ABIGAIL LAZKOZ. Distopía literal

Constitución de Cádiz, 1812

Art. 13. El objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen.

En el proyecto Distopía literal, Abigail Lazkoz presenta una reflexión gráfica-conceptual en torno a la evolución del concepto de la felicidad desde 1812, año de la promulgación de la Constitución de Cádiz, hasta nuestros días. Para ello, en el vestíbulo del MARCO se recrea un espacio de encartelada libre y de carácter espontáneo y callejero que combina carteles de papel, señales de madera, pegatinas, pancartas y demás soportes creados por la artista en los que se recopilan citas literarias, diarios, y textos institucionales, uno por cada año del aniversario de la ‘Pepa’.

La obra consiste en 200 textos de más de 50 países y de diverso origen (militares, artísticos, biográficos, científicos…), que ofrecen un recorrido a través de la evolución de la idea de felicidad, empezando por las reivindicaciones de la era postrevolucionaria francesa y continuando por el nihilismo romántico, los movimientos antiesclavistas y postcoloniales, los derechos de la mujer, la revolución industrial, los movimientos obreros, la identidad sexual, la cientifización de la sociedad, el psicoanálisis, o las grandes guerras. Un mosaico cronológico que intenta dar cuenta de la complejidad de un concepto como es decretar el derecho a la felicidad: legislar, dar estructura a un sentimiento que atañe a lo subjetivo pero también a lo colectivo, al individuo como ser social.

A Lazkoz el Artículo 13 de la Constitución de Cádiz le pareció interesante como “ejemplo perfecto del espíritu de los tiempos bajo los que se redactó la Constitución. Un tratamiento tan comprometido y digamos proactivo de la felicidad, tema subjetivo y escurridizo donde los haya, puede parecer bajo la perspectiva actual cuando menos naif, pero se entiende mejor si lo contextualizamos históricamente en el pensamiento utópico e idealista de la Europa ilustrada”.

“En esta obra —continúa la artista— utilizo precisamente el término ‘distopía’, llamada también anti-utopía. La distopía es una utopía perversa donde la realidad transcurre en términos opuestos a los de una sociedad ideal. El término fue acuñado como antónimo de ‘utopía’ y se usa principalmente para hacer referencia a una sociedad ficticia frecuentemente emplazada en el futuro cercano, donde las consecuencias de la manipulación y el adoctrinamiento masivo —generalmente a cargo de un Estado autoritario o totalitario— llevan al control absoluto, al condicionamiento o exterminio de sus miembros bajo una fachada de benevolencia”.

En lo que concierne al tratamiento de los textos, la artista se ha inspirado en los Ejercicios de estilo de Raymond Queneau y, en lo que respecta al tratamiento visual, en la recreación que de Oceania, el estado totalitario ficticio de la novela 1984 de George Orwell, se hace en la película de mismo nombre.

“A través de 200 textos de muy variada procedencia geográfica y temática, mi obra ofrece una visión editorializada de la evolución del concepto de la felicidad en estos 200 años. Desde Frankenstein a Wiki-leaks, pasando por las sufraguettes o una cita de un poema de Leopoldo María Panero, intento aportar algunas ideas sobre las bases que apuntalan este concepto que obsesiona al individuo contemporáneo”.