"Desde principios del siglo XX, varias corrientes artísticas están redefiniendo desde diversos frentes los conceptos de Arte y Artista, forzando, entre otras cuestiones, los territorios limítrofes entre las artes visuales y otras disciplinas que se han considerado y se consideran ‘menores', como la publicidad, la moda, la música popular, etc.
Entretanto, a la par que en el campo del arte esas pugnas se han ido sucediendo con mayor o menor fortuna, en el campo de la música popular han tenido lugar serias transformaciones. Transformaciones que se han ido materializando a medida que, con una decidida ausencia de prejuicios, se iban mezclando diferentes estilos e influencias musicales que han hecho posible la aparición de nuevos fenómenos culturales y sociales, entre los que destaca el peculiar universo del pop-rock, donde se han combinado, además, elementos de la moda, la publicidad y las artes escénicas. Más aún: muchos de esos procesos se han llevado a cabo prácticamente al margen de la opinión de críticos, instituciones y otros organismos de control, y sin embargo en el transcurso de esos procesos hemos asistido también al nacimiento de figuras carismáticas que han adquirido relevancia social: las estrellas del pop y del rock. Estrellas que se han convertido en tales recurriendo a tácticas del arte para distinguir sus productos y personajes públicos, eligiendo explicarse en términos elaborados y desplegando un discurso hiperreflexivo en el que han asignado un papel fundamental a las cuestiones estéticas.
Todas estas cuestiones que acontecen en el campo de la música están relacionadas con la atención que el fenómeno del pop-rock y otros estilos musicales contemporáneos están acaparando en los últimos años entre toda una nueva generación de artistas visuales, y cuyo resultado es que la intersección entre estos dos campos -la música y el arte- constituya una de las líneas de investigación más interesantes del panorama artístico actual.
[...] En cada uno de estos campos -la música y las artes visuales- han tenido y están teniendo lugar procesos significativos que también son relevantes para la exposición.
Por un lado, a partir de la década de los sesenta un sector de artistas del pop y del rock comenzaron a producir imágenes estáticas y en movimiento que servían para publicitar sus canciones y sus personajes estelares. Estas imágenes hacían referencia a sus estrategias performativas para presentar su música y para construir sus personajes públicos desde parámetros que a menudo asimilaban las premisas de movimientos artísticos de vanguardia. Más aún, una buena parte de este colectivo colaboró con profesionales de la dirección de cine o con artistas visuales para crear lo que resultó un nuevo producto y formato que se pasó a denominar videoclip. Este conjunto de estrategias performativas y estéticas desembocó en la formación de un discurso complejo que proyectaba todo un estilo de vida, que rápidamente se convertía en un fenómeno cultural y social, que tuvo una importancia crucial en la cimentación y difusión de lo que hoy entendemos como movimientos juveniles, y que ha dado lugar a las tribus urbanas.
Una parte esencial del éxito de estas estrategias se ha basado en el potencial que los mundos del pop y del rock han presentado históricamente como instrumento de resistencia y rebelión juvenil, y su excelencia para funcionar como vehículo de contenidos sociales y políticos. De hecho, el pop y el rock han generado algunos trabajos fascinantes que afirmaban valores socialmente alternativos, y aunque estos productos no hayan alcanzado el éxito masivo con demasiada frecuencia, publicaciones recientes y autores como Jeremy Gilbert y Ewan Pearson coinciden en destacar la singularidad de estos estilos musicales y sus políticas de representación. Para ellos ‘el fenómeno de la música pop y rock desde los años sesenta centrada en los/las cantantes funciona según la lógica fonologocéntrica, con la voz, el logos, como lugar de la verdad que invoca una idea de grupo social formado por el grupo musical y su audiencia. En cuanto impulsores e impulsoras de la protesta, los/las cantantes iban a ser los/las representantes político-culturales de su público respondiendo a la creencia de que la música podía y debía ser portavoz de su público'.
Por otro lado, en el mundo del arte toda una generación de artistas que ha convivido o crecido con productos provenientes del mundo de la música ha incorporado esos lenguajes a sus obras artísticas sin olvidar su vertiente performativa. Artistas que se sirven de prácticas comunes en el campo de la música como el culto a la personalidad, la insistente búsqueda de un elemento generacional, con problemáticas concretas, la utilización de la producción en serie y un especial interés por la idea de creación colectiva y de que la creación no se agota en el disco, sino que se extiende en el concierto performativo. En este sentido, como en el terreno de la música, tienen una total falta de prejuicios a la hora de combinar estilos y disciplinas, a la vez que manifiestan un renovado rechazo por el elitismo del arte y una preocupación por acercarse a los intereses de las clases medias, obreras, etc., lo que constituye una de las últimas formas de popularizar el arte.
Asimismo, actualmente en el campo del arte asistimos a una revisión sistemática de la década de los setenta del siglo XX, revisión sin duda influida por el alto contenido político y social del arte de esa época, y que reaviva la preocupación por prácticas artísticas como la performance o el body-art. Todas estas cuestiones hacen que en los últimos tiempos sean muy numerosos los proyectos artísticos que desembocan en un ‘producto' discográfico. Estos productos son el resultado de la aplicación de la lógica multi e interdisciplinar, convertida en síntoma generacional, que se presenta como solución ante nuevas necesidades e inquietudes comunicativas de ese y esa ‘nuevo' o ‘nueva' artista visual, que además proyecta una suerte de inconformismo hacia los mecanismos que mueven el campo del arte. Además, las obras de arte que se están generando según estas premisas, a menudo, atentan contra el concepto hegemónico de obra de arte, dado que el producto resultante escapa a los parámetros tradicionales del mercado del arte, a la vez que cuestiona la rígida división entre disciplinas."
Xabier Arakistain
Comisario de la exposición