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Del revés. Artistas contemporáneos de Israel

Del revés. Artistas contemporáneos de Israel

Ficha

Fechas: 
7 julio 2006 - 8 octubre 2006
Lugar: 
Planta Baja
Horario: 
martes a sábado (festivos incluidos), de 11.00 a 21.00 domingos, de 11.00 a 15.00
Producción: 
MARCO, Museo de Arte Contemporánea de Vigo
Comisariado: 
Octavio Zaya

Obras en exposición

Esta muestra colectiva reúne un total de 54 obras: 45 fotografías (Adi Nes, Sharon Ya'ari, y las series de Keren Assaf, Ori Gersht, Miki Kratsman, y Rona Yefman), 4 instalaciones (Varda Getzow, Eliezer Sonnenschein, Gal Weinstein, Nadav Weissman), 2 vídeos (Guy Ben-Ner, Sigalit Landau) y 3 videoinstalaciones (Yael Bartana, Ori Gersht, Talia Keinan).

Síntesis del proyecto

Completando su programación expositiva para los próximos meses, el MARCO de Vigo presenta la muestra colectiva DEL REVÉS. Artistas contemporáneos de Israel, comisariada por Octavio Zaya, que se suma a las exposiciones de producción propia –cuatro de cinco– organizadas hasta el momento por el museo en el año 2006. La muestra coincide con la conmemoración del vigésimo aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre España e Israel.

La selección del comisario incluye un total de 14 artistas que no han sido en modo alguno elegidos como representantes del arte de Israel, sino como muestra de la complejidad y diversidad del arte contemporáneo de dicho país, con visiones subjetivas, con sus contradicciones, múltiples sentidos e interpretaciones. La intención es aproximarse al carácter y sentido de las prácticas y producción artística de un grupo de creadores contemporáneos de origen israelí. Lejos de cualquier discurso institucional o intento de instrumentalización política, sí existe en cambio una clara intención de contribuir a una mejor difusión de la obra de artistas –en su mayoría emergentes pero que empiezan a despuntar internacionalmente– que por diversos motivos son prácticamente desconocidos en España.

Lo cierto es que resulta difícil mencionar el nombre de Israel sin que irremediablemente se asocie con cuestiones que muy poco o nada tienen que ver con la intención del proyecto expositivo. “En realidad –tal como señala el comisario en su texto para el catálogo– todo lo que se refiere a Israel ya está marcado y significado de un modo u otro en nuestra conciencia moderna (...) Como todos sabemos, las realidades en las que se inspira y se debate, donde se encuentra y se pierde, las que trasciende e ignora el arte contemporáneo que se ha venido produciendo en Israel —o por artistas israelíes en torno a las condiciones y vicisitudes de la práctica artística en un país en constante estado de emergencia— son trágicas y extraordinarias”.

Esta nueva generación de artistas parece haber superado la idea sionista de unidad de Israel, y sin embargo, un elemento en común de las obras en exposición es la atención al territorio y al paisaje, que sigue siendo una constante. Paisajes y visiones de la naturaleza que son paisajes y visiones del ser humano, en los que laten ideas y planteamientos sobre la fragilidad de la existencia. Desde el sentido alegórico de la tala de árboles en la videoinstalación El bosque de Ori Gersht, hasta el paisaje/memoria en la instalación de Varda Getzow, una presencia poderosa y llena de recuerdos que nos muestra que la naturaleza tiene memoria del pasado. De la recreación de Gal Weinstein de un lugar mítico para los israelíes como el Lago Huleh, a la fotografía documental de Sharon Ya’ari, con su sensibilidad hacia lo abandonado y lo desierto, sobre lo aparentemente vago y carente de singularidad. Y la serie Territorio de Miki Kratsman, que no se entiende fuera del contexto general de su trabajo en los territorios ocupados.
 
Por otro lado, la visión idealista y pintoresca del sueño israelí-americano en Keren Assaf, el lugar del individuo en una ciudad como Tel Aviv en el video de Yael Bartana, el diario de Guy Ben-Her como náufrago, las imágenes esteticistas y simbólicas de los soldados del ejército israelí de Adi Nes, o las miradas de Rona Yefman sobre la sexualidad humana y sobre la relación de los individuos con su cuerpo, con el paisaje y con el entorno social.

Por último, espacios mágicos como el bucle en permanente transición de Taila Keinan o la magia del equilibrio perfecto —que reconocemos como un juego— en las montañas de naipes de Eliezer Sonnenschein, cuya fragilidad es comparable a la de la instalación de Nadav Weissman, habitada por ‘personajes’ que existen en una dimensión intermedia entre la niñez y el mundo adulto. Y también, las poéticas referencias a la mortalidad, la vulnerabilidad, los límites, las fronteras y, por extensión, a la idea del territorio y el conflicto entre Israel y Palestina, en el vídeo de Sigalit Landau.

Artistas

    Adi Nes
    Eliezer Sonnenschein
    Gal Weinstein
    Guy Ben-Ner
    Keren Assaf
    Miki Kratsman
    Nadav Weissman
    Ori Gersht
    Rona Yefman
    Sharon Ya’ari
    Sigalit Landau
    Talia Keinan
    Varda Getzow
    Yael Bartana

Texto curatorial

“Por un lado, podría afirmarse que la sociedad y la cultura en la que floreció y que caracterizó el arte de Israel hasta casi finales de la década de 1980 estuvieron marcadas, de un modo u otro, por los principios del ideal y el mito Sionista, la consecuente creación de una identidad colectiva, la preservación e imposición de un frente ideológico uniforme, común, y el desarrollo del vasto y ambicioso proyecto de los asentamientos. Por otro, parece ya evidente que la sociedad y la cultura en la que hoy se articulan y se debaten sus artistas contemporáneos ya no sacrifican ni sus expresiones de diferencia, ni sus individualidades, ni sus paradojas, ni sus conflictos, en beneficio de una fachada idealista universal. En todo caso, el arte contemporáneo de Israel que se ha venido urdiendo particularmente a partir de los noventa, y que ha conseguido proyectarse en el exterior durante la última década, acarrea el mismo tipo de pluralidad, fragmentación, inestabilidad y contradicciones que caracteriza al de cualquier otra sociedad moderna que experimenta y sufre el cuestionamiento y transformación de su identidad establecida y dominante propiciados por las continuas corrientes migratorias, la globalización económica y cultural, y la diseminación y ubicuidad de la información y de las nuevas tecnologías.

Por ello, los artistas que aquí se presentan ni constituyen un bloque circunscrito a una ideología nacional, ni a una visión colectiva o a una corriente estética uniforme. Más allá de las ideas preconcebidas y asunciones, de los prejuicios, presupuestos y predisposiciones, clichés y otras nociones que tengamos de sus creaciones, ninguna podría identificarse específicamente como israelí, ni revelaría unas características o patrones identitarios que configuren una idiosincrasia o estereotipo cultural. En conjunto, el origen y el contexto en el que se desarrollan, desenvuelven y proyectan estos artistas seleccionados, sus prácticas y sus creaciones, sus preocupaciones y proyecciones ya no están invertidas, absortas, en la esperanza o los sueños de una sociedad utópica común. Si acaso, la complejidad y la multiplicidad que manifiestan sus obras estarían inspiradas, decididas tal vez, por variadas y distintas condiciones, circunstancias y factores que se relacionan y se caracterizan con las diversas culturas, lenguas, religiones y visiones políticas que componen hoy Israel.

Si algo caracteriza a este grupo de artistas en su conjunto, si hay algo que los identifique, es una tensión entre la realidad en la que viven, entre la realidad que padecen, que experimentan, que construyen, que configuran y recrean en sus obras, y el alboroto interno de sus subjetividades. Incluso cuando se refieren a situaciones y temas sociales y políticos, lo que representan, lo que proyectan, siempre es una proposición inquietante, a veces contenida, a veces silenciosa, con frecuencia indirecta y siempre oblicua, sin linealidad, sin temporalidad, trascendiendo siempre lo particular y lo específico hasta transformar la concreción y realidad del Holocausto, la guerra, el terrorismo, la ocupación o la inseguridad de la vida diaria que confrontan, en ficciones de violencia, de temor, de muerte y de ansiedad subjetivas, que nos implican a todos por igual. La interioridad se vuelve del revés, exponiendo, revelando las entrañas de su ansiedad.

Tal vez es la cercanía del trauma que ocasiona a diario la realidad en la que vive el artista israelí; tal vez es el temor a simplificar, a explotar, a exotizar, a estetizar, a confundir la realidad con la ficción. Sea lo que fuere, ninguno de ellos parece dispuesto a que el constante y arbitrario torbellino de la realidad, su incertidumbre y su insuficiencia, socaven el extraordinario poder de la imaginación, a que la quimera de ésta sucumba ante el yugo de aquélla, como uno más de sus instrumentos. Para todos estos creadores, el arte es un lugar de ambivalencia extrema. Y por más que tratemos tantas veces de arropar esa ambivalencia con una brecha diferente, y cambiemos el empeño en describir y contener lo sublime por un argumento de las implicaciones políticas del poder y la utilidad del arte, siempre continuaremos arrastrados hacia el arte como si fuera un espectro, el fantasma de un pasado que todavía nos conmueve y la persistente posibilidad de un futuro que pensamos que deseamos. Contra la narrativa, estos artistas israelíes eclipsan la temporalidad misma incluso cuando tratan de historizarla. Y como el objeto imposible de la conciencia, el arte que aquí presentamos, este arte del revés, se va flotando en el aire como ausencia. Si no fuera así, sólo sería la presencia de su profundo fracaso”.

Octavio Zaya
Comisario de la exposición
[Fragmentos del texto “DELREVÉS: Incertidumbres sin ilusiones
Entre un final y un principio, entre ansiedad y especulación”, en el catálogo de la muestra]

Comisariado

Octavio Zaya

Octavio Zaya nació en las Islas Canarias y vive en Nueva York desde 1978. Comisario independiente, es asesor del Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León, MUSAC; co-director de la revista Atlántica, publicada por el CAAM de Las Palmas; miembro del consejo editorial de NKA Journal of Contemporary African Art (Cornell University, N.Y.), de la publicación de arte electrónico para la web Lab 71 (N.Y.), y corresponsal de Flash Art en Estados Unidos. Fue uno de los comisarios de la Documenta 11 (2002) como parte del equipo curatorial dirigido por Okwui Enwezor, así como uno de los comisarios de la primera y segunda edición de la Bienal de Johannesburgo (1995 y 1997).

Durante el año 2005, presentó varias exposiciones: After the Revolution. Contemporary Artists from Iran (Koldo Mitxelena, San Sebastián, 2005 y Kunstforeningen, Copenhague, 2006), Carmela García: the Hole in Space (CAAM, Las Palmas, y Centro Juan Ismael, Fuerteventura, 2005), y Shirin Neshat: La última palabra (MUSAC, 2005; CAAM, 2006). En la actualidad está preparando una exposición de los vídeos/cortos de Jesper Just y un completo repaso de las vídeo-instalaciones de Candice Breitz. Además, está organizando la I Bienal de Fotografía en Petach-Tikva, Israel.