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Luis Seoane Figuras estáticas, 1959. Col. Fundación Luis Seoane Foto: cortesía Fundación Luis Seoane
Luis Seoane Grave figura sentada, 1963. Col. Fundación Luis Seoane Foto: cortesía Fundación Luis Seoane
Luis Seoane O mantón violeta, 1973. Col. Fundación Luis Seoane. Foto: cortesía Fundación Luis Seoane
Luis Seoane. As remolachas, 1959. Col. Fundación Luis Seoane. Foto: cortesía Fundación Luis Seoane
Luis Seoane Cinzano, ca. 1952. Col. Fundación Luis Seoane. Foto: cortesía Fundación Luis Seoane
Luis Seoane. Lúa chea, ca. 1956. Col. Fundación Luis Seoane. Foto: cortesía Fundación Luis Seoane
Luis Seoane. Estudo para o mural ‘Figuras rosas e negras’, 1958. Col. Fundación Luis Seoane.Foto: cortesía F. Luis Seoane
Luis Seoane. O actor Robert Atkins en ‘The Tempest’, 1949. Col. Fundación Luis Seoane. Foto: cortesía Fundación Luis Seoane
Luis Seoane. Unha gran dama impasible, 1961. Col. Fundación Luis Seoane. Foto: cortesía Fundación Luis Seoane
Luis Seoane. Semella ser importante. Prueba para serie Insectario, ca. 1975. Col. Fund. Luis Seoane/Cortesía Fund. Luis Seoane
Luis Seoane. Piezas deseñadas por Luis Seoane para Sargadelos. Foto: cortesía Fundación Luis Seoane
Luis Seoane. Retrato de esguello. Vista de una de las salas da exposición en MARCO. Foto: cortesía MARCO, Vigo/Enrique Touriño

LUIS SEOANE. Retrato de esguello

Ficha

Fechas: 
12 junio 2015 - 27 septiembre 2015
Lugar: 
Salas de exposición de la planta baja
Horario: 
Martes a sábados (festivos incluidos), de 11.00 a 14.30 y de 17.00 a 21.00 / Domingos, de 11.00 a 14.30
Producción: 
MARCO, Museo de Arte Contemporánea de Vigo / Fundación Luis Seoane, A Coruña; Coordinación: Carmela Montero
Comisariado: 
David Barro


Presentación


Este proyecto expositivo, coproducido por el MARCO de Vigo y la Fundación Luis Seoane, se plantea como revisión global de la figura de un autor complejo y diverso, un creador de vocación universal. Intelectual comprometido, editor, pintor, dibujante, ilustrador, grabador, muralista, diseñador gráfico, cartelista, diseñador industrial, escenógrafo teatral, poeta, narrador, guionista, ensayista, comunicador en prensa escrita y radiofónica, crítico y teórico de las artes, emprendedor y otras muchas cosas, la trayectoria de Luis Seoane lo sitúa como la personalidad más poliédrica de la cultura gallega del siglo XX.

Itinerancia


Una vez clausurada en el MARCO, la exposición tendrá continuidad en varias instituciones de Galicia como el Museo Provincial de Lugo, la Fundación Granell de Santiago, o el Centro Torrente Ballester de Ferrol, que mostrarán visiones parciales y diferentes de esta muestra. En 2016 viajará a la Fundación Luis Seoane y otros espacios de A Coruña.

Catálogo


El proyecto se ha concebido mediante una doble vía, expositiva y editorial, con la edición de un libro que recoge el legado cultural de Luis Seoane. Esta publicación servirá además como introducción o punto de partida del proyecto de investigación que desde la Fundación Luis Seoane se está realizando para conformar el catálogo razonado del artista, compuesto de diferentes estudios y análisis sobre aspectos clave de su biografía que contextualizarán, a su vez, otra serie de volúmenes dedicados en exclusiva a las fichas catalográficas de todas sus obras. Escrito por David Barro, comisario de la exposición y director de la Fundación Luis Seoane, con asesoramiento y diseño de Xosé Díaz y coordinación y documentación de Carmela Montero,
Luis Seoane. Retrato de esguello incluirá también imágenes de otras obras no presentes en la muestra. La publicación, fruto de la colaboración de ambas entidades con Editorial Galaxia, será presentada en el MARCO de Vigo el próximo mes de septiembre.

Información y visitas guiadas


El personal de salas está a disposición de los visitantes para cualquier consulta o información relativa a la exposición, además de las visitas guiadas habituales:

  • Todos los días a las 18.00
  • Visitas ‘a la carta’ para grupos, previa cita en el tel. 986 113900

Síntesis del proyecto


Luis Seoane (Buenos Aires, 1910 - A Coruña, 1979) es, para muchos, la personalidad más relevante de la cultura gallega en el siglo XX, al menos en el ámbito de lo artístico y creativo. No cabe duda de que la suya es una aportación fundamental, máxime por su carácter poliédrico y por su curiosidad infinita, casi siempre profética, que derivaba en una capacidad de trabajo singular. Los muchos campos en los que desarrolló su labor hacen muy difícil explicar y exhibir la dimensión de su legado, no solo cuantitativamente sino cualitativamente, algo extrapolable a otras figuras como Urbano Lugrís, Eugenio Granell o Cándido Fernández Mazas, aunque es el de Seoane el caso más paradigmático. Ese es el objetivo principal de esta exposición: mostrar la voz de Luis Seoane como un creador total, buscando puntos de unión y relación entre las distintas disciplinas que en otras exposiciones fueron tratadas de manera parcial o individualizada.

Luis Seoane. Retrato de esguello [Retrato de reojo] proyecta la expresividad del color de su pintura y tapices, su extraordinaria sensibilidad para el dibujo, y su capacidad y dominio de las técnicas del grabado o de la pintura mural, de la que se incluyen bocetos y documentos gráficos. También su ingente labor editorial como impulsor de colecciones o diagramador de revistas, como ilustrador y diseñador de cubiertas y como editor, donde jugó un papel en el desarrollo del libro en Argentina, siempre con la cultura gallega como telón de fondo.

Por supuesto, su actividad empresarial y papel determinante en el renacer de la fábrica de cerámica de Sargadelos y en la creación del Museo de Arte Contemporánea Carlos Maside de Sada son hechos que tienen su reflejo en esta muestra y que no se pueden disociar de su faceta creadora, como tampoco su labor como periodista radiofónico, poeta, narrador, escenógrafo, guionista y teórico, o su trabajo gráfico en carteles publicitarios.

Paradigma de resistencia cultural y luchador desde el exilio, el Laboratorio de Formas de Galicia es ejemplo de su intención de construir la cultura desde lo universal y lo colectivo y de entender el diseño y el arte como elementos clave para la comunicación y la educación. Luis Seoane. Retrato de esguello es una mirada de reojo que actúa a modo de punto de partida o eje sobre el que pivota el estudio pormenorizado de todo su legado en relación con el contexto internacional del arte hasta nuestros días. La exposición abarca sus más de cincuenta años de trayectoria artística a través de unas 300 obras entre pinturas, dibujos, grabados, acuarelas, tapices, carteles publicitarios, bocetos murales, diseños cerámicos y publicaciones.

Texto curatorial


“Luis Seoane es el primer artista contemporáneo de la historia de Galicia. La afirmación no es gratuita y es necesaria a modo de punto de partida. Máxime cuando se trata de un artista que la historiografía española no ha sabido leer en claves universales. Una historia del arte español escrita sin contemplar su figura es algo así como exponer un mapa de España sin que figure Galicia, o como no considerar el gallego como una lengua. Pero lo cierto es que todavía hoy no se ha sabido leer a Luis Seoane desde una perspectiva artística nacional e internacional. Seguramente porque tiene más de lo segundo que de lo primero: que haya realizado la mayor parte de su obra desde el exilio argentino puede actuar de disculpa primera, aunque no considero que esa sea la principal razón, sino la dificultad de situarlo y contextualizarlo al no poderlo adscribir a ningún movimiento ni corriente concreta.

Cronista directo de una época, sus grandes conocimientos y vocación pedagógica o intención didáctica lo convirtieron también en un comunicador imprescindible y singular. Como señaló Xavier Seoane en Reto ou rendición: ‘Pocas veces dio Galicia un intelectual de actitud menos elitista, más hermanado con el sentir colectivo, con la creatividad y la sensibilidad de su pueblo’. Efectivamente, la gran cantidad de proyectos colectivos que emprendió, o sus audiciones radiofónicas, son ejemplos de su interés abierto a las diferentes manifestaciones culturales del momento. Desde Buenos Aires, y durante 17 años, Luis Seoane dirigió y escribió él mismo los guiones de las audiciones radiofónicas de Galicia Emigrante, desde el 10 de octubre de 1954 al 18 de abril de 1971. Con el mecenazgo del industrial gallego afincado en Buenos Aires Javier Vázquez Iglesias, estas audiciones revelaban el estilo intuitivo de Seoane, su vocación divulgadora, plural, su talento para la comunicación. Luis Seoane fue un articulista excepcional, como demostró en la revista Galicia Emigrante, pero también tenía la habilidad de la fluidez y la improvisación que exige un medio tan coloquial como el radiofónico. Con el arte, la literatura y la historia como fondo, diseccionaba la actualidad gastronómica, cinematográfica o musical, en muchos casos con ironía y humor. Mientras, en los momentos de pausa se emitía música tradicional gallega con un comentario crítico. Esta opción comunicativa es seguramente consecuencia de su pasión por la tertulia y de una capacidad innata de dar sentido a proyectos muy diversos, la misma que tendrá para generar imágenes, para figurar recuerdos.

Luis Seoane luchará desde el exilio junto a intelectuales como Arturo Cuadrado, Lorenzo Varela, Rafael Dieste o Eduardo Blanco Amor. Buenos Aires era entonces un núcleo cosmopolita, pero también un lugar donde publicar libros en el idioma prohibido: el gallego. Entre sus amigos argentinos, destacan nombres conocidos como el escritor Jorge Luis Borges, el poeta Alberto Girri, el fotógrafo Horacio Coppola, el dibujante y escenógrafo italiano Attilio Rossi o el calígrafo alemán Jacobo Hermelin, entre muchos otros. Otros habituales visitantes de la casa de Seoane fueron Rafael Alberti, Julio Cortázar o Ernesto Sábato. A ellos hay que sumar los citados intelectuales gallegos o el artista Manuel Colmeiro, así como la relación epistolar con muchos otros cómplices de su militancia cultural como Fernández del Riego o Carlos Maside, o su posterior relación emprendedora con Isaac Díaz Pardo. Hijo de la emigración y argentino de adopción, Luis Seoane también participa activamente de la cultura del país argentino y esa labor será significada con galardones como el Premio Palanza y reconocimientos como el de la Academia Nacional de Bellas Artes, donde se integrará como miembro en 1968.

Luis Seoane trabaja los valores de Galicia desde una óptica universal. De ahí la complejidad de abordar una figura con tantas aristas, que no recomienda el estudio diferenciado de cada una de sus disciplinas. Porque si a Luis Seoane se le conoce sobre todo como pintor, hay que significar que a la pintura llega con un importante bagaje intelectual y que casi siempre adelanta en el dibujo, en el diseño gráfico, en el muralismo o en el grabado los avances y logros de su pintura. Una pintura que, por otro lado, no se ha acabado de entender por reducirla en su contextualización a filiaciones primeras, por otro lado cercanas a cualquier artista de vocación internacional del siglo XX, con la mirada puesta en Picasso, Matisse o Léger. Pero también la influencia temprana de Cézanne —casi siempre obviado— resulta clave, como la de quien será su maestro más cercano, Carlos Maside. Malevich y los artistas rusos supusieron otra influencia fundamental, y los logros del arte Pop un encuentro en el tiempo que se reconducirá de modo muy diferente, aun compartiendo algunos de sus valores y formalizaciones. Y será, sobre todo, una curiosidad insaciable por la cultura germánica lo que acabe por definir una personalidad diferente al resto de sus compañeros renovadores de la pintura gallega, española y latinoamericana. El Paul Klee que pasa por Goya, las escenas de George Grosz, o las formas y los espacios de Hans Richter son constantes que aparecerán en diferentes etapas del artista.

Otra relación vital de su pintura es la que establece a partir de sus conocimientos del diseño gráfico. En este sentido, nombres como los de Alvin Lustig o Paul Rand son absolutamente imprescindibles para entender la evolución de un Luis Seoane que confesará que lo que más le sirvió para desarrollar su trabajo de pintor mural fueron las cubiertas que realizó para la editorial Botella al Mar. Por supuesto, a estos nombres del diseño habría que sumar a El Lissitzky, Herbert Bayer y la Bauhaus, o el citado Attilio Rossi, con quien compartirá descubrimientos. Seoane admiraba a Kandinsky, a Eisenstein, a Freud, a Kafka, a los poetas irlandeses; la música de Gaspard de la nuit, las paradojas de Chesterton, el campesinado de Malevich, los grabados japoneses, los vitrales de la Catedral de León que conocerá viajando con su tuna republicana, o el románico compostelano y catalán, entre muchas otras cosas. Infinitas fueron sus lecturas y sus escritos, y todo ello conseguía destilarlo desde lo propio, desde lo popular.

La historiadora y crítica argentina Nelly Perazzo señala cómo los trabajos de Luis Seoane funcionan como resonancias, ‘ondas expansivas que, como los círculos concéntricos que dibuja una piedra al caer en el agua, determinan una comprensión cada vez más profunda de uno de los artistas más completos que ha dado el país’. Por eso, como dirá Rafael Squirru, ‘al caso Seoane no es fácil encontrarle la punta del ovillo’. Porque esas ondas no son sucesivas, sino simultáneas. Como si fuese necesario acceder a Seoane desde una óptica propiamente cubista para componer el rompecabezas. Seguramente todo confluye en su pretendido sentido social: el grabado por su capacidad comunicativa y su multiplicidad popular, la pintura por sus temas, el arte mural por su integración en el espacio común, el diseño editorial por su dimensión literaria y distribución, la publicidad por su capacidad para llegar a las masas, su labor de editor por la difusión comunicativa o su labor radiofónica, son algunos ejemplos. Seoane es una personalidad insistente en sus preocupaciones y constante en su reivindicación de una Galicia mítica, celta, medieval, emigrante, combativa en sus guerreros, campesina, pescadora y popular. Pero será sobre todo una Galicia matriarcal, que tiene en la mujer su símbolo sereno, que espera la liberación de su dolor cerca del mar, o en las puertas de sus casas.

En sus obras formalmente es un artista que emprenderá muchos caminos diferentes. Lo que sí se mantiene como una constante en toda su trayectoria es su temática y su ética, en lo social y lo político, como un acorde sostenido que encarará desde distintos instrumentos y sonoridades. El asunto será su semilla, como reconocerá en carta a Carlos Maside. Galicia, su historia, sus mitos, sus trabajos, sus costumbres, el mundo rural y el marinero, la Edad Media, en definitiva, la idiosincrasia de sus gentes, son temas que lo acompañan y que resumió en sus tapices, preparando una exposición que no pudo ver antes de morir y de la que únicamente le quedaba por finalizar un tapiz. Pero, como reconocerá en alguna ocasión, será el estatismo en la figura humana su tema principal. Esas campesinas y pescadores que esperan y componen una estampa intemporal: Galicia.

Hay, por tanto, muchos ‘Seoanes’ también en su pintura, que dan sentido a esos círculos concéntricos. Lo más significativo es cómo opera a partir de grandes masas de colores saturados, casi siempre vivos e intensos, consecuencia directa de su relación con las artes gráficas y que funcionan por oposición, por contraste. Sobre el color, que estructura, está la aparente libertad de la línea, el grafismo virtualmente espontáneo, nunca inocente, sino constructivo, y la mancha negra, que vibra, que endurece el mensaje, la frescura, el ritmo. Curioso es cómo, en muchos casos, presenta los rostros de frente y de perfil, actitud que parte del cubismo y que desarrolla a su manera. Seoane elude la perspectiva para recordarnos su origen, para homenajear al Románico. Evoca así lo simbólico, lo sintético, lo frontal, el signo. La realidad de la memoria y la realidad de su presente se suman en una pintura alejada del virtuosismo forzado. Luis Seoane procuró lo elemental, buscando lo expresivo desde una pintura plana que guarda la magia de lo esencial, capaz de huir de la anécdota y del detalle para ensalzar el color de lo popular, el de los toldos de los circos, el de los naipes, que inspirarán también colecciones como Mar Dulce para Editorial Nova. En alguna ocasión tomará prestada la conocida frase de El Lissitzky, ‘el color es una piel sobre un esqueleto’, para matizar que, por su parte se esforzaba en señalar el esqueleto sobre esa piel.

En muchas de sus pinturas podemos intuir un escultor. Mientras, su manera de concebir el libro como una obra de arte integral, como arquitectura, le llevará a entender el grabado como un elemento clave y revolucionario a la hora de transformar la sensibilidad de la gente. Son los artistas contemporáneos quienes recuperan el libro como obra, y Seoane será uno de los primeros, como diseñador gráfico y como maestro grabador. La capacidad de comunicación del libro, de llegar a las masas, y su dimensión literaria, serán claves que sabrá definir para convertirse en uno de los principales artistas de su tiempo. Como señala Fernando Cordero de la Lastra: ‘La importancia de la obra grabada por Seoane —tanto estampas sueltas como ilustraciones para libros— en el marco del trabajo de los artistas de este siglo, solo puede ser comparada con la realizada por Miró en primer lugar, con sus casi trescientos libros ilustrados, o Picasso’. La comunicación directa del artista con su pueblo que permite el grabado es algo que Luis Seoane toma de Castelao y Maside. Más tarde, la aparición de distintas técnicas gráficas, sobre todo a partir de los años cincuenta, intensificará su labor de grabador hasta convertirse, por cantidad y calidad, en clave de su obra. Grabar como quien ara la tierra, como quien labra, aprovechando la textura de la madera, sus tonos de color, sus vetas. La materia es un elemento de lo pictórico, un recurso más. Además de la madera, su soporte más habitual, usará el linóleo o el estarcido, o el collage que une madera y metal, empleando clavos y elementos punzantes para ese efecto de rayado.

Luis Seoane amaba las miniaturas del Códice Calixtino y las de las Cantigas de Alfonso X el Sabio. Conocía bien la obra de Durero, de Munch, de Gauguin, los libros románicos y góticos, los breviarios. Por supuesto, influía en esa mirada el filtro de los logros de Matisse, y de Picasso. En Luis Seoane todo confluye y se contamina, porque siempre mantuvo un sentido crítico y su formación intelectual fue incesante. En su pintura asume el grabado, en la gráfica publicitaria toma prestados juegos de planos de sus bodegones y estos, a su vez, son consecuencia de sus libros. Toda su obra es una suerte de síntesis. Guillermo Whitelow señala cómo, a veces, ‘algunos de sus óleos semejan contagiarse del trazo, del nerviosismo que recorre la entraña de la madera tallada, que inerva la plancha de metal, que taracea el linóleo’. Porque es en el grabado donde se proyecta su fantasía, donde se desata el ritmo, y el rayado celta, enigmático, se destila con emoción expresionista. Mientras, en su pintura mural, Luis Seoane maneja materiales con una destreza singular, buscando proyectar el misterio que encierra la historia de cada uno de ellos, el relieve transparente de los vitrales, la historia deconstructiva del mosaico, lo artesanal de la cerámica, la piedra picada. Todo se combina con materiales nuevos como el cemento o el hierro, respetando la cualidad de cada material como ocurre en el grabado con la madera y sus leyes.

Lorenzo Varela describirá el espíritu de Seoane como medieval y nervioso. Varela confesará que tardó en entender que Seoane ni era español ni argentino, sino de una nacionalidad a la que pertenecían muchos hijos de emigrantes: la galaico-criolla. Para Varela, Seoane portaba una doble nostalgia, una doble esperanza, una doble condición humana: la Galicia celta y la Argentina criolla. Pero su universalidad se da, sobre todo, por su actitud, porque nada le es ajeno. Varela cuenta cómo le presentaron a Federico García Lorca en el escenario del Teatro Español: ‘De lo primero que me habló, apenas cambiadas las primeras palabras vagas de rigor, fue de ese gran dibujante, un muchacho increíble, de Santiago de Compostela... Luis Seoane’. Lo señaló con especial cariño su amigo Marino Dónega el día de su despedida en el coruñés cementerio de San Amaro: ‘Luis Seoane fue desmesurado en todo. Desmesurado en su patriotismo gallego, en su arte, en la animación cultural, en la amistad. En cambio, sus creaciones eran siempre medidas, equilibradas, transparentes, desnudas, de una suprema elegancia’.

Luis Seoane. Retrato de esguello recoge obras, proyectos editoriales y documentos gráficos que abarcan desde sus inicios como dibujante y diseñador en Galicia hasta su paulatino regreso al final de su vida. Sus dibujos, sus viajes, sus acuarelas, sus libros, sus pinturas, la evolución de un estilo propio, la calidad cromática de sus tapices, sus diseños cerámicos, sus carteles, sus narraciones, sus grabados, su poesía, sus murales... Todo cabe cuando uno mira de reojo y descubre que para Luis Seoane, una cabeza nunca es una, y puede desdoblarse de frente y de perfil”.

David Barro

Comisariado

David Barro


David Barro es director gerente de la Fundación Luis Seoane desde febrero de 2014. Crítico y comisario de exposiciones, ha sido director de DARDO (2006-2014), desde donde editó más de 80 libros de artistas contemporáneos y dirigió la revista DARDOmagazine. Asesor de la Fundación Barrié, fue responsable de su Colección de Pintura Internacional (2008-2013). Ha sido director artístico y miembro fundador de A Chocolataría, director de la revista portuguesa [W]art (Editorial Mimesis), director de la revista Arte y parte, director de la revista InteresaArte (Editorial Galaxia), director artístico del proyecto Look Up! Natural Porto Art Show (2011), director artístico do Festival Internacional de Acción Artística Sostenible SOS 4.8 de Murcia (2011) y director de la feria de arte Espacio Atlántico en Vigo (2010). También ha ejercido de profesor en la Escola das Artes de la Universidad de Oporto (2002-2007). En el año 2003 comisarió en el MARCO la exposición “Otras alternativas. Nuevas experiencias visuales en Portugal”.