas de "OTRAS ALTERNATIVAS: nuevas experiencias visuales en Portugal", pueda deberse a que el corte estético con la generación de los primeros noventa no se da como tal, sino que obedece a un avance paulatino, nunca drástico. Entre los combativos artistas que emergen en los noventa, esa brusquedad producto de un cambio radical resulta obvia y, quizás, a la larga, se convertiría en una suerte de desgaste que acabó por pasarles factura, ya que aún hoy no son bien vistos por parte del sistema artístico dominante, si bien se integran gracias a la consistencia y rigor de sus obras. La sequedad formal y agresividad directa de sus trabajos contrasta con una mayor espontaneidad de los artistas aquí tratados. Y de ahí puede deberse que la conexión con la crítica y la llegada masiva de los segundos a fundaciones y museos sea tan rápida, diferenciándose de la autogestión de exposiciones que aún hoy caracteriza a algunos artistas anteriores y que, en todo caso, llega a relacionarse con artistas aquí presentes como Rui Toscano o Alexandre Estrela, también ligados a cierto inconformismo respecto al medio portugués. Así, la selección de Rui Toscano, Alexandre Estrela, Noé Sendas o Miguel Soares puede resultar extraña -nunca gratuita- si pensamos que compartieron muchas exposiciones con la llamada primera generación de los noventa; su elección se debe, sin embargo, a una visibilidad omitida en un principio que hace que resurjan como artistas reconocidos mucho más tarde, pero sobre todo, porque todos se desenvuelven con la imagen de una forma que anticipa un nuevo modo de trabajar y de integrarse en un contexto.