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El momento suspendido.Obras de la Colección H&F, Holanda

El momento suspendido.Obras de la Colección H&F, Holanda

Ficha

Fechas: 
20 enero 2006 - 7 mayo 2006
Lugar: 
Primera Planta
Horario: 
Martes a sábado (festivos incluidos), de 11.00 a 21.00. Domingos, de 11.00 a 15.00
Producción: 
CRAC Alsace, Francia
Comisariado: 
Hilde Teerlinck

Obras en exposición

THE SUSPENDED MOMENT es una selección de 20 artistas y unas 60 obras (pinturas, fotografías, vídeos, instalaciones y esculturas) de la Colección H&F.

La Colección H&F

La colección H&F fue creada por el escritor holandés Han Nefkens (Rotterdam, 1954) a partir del año 2000. A pesar de su reciente creación, la colección tiene ya prestigio internacional e incluye nombres de grandes artistas contemporáneos. Para la adquisición de obras, Nefkens cuenta con el asesoramiento de Sjarel Ex, director del Museum Boijmans van Beuningen en Rotterdam, en cuyo criterio ha confiado desde un principio, aunque -según sus propias palabras- siempre toma las decisiones solo y casi de inmediato. Prácticamente todas las obras de la colección se encuentran en depósito en diferentes museos, con los que se han establecido convenios de colaboración: Centraal Museum de Utrecht, Museo de Arte Contemporáneo de Reykjavik, Museum de Pont en Tilburg, Huis Marseille en Amsterdam, y Museum Boijmans van Beuningen en Rotterdam. En la actualidad, Han Nefkens vive en Londres, con esporádicas estancias en Barcelona, y además de su papel como coleccionista desarrolla una notable labor como mecenas y promotor de proyectos artísticos con una clara función social, especialmente en lo que se refiere a la lucha contra el SIDA.

Itinerancia (2005-2008)

  • CRAC ALSACE, Altkirch, Francia

  • MARCO, Museo de Arte Contemporánea de Vigo

  • TADU Contemporary Arts Center, Bangkok, Tailandia

  • KUNSTENCENTRUM Z 33, Hasselt, Bélgica

  • CENTRAAL MUSEUM, Utrecht, Holanda

Síntesis del proyecto

THE SUSPENDED MOMENT es una selección de obras de la Colección H&F realizada por Hilde Teerlinck, comisaria de la muestra y directora del CRAC (Centre Regional d’Art Contemporain) de Alsacia, Francia, en colaboración con Han Nefkens, propietario de la colección. Tras su inauguración en la sede del CRAC Alsace en Altkirch, en 2005, la exposición viaja al MARCO de Vigo –su única presentación en España– para comenzar una itinerancia que la llevará durante los próximos años a Tailandia, Bélgica y Holanda. Esta muestra colectiva incluye pinturas, fotografías, vídeos, instalaciones y esculturas de una veintena de artistas de prestigio internacional.

En esta ocasión, el hilo argumental se adivina en el título de la exposición: ‘The Suspended Moment’ [el momento o el tiempo suspendido] hace referencia a la tensión, al suspense –en su sentido más cinematográfico– pero contrapone esta emoción, esta excitación, a la fugacidad y transitoriedad de un instante, jugando con una contradicción similar a la de los ‘ojos cerrados de par en par’ del título de la última película de Stanley Kubrick, Eyes wide shut.

“¿Qué ocurriría si pudiésemos detener el tiempo por un instante?”. En opinión de la comisaria, esta exposición ofrece una ocasión perfecta para ponerlo a prueba. Los artistas seleccionados parecen haberse planteado una pregunta similar. Son pintores, fotógrafos o escultores, pero comparten preocupaciones y visiones parecidas, y toman la vida cotidiana como punto de partida para un análisis más profundo.

No es casual que el trabajo de muchos de ellos se base en una cruda y a veces amarga realidad. Es el caso de la obra de Víctor Boullet, que nos muestra el interior de los quirófanos; momentos escalofriantes en un estado entre la vigilia, el sueño y la muerte. O de los delicados puzles de Felix Gonzalez-Torres, que a primera vista parecen juguetes inocentes, y que nos hablan del amor, del sentimiento de pérdida y de la fragilidad de la vida. Una aproximación poética similar protagoniza la instalación Deadheading [Hacia la muerte], de Otto Berchem. Sus flores yacentes representan una auténtica “naturaleza muerta”, cuya belleza y trágico final nos hacen reflexionar sobre nuestra efímera existencia.

La serie Blast, de Naoya Hatekayama, nos enfrenta a las explosiones violentas de una mina japonesa. Nos muestra cómo la industria moderna es capaz de destruir en un instante montañas centenarias, con cuyos restos se construirán autopistas y rascacielos. Como una meditación acerca de la condición humana, parece que estemos condenados a destruir nuestro pasado para construir un nuevo futuro. El vídeo de Fabien Rigobert registra un accidente de tráfico a cámara lenta, y estudia los sutiles cambios que se producen en el comportamiento de los protagonistas, mediante el análisis de emociones complejas como el miedo, la compasión, la tristeza, o el horror. Sam Taylor-Wood sigue un método de trabajo similar en su vídeo Strings, en el que el bailarín Ivan Putrov está literalmente suspendido en el aire y realiza una acrobática coreografía sobre las cabezas de un cuarteto de cuerda. La aparente precariedad de la situación produce una fascinación en el espectador, que se une a la sensación inquietante y agobiante de la fragilidad y vulnerabilidad del cuerpo.

Gerald van der Kaap, artista multimedia holandés, autor de la portada y contraportada del catálogo, encuentra su inspiración artística en su vasto archivo fotográfico, con una fuerte carga autobiográfica. Como espectadores, nos enfrentamos a una especie de “post-imágenes” virtuales que, sin embargo, conservan la tensión original.
 
Otras obras requieren de la participación del público para ‘cobrar vida’, como la instalación de Erwin Wurm Hold your breath and think about Spinoza [Contén la respiración y piensa en Spinoza], de la serie One-minute sculptures [Esculturas de un minuto]. En esta ocasión se invita al espectador a sentarse sobre un pedestal y meditar, siguiendo las instrucciones del artista. Diana Thater emplea una estrategia similar: su videoinstalación White is the Colour interactúa con el espectador y le fuerza a convertirse en parte integrante de la misma, moviéndose delante de una luz blanca de neón.

Al igual que Thater, Roni Horn muestra una obsesión por los cambios más pequeños e imperceptibles de la realidad, con trabajos cuya meticulosidad y precisión parecerían más propios de un científico, pero que en realidad subrayan la importancia de la mirada, la observación y la percepción. Algo fundamental en las propuestas de Karin Sander –reproducciones a escala 1:10 de seres humanos u objetos– que mediante un sofisticado escaneado en 3D congela el tiempo y crea una copia perfecta de sus modelos.

El homenaje de Angela Bulloch al artista conceptual francés Cadère se basa también en la tecnología. Los colores cambiantes de sus cajas de luz, realizadas en madera o plástico y capaces de producir 16 millones de colores, tienen algo en común con los delicados cuadros de Prudencio Irazábal –único artista español en la exposición– o de Bernard Frize, dos creadores que parecen compartir un mismo interés por la influencia de los colores en la mente. Sus lienzos se basan en intervenciones minimalistas, furtivas, como objetos frágiles que podrían desaparecer en cualquier instante.

“Una gota de pintura en el suelo, casi sin secar”: así define Thomas Rentmeister sus esculturas de poliéster; y en efecto, parece como si acabasen de llegar y sólo fuesen a permanecer sobre el suelo por poco tiempo. Su superficie suave y brillante invita a tocarlas, aun a riesgo de que se disuelvan inesperadamente. Una sensibilidad similar se percibe en las fotografías de Jörg Sasse, muchas de cuyas imágenes reflejan una extraña combinación de velocidad y paz. Los paisajes de Hrafnkell Sigurdsson también parecen tranquilos y en paz, hasta que sucede algo que nos demuestra nuestra vulnerabilidad.

Las fotografías de Paul Kooiker parecen imágenes borrosas de un fotógrafo aficionado, y sin embargo son resultado de una estrategia muy precisa para captar momentos fugaces y furtivos de sus modelos. También los Little Children de Jeff Wall –una obra concebida en colaboración con Dan Graham y destinada a un pabellón infantil– tienen la apariencia de retratos publicitarios, y sólo tras una mirada más atenta detectamos la presencia de helicópteros militares bajo el bonito cielo azul. La forma de estas cajas de luz nos remite a la obra de Dan Graham en esta exposición, una pieza que invita a la meditación a través de tres puertas abiertas, invisibles y transparentes durante el día, que se transforman milagrosamente bajo la luz de la luna.

Instantáneas fugaces, variaciones de un mismo movimiento, imágenes indefinidas, reflexiones sobre la vida cotidiana o sobre la fragilidad de la existencia... En palabras de la comisaria, THE SUSPENDED MOMENT es una muestra que, tal como su título sugiere, hay que experimentar:

“Y debe ser una experiencia subjetiva, porque apela a la sensibilidad de cada cual. Se compone de fragmentos y momentos seleccionados por cada uno de los 20 artistas, con una visión muy personal. Me gustaría invitar a los espectadores a que se tomen su tiempo, hagan una pausa, y dediquen al menos ‘un minuto’ a descubrir la posición individual de cada uno. Porque... no se puede recordar lo que se elige olvidar”.

Artistas

    Angela Bulloch
    Bernard Frize
    Dan Graham
    Diana Thater
    Erwin Wurm
    Fabien Rigobert
    Félix Gonzalez-Torres
    Gerald van der Kaap
    Hrafnkell Sigurdsson
    Jeff Wall
    Jörg Sasse
    Karin Sander
    Naoya Hatakeyama
    Otto Berchem
    Paul Kooiker
    Prudencio Irazábal
    Roni Horn
    Sam Taylor-Wood
    Thomas Rentmeister
    Victor Boullet

Texto curatorial

Selección de textos del catálogo

“La publicación Girlfriend in a coma de Douglas Coupland es uno de los libros que me han inspirado para llevar a cabo esta selección tan personal e intuitiva de las obras de la colección H&F. Probablemente sea suficiente con citar los títulos de algunos de sus capítulos: Si duerme es que está vivo; Pensar en el futuro significa que quieres algo; tristeza terrenal; Más real que tú mismo; El futuro y la vida después de la muerte son cosas completamente distintas; Un día hablarás contigo mismo; El destino es una sensiblería; El futuro es más extremo de lo que crees; Soñar estando completamente despierto.

Me viene a la mente Eyes wide shut, la última película de Stanley Kubrick, ya que el título The Suspended Moment juega con una contradicción similar. Hace referencia a la tensión, al suspense (como en el mundo del cine), pero contrapone esta emoción, esta excitación, con la fugacidad y la transitoriedad de un momento.

Pertenezco a una generación en la que la vida diaria está cada vez más dominada por un ritmo frenético. De la noche a la mañana, nuestra agenda nos obliga a adaptarnos a todo tipo de situaciones. La rutina es omnipresente; los descansos y momentos de relax son cada vez más escasos. Se nos bombardea constantemente con una sobredosis de imágenes, información e impresiones que ocupan toda nuestra atención. Es difícil huir de esta rutina y encontrar un momento de descanso para pensar. Por eso un día me pregunté: ‘¿qué ocurriría si pudiésemos parar el reloj por un momento?’ En mi opinión, esta selección de la colección H&F ofrece una oportunidad única para ponerlo en práctica”.

Hilde Teerlinck
Comisaria de la exposición

Fragmento del texto Una fracción de segundo



“Característico de las obras que colecciona Han Nefkens es su aspecto fotográfico, incluso cuando la fotografía no es el medio en el que trabaja el artista: ‘Esta foto bien podría ser un cuadro, y el cuadro una foto. Me intrigan los casos en los que el medio no determina el contenido. Me gusta cuando a primera vista no estás seguro de si se trata de una foto o de un cuadro’. Nefkens no compra fotografías como tales; compra arte.

(...)

“Han Nefkens distingue la necesidad, también en su caso, de un dogma: hacer que la calidad de la obra de arte se pueda analizar por medio de una valoración basada en criterios objetivos. De este modo quizás el arte contemporáneo consiga escapar del estigma que durante tanto tiempo le ha perseguido, la típica afirmación de ‘eso también lo puedo hacer yo’. Sin embargo, continúa siendo un misterio –todavía sin resolver– por qué el artista es el único que lo hace. Es precisamente lo enigmático de la imagen, el misterio del arte, lo que fascina a Nefkens y lo que le ha llevado a crear su colección. No para descubrir el secreto del arte, sino para identificarlo como tal, en su condición de enigma. Como él mismo dice: ‘El arte tiene la misma función que el aire, el agua y el alimento; es esencial para nuestra vida, no como lujo o pasatiempo, sino como condición indispensable para nuestra existencia.’

 
Para Nefkens, su propia vida y desarrollo personal han sido y son determinantes para las decisiones que toma como coleccionista y para la clase de coleccionista que quiere ser. No ve sus adquisiciones de arte como una inversión financiera, puesto que al legar su colección de forma inmediata a los museos renuncia en el acto a cualquier beneficio económico. Para él lo importante es el significado de la obra de arte en un contexto más amplio: la vida como tal y el papel que el arte juega en ella. Su fascinación por obras en las que un momento perfecto toma forma, una forma permanente que al mismo tiempo puede adoptar significados distintos cada vez que se la contempla, es consecuencia, en parte, de circunstancias personales. ‘Lo personal es político’, rezaba un eslogan del movimiento feminista de los años setenta y ochenta. En el caso de Nefkens, el lema ‘Lo personal es arte’ es igualmente irrebatible. Está firmemente convencido de que cada vez es más importante demostrar la utilidad del arte, precisamente debido a su inutilidad objetiva y a su falta de funcionalidad (...)

‘Me gustaría ser una mosca en la pared de un museo y ver cómo la gente mira los cuadros y oírles hablar. ¿Cómo afecta a la gente el arte que yo he coleccionado?’. Nefkens está convencido de que el arte puede eliminar la soledad innata del ser humano o, en cualquier caso, aliviarla. ‘Cuando una obra de arte te emociona, y ves que también emociona a otra persona, tu soledad desaparece’. Sin embargo, no considera el arte sólo como el consuelo que supuestamente ofrece. El arte hace mucho más que eso. El arte aporta una perspectiva que permite reconocer cosas de la vida de las que antes no se era consciente.

(...) la satisfacción personal de comprobar que el arte y la lucha contra el SIDA pueden ser complementarios, dio a sus actividades como coleccionista un sentido y una dimensión nuevos. En este momento está planeando involucrarse más activamente en el mundo del arte, no sólo como coleccionista, sino también como mecenas, para promover el arte de forma distinta y hacer que cumpla una función social”.

Alex de Vries

Fragmento del texto La vulnerabilidad como fuerza. Momentos que no se escabullen

 

Comisariado

Hilde Teerlinck


Hilde Teerlinck es miembro fundador de ArtAids. Directora del FRAC Nord-Pas de Calais en Dunkirk, anteriormente ocupó el cargo de directora del Centre Rhénan d’Art Contemporain (CRAC Alsace) de Altkirch y de directora artística y coordinadora del Pabellón Mies van der Rohe de Barcelona. Entre 1999 e 2002 combinó su trabajo como docente en la Escuela Superior de Arte de Perpiñán con su trabajo como crítica de arte y colaboradora en diversas publicaciones como Parkett, Kunstforum, Kunst nu, Artefactum, Transversal, Quaderns, y Ars Mediterranea, y su labor como comisaria del Espace d‘Art Contemporain - Halle au Poisson en Perpiñán. Junto a Han Nefkens, dio inicio al proyecto Access for All [Acceso para todos] en 2004.