MEMORIAS IMBORRABLES. Una mirada histórica a la Colección Videobrasil
Ficha
Akram Zaatari, Aurélio Michiles, Ayrson Heráclito & Danillo Barata, Bouchra Khalili, Carlos Motta, Coco Fusco, Dan Halter, Enio Staub, Jonathas de Andrade, León Ferrari & Ricardo Pons, Liu Wei, Luiz de Abreu, Mwangi Hutter, Rabih Mroué, Rosângela Rennó, Sebastian Diaz Morales, Vincent Carelli & Dominique Gallois, Walid Raad
Del “descubrimiento” de Brasil por los portugueses al golpe de estado en Chile, el ataque del 11 de septiembre en Estados Unidos, la masacre de Tiananmen en China, o la Guerra Civil en Líbano; existen muchas formas de relatar —o de intentar borrar— historias que se mantienen vivas a través de la sensibilidad y la obra de artistas procedentes de esos lugares. La muestra Memorias imborrables: Una mirada histórica a la Colección Videobrasil presenta un conjunto de piezas que contribuye a rescatar la memoria de eventos y conflictos cuya interpretación se ha basado en versiones oficiales de la parte vencedora, ofreciendo narrativas personales que se hacen públicas a través del arte.
Memorias imborrables supone un punto de inflexión, pues se trata de la primera gran exposición realizada a partir de la Colección Videobrasil, que en la actualidad reúne en torno a 3.000 obras (entre ellas publicaciones, documentación, y unos 1.500 trabajos en vídeo a partir de los años ochenta) de artistas procedentes del Sur Geopolítico del mundo, eje curatorial de Videobrasil, que comprende países de Latinoamérica, Caribe, África, Oriente Medio, Europa del Este, Sur y Sudeste de Asia, y Oceanía. A partir de la inmersión en este complejo y variado universo, la selección realizada por Agustín Pérez Rubio incluye obras que tienen en común temas como la violencia de estado, las fronteras políticas, y los prejuicios.
El viernes a las 19.00 tendrá lugar en el salón de actos una conferencia de Solange Oliveira Farkas, directora de la Associação Cultural Videobrasil.
Itinerancia
MARCO, Museo de Arte Contemporánea de Vigo
11 septiembre 2015 – 7 febrero 2016
La exposición se exhibió por vez primera en Sesc-Pompeia (São Paulo, Brasil), entre agosto y noviembre de 2014. En 2015, Memorias imborrables. Una mirada histórica sobre la Colección Videobrasil comenzó su itinerancia internacional en Argentina, inaugurándose oficialmente el 25 de junio en el MALBA, Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires. A continuación viaja a España y Alemania, y antes de finales de 2016 será mostrada también en México.
Catálogo
El catálogo, coeditado por Associação Cultural Videobrasil y Edições Sesc São Paulo, ha sido coordinado por Agustín Pérez Rubio, comisario de la muestra y actual director del MALBA, Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires. El comisario invitó a críticos de arte, antropólogos, lingüistas e investigadores en cine y semiótica de nueve países a que escribiesen sus aportaciones sobre la muestra de las obras de los 18 artistas de diferentes nacionalidades, que abordan episodios de conflictos históricos. Con la coordinación editorial de Teté Martinho y diseño gráfico de Celso Longo + Daniel Trench, el volumen recoge imágenes de las obras en exposición y de la muestra en los espacios de Sesc-Pompeia, con textos en portugués e inglés.
Información y visitas
El personal de salas está a disposición de los visitantes para cualquier consulta o información relativa a la exposición, además de las visitas guiadas habituales:
Todos los días a las 18.00
Visitas ‘a la carta’ para grupos, previa cita en el tel. 986 113900
+ info: Associação Cultural VideoBrasil
Síntesis del proyecto
Ofrecer al público contacto con las conexiones entre el arte y la historia humana es el objetivo común del Sesc São Paulo y la Associação Cultural Videobrasil, fruto de una colaboración de más de treinta años en la organización de exposiciones, publicaciones, producciones audiovisuales y el Festival de Arte Contemporáneo Sesc_Videobrasil, celebrado en São Paulo desde el año 1983.
Comisariada por Agustín Pérez Rubio, la exposición Memorias imborrables. Una mirada histórica sobre la Colección Videobrasil es la primera iniciativa que implica a la Colección Videobrasil y a un comisario invitado, como parte de un conjunto de estrategias pensadas para que una colección creada hace treinta años se mantenga activa y en contacto con el mundo.
Memorias imborrables supone un punto de inflexión, pues se trata de la primera gran exposición realizada a partir de la Colección Videobrasil, constituida en 1991, que en la actualidad reúne en torno a 4.000 ítems (entre publicaciones, documentación, y unos 1.500 trabajos en vídeo a partir de los años ochenta) de artistas procedentes del Sur Geopolítico del mundo, eje curatorial de Videobrasil, que comprende países de Latinoamérica, Caribe, África, Oriente Medio, Europa del Este, Sur y Sudeste de Asia, y Oceanía.
A partir de la inmersión en este complejo y variado universo, la selección realizada por Agustín Pérez Rubio incluye 18 obras que, aunque producidas en regiones y períodos diversos a lo largo de treinta años, todas ellas tienen en común temas como la violencia de estado, las fronteras políticas, y los prejuicios.
Del “descubrimiento” de Brasil por los portugueses al golpe de estado en Chile, el ataque del 11 de septiembre en Estados Unidos, la masacre de Tiananmen en China, o la Guerra Civil en Líbano; existen muchas formas de relatar —o de intentar borrar— historias que se mantienen vivas a través de la sensibilidad y la obra de artistas procedentes de esos lugares. La muestra Memorias imborrables. Una mirada histórica a la Colección Videobrasil presenta un conjunto de piezas que contribuye a rescatar la memoria de eventos y conflictos cuya interpretación se ha basado en versiones oficiales de la parte vencedora, ofreciendo narrativas personales que se hacen públicas a través del arte.
Texto curatorial
Juego de espejos. Proyectando recuerdos contra la amnesia histórica
Nosotros recordamos naturalmente lo que nos interesa y porque nos interesa.
John Dewey
Llegará un día en que nuestros recuerdos serán nuestra riqueza.
Paul Géraldy
Tras haber leído las dos citas que encabezan este texto, tanto la del filósofo y pedagogo estadounidense como la del poeta y dramaturgo francés, no es extraño pensar que la construcción de nuestra memoria es selectiva y, por ende, una construcción cultural. Incluso se podría pensar que la memoria es como una gran colección de recuerdos sucedidos a lo largo de la historia (individual o colectiva) que posee un valor incalculable y que forma parte de nuestro más preciado capital. Es por eso que quien más riqueza ostenta no es solo quien más recuerdos posee, sino aquel que puede atesorarlos, hacerlos vívidos o vivirlos infinitamente. Esta idea de la memoria como construcción resulta útil a la hora de hablar de una colección, pues esta no solo recopila, mantiene y muestra artefactos u objetos, sino que, más bien, es el dispositivo que conecta las experiencias diversas a las que esos artefactos se refieren. Así, una colección será más importante e interesante en cuanto nos devuelva experiencias únicas vividas y sentidas por artistas o nos haga rememorar o recordar otros mundos posibles, aunque estos también formen parte de este, como diría Paul Éluard.
En este sentido, la historia, la memoria y el recuerdo constituyen gran parte de la experiencia que viví durante más de un año y medio de exploración por las aguas de la Colección Videobrasil. Una experiencia de la que me siento muy afortunado, por ser el primer curador invitado a realizar una muestra a partir de más de tres mil piezas audiovisuales: desde obras de arte a documentos, registros, programas de televisión, etc. Esta labor llevaba implícita la idea del extraer de la memoria, o de cierta laguna, cosas del pasado. Así, para la muestra que aquí se presenta he tenido muy en cuenta que forma y contenido se dieran la mano. Explorar una colección formada con continuidad durante más de treinta años, a través de la historia del Festival y de la institución, implicaba reconstruir la intrahistoria de Videobrasil. En este sentido, he tenido siempre en mente la riqueza del acervo, conformado por obras, programas de televisión, entrevistas, documentales, registros, etc. Quise ser fiel a esos materiales, a su totalidad y a la realización de una especie de timeline oculto que contuviera las piezas ganadoras en ediciones pasadas y los programas públicos realizados desde la década de 1980 hasta nuestros días. En consecuencia, esta muestra está teñida de las nociones de historia y recuerdo, de recuerdo y relectura, aunque para muchos no sea necesario recordar algunos trabajos de las últimas ediciones pues son parte de la vida real, piezas e historias vividas en la carne y en el cuerpo.
Con esto quiero recalcar la labor personal, humana y material que implicó esta colección, para la cual los artistas, guiados por la mano de Solange Farkas y su equipo, han conformado un repertorio audiovisual esencial a la hora de conocer la historia más reciente del vídeo en el Brasil. Además, esta labor también ha sido, y esta Colección es, una vía de conocimiento del contexto del arte brasileño y una oportunidad para ampliar la difusión y las relaciones del Festival a lo largo de su historia. Aquí me gustaría comenzar a bucear en el porqué de esta muestra, de la decisión de realizar un proyecto con un carácter geopolítico sobre la memoria social y política de ciertos países que, en la era global, se ha convertido en parte de nuestra coexistencia; un proyecto que va en contra de la amnesia histórica que a veces se impone y que sigue campando a sus anchas en el territorio de lo político, social, religioso e, incluso, corporativo y personal.
Es grato afirmar que la Colección Videobrasil surge en un momento en el cual el vídeo es una herramienta política de lucha en contra del sistema económico y galerístico del arte, en el que los videoartistas se centran en sus relaciones con la televisión y otros medios. Así pues, receptor y emisor tienen la misma idea o, lo que es mejor, contenedor y contenido son utilizados desde un punto de vista social y político, algo que siempre ha interesado a los videoartistas. Gracias a su bajo coste de producción, su fácil manejo y su transportabilidad, este medio se ha democratizado más aún en las últimas décadas y ha facilitado un uso casi amateur por parte de artistas, posibilitando la producción de obras que ocultan el dispositivo mismo como una forma de autocensura.
Otra de las claves para entender esta muestra y la Colección es evidenciar que Videobrasil dejó de ser un festival del Sur y se transformó en un festival de muchos “sures” al adoptar la idea de un Sur geopolítico, como le gusta denominarlo a su directora Solange Farkas. Fue ella quien conectó el Festival con realidades de otras partes del mundo a través de la muestra Panoramas del Sur, que inicialmente se centró en la realidad política latinoamericana y que, poco a poco, comenzó a evidenciar una visión geopolítica del Sur que incluía otros sures: desde África a Australia, desde Oriente medio a China y el Sudeste asiático, etc. Este eje político se mantiene y amplía las visiones del Sur que hoy conocemos a través del Festival y de sus participantes. Con esto intento resaltar el carácter sumamente político y geográfico que presenta esta Colección, carácter que sin embargo se refleja en variados formatos, técnicas, temáticas y experiencias. Esta mirada propia del Festival ha sido la principal fuente de la Colección y está presente también en Memorias imborrables.
Al trazar la idea que estructura esta muestra me viene a la memoria el juego de espejos enfrentados, donde un espejo se refleja en el otro, y el otro, a su vez, refleja el contenido general de la imagen. En este caso, tanto Videobrasil como la muestra, o bien la muestra como concepto y las obras, conforman una estructura del todo general. Pero, al mismo tiempo, las obras reflejan o proyectan sus intereses históricos sacando a la luz la realidad de lo sucedido y también de sus ficciones. En este caso, proyectar para mí es reproducir, sacar a la luz, rescatar de la oscuridad y del olvido; esas son las acepciones que me gustaría subrayar y enfatizar a la hora de abordar esta muestra en contra de la amnesia histórica.
El concepto de amnesia histórica ha sido el motor de la muestra. Se trata de un término usado en el estudio de la historia, la cultura y la sociología que define la situación por la cual las personas olvidan grandes acontecimientos o tendencias, habitualmente negativos, y recuerdan el pasado de forma selectiva. Las consecuencias derivadas de esta amnesia podemos verlas constantemente en las políticas de los gobiernos, en la educación, en los periódicos y hasta en personas que padecen una notable falta de apego a su propia historia. Esta situación puede provocar desde la alteración de la capacidad para aprender nueva información (amnesia anterógrada); el deterioro de la capacidad de recordar hechos pasados y la información previamente conocida (amnesia retrógrada); y la construcción de recuerdos falsos (fabulación), ya sean totalmente inventados o compuestos de recuerdos auténticos fuera de lugar en el tiempo; hasta problemas con la memoria a corto plazo o pérdida de memoria parcial. En otras palabras, es claro que no queremos que nos afecte la amnesia, o mejor dicho, queremos que el arte nos devuelva esa colección de experiencias vividas, tanto las bellas como las más crueles e inhumanas, para aprender constantemente de ellas.
En este sentido, la muestra Memorias imborrables pretende poner en evidencia los compromisos derivados de los estudios poscoloniales en la creación contemporánea, haciendo una primera indagación en los aspectos relativos a las acciones provenientes de la conquista de América, en especial la de los portugueses en el Brasil, y los conflictos que esto ha provocado tanto en dicho país como en otros territorios. Tomando el concepto de conquista como esa acción donde la violencia del hombre fue autoimpuesta para regir, gobernar y esclavizar, esta metáfora se amplía desde este hecho en el Brasil a un mundo globalizado, deteniéndose en diferentes acontecimientos de la historia del siglo XX y comienzos del XXI, como las microhistorias de esos conflictos que han azotado el Sur y han afectado a las vidas de sus habitantes.
Existe una especie de erosión entre los nuevos colonizadores y los aspectos que de ahí se derivan: temáticas relativas al indigenismo olvidado, a la esclavitud y al racismo por parte de la sociedad que impuso sus cánones; una serie de cuestiones geopolíticas como las fronteras y la inmigración, la memoria erosionada de un gran sector de la población, las guerras y las derivaciones de un Sur que a veces teme al poder del Norte o que se siente amordazado por este. El eje de la muestra está compuesto por once obras y su lectura se organiza de acuerdo a los acontecimientos históricos a los que se hace referencia. Las obras se presentan en orden cronológico en cada una de las sedes donde se exhiben, de manera tal que la historia pueda ser tanto sincrónica como diacrónica en su presentación y como experiencia conceptual. Esto puso en evidencia que las historias y vivencias se repiten y que, a veces, no se trata del tiempo en un sentido histórico único, sino de uno amplificado y comunitario. Con este fin, a estas once piezas principales se unen otras obras, registros, acciones, documentales, etc. —hasta completar dieciocho—, para dar un mayor eco a las ideas y los sucesos presentados. Por lo tanto, hay algo único en cada obra, pero también un conjunto en el que las piezas se interrelacionan por temas, por cronologías, por territorios, o por los testimonios de las personas que han vivido los conflictos.
Lo que pretenden estos artistas es mantener viva la memoria de los hechos conflictivos, hechos del pasado que han sido olvidados o interpretados en muchas ocasiones por un narrador vencedor y escritor de la historia, o con un poder que ha posibilitado que muchos de estos acontecimientos parezcan no pertenecernos ya; pero no es así. La historia puede darse a nivel sincrónico y a nivel diacrónico; por eso, es preciso que, aunque tengamos clara esa sucesión diacrónica de los hechos que nos han contado, sepamos que también en ese momento acontecen otros hechos de igual relevancia. Además, es de vital importancia pensar de qué manera la historia de estos conflictos es vista desde el presente, donde todo nos parece lejano y pasado, pero en el que los conflictos de raza, sexo, género, esclavitud, fronteras y guerras siguen vigentes.
Resulta increíble que el ser humano haya evolucionado tanto pero que, al mismo tiempo, se niegue a recordar. Muchas veces, un conflicto de gran magnitud provoca un período postraumático de amnesia, ya sea porque realmente se desea obviar el conflicto o porque no interesa recordarlo para otros. Los artistas, a través de sus obras, ponen el dedo en la llaga, apuntan a aquello que parece olvidado o que se ha desvanecido, ya sea para sumarse a la contestación, la lucha o la repulsa, o bien para devolvernos su recuerdo.
No se puede avanzar en un mundo amnésico y aséptico, donde no se recuerda ni queda huella de nada. Esto me recuerda una experiencia de mi pasado personal. Hace poco tiempo, en mi España, hace tan solo cuarenta años, existía la dictadura del General Franco, que duró más de treinta y cinco años. Desde su muerte hasta hoy, se ha intentado olvidar su existencia: se borró su nombre de calles, plazas, figuras, y se eliminó todo aquello que recordara a esta figura y los traumas que había provocado. La consecuencia de esa decisión es que la gente menor de veinte años no sabe o no recuerda quién era Franco, no conoce los males, la censura, ni las barbaridades que este personaje causó. En este punto, cabe preguntarse de qué manera debemos perpetuar la historia. ¿Recordar para no volver a caer en los mismos errores y poder leerla con veracidad y sin idolatrarla, a pesar de que el recuerdo nos produzca dolor o malestar?
Son muchos los hechos históricos que la muestra recoge a través de las obras de estos artistas. La exposición comienza —no por casualidad—por la conquista del Brasil con Vera Cruz (2000), de Rosângela Rennó, donde la ficcionalización de un documento nos pone en alerta en dos niveles. Por un lado, ¿cómo es posible que nos haya llegado un documento tan fiel a los datos históricos de la Carta de Pedro Vaz de Caminha si no existían el cine ni la fotografía en esa época?; y por otro, ¿cómo hemos imaginado o nos han contado todos estos datos relacionados con el otro, en el más puro sentido derridiano del término? La intención al comenzar con esta pieza es ponernos en alerta y recordar que todo lo contado es una ficción, una ficción cultural, así como también el arte es una visión subconsciente y ficticia de la realidad, aunque, al mismo tiempo, intente acercarse lo más posible a esta.
La muestra aborda la exportación de los esclavos desde África al Brasil —y a otros países del sur de América Latina— en la obra de Ayrson Heráclito y Danillo Barata, quienes de forma muy poética y casi performativa nos traen recuerdos de viajes y de mares surcados con sufrimiento. A estos temas se suman el sollozo de la performance de la artista keniana Ingrid Mwangi, en una sobrecogedora actuación de 2005 acontecida en el marco del Festival Videobrasil; las luchas agrarias de principios de siglo XX en el Brasil, de la mano de Enio Staub; el golpe de Estado en Chile y el robo del mar a Bolivia por parte de Chile, tratado de forma irónica en una ficción titulada Projeto Pacifico (2010), de Jonathas de Andrade; las luchas políticas de los indígenas Sataré-Mawé contra la multinacional petrolera francesa Elf Aquitaine, que invadió el territorio demarcado por los sataré a comienzos de la década de 1980, por parte de Aurélio Michiles; los documentales magistrales sobre los indígenas del Brasil, a los que no se los ha respetado en muchas ocasiones, de Vincent Carelli y Dominique Galois; el recuerdo de la matanza de Tiananmén —de la que en 2014 se cumplió el 25° aniversario—, de Liu Wei, quien tiene muchos problemas para salir de China debido a las trabas de su gobierno.
También está presente uno de los grandes conflictos del siglo XX, el apartheid sudafricano, a través del trabajo de Dan Halter, quien a modo de videoclip pone en relación cuáles eran los hábitos de la juventud blanca y de la negra con respecto a la música y a las protestas en Sudáfrica antes de la liberación. Por otra parte, la raza y la visión contemporánea del racismo vienen de la mano de Luiz de Abreu, ganador del Festival en 2013 con su performance titulada O samba do crioulo doido, en la que vincula la iconografía con las apariencias del cuerpo negro masculino en la actualidad. La guerra del Líbano, otro importante acontecimiento reciente, está representada en tres obras: el vídeo de Rabih Mroué, Face A Face B (2002), que trata la inmigración, el recuerdo y los afectos personales derivados de estos conflictos; el registro de la lectura performance de Walid Raad sobre el archivo de The Atlas Group; y el vídeo de Akram Zaatari, titulado In this House (2004).
Las políticas imperialistas de Estados Unidos están presentes en las performances de León Ferrari y Ricardo Pons, Casa Blanca (2005); los actos de vejación en Guantánamo están registrados en la performance de Coco Fusco, Bare Life Study #1 (2005). Asimismo, la tragedia que azotó a Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001 es revisitada a través de la mirada de un inmigrante, Carlos Motta, que también es el autor de la obra. Hacia el final de la exposición nos encontramos con un suceso importante y trágico en América latina —el “corralito argentino”— que emerge a través de la pieza Lucharemos hasta anular la ley (2004), de Sebastian Diaz Morales. Por último, las inmigraciones masivas de los norteafricanos a Europa y sus terribles viajes y sucesos nos llegan por medio de testimonios presentes en la instalación de Bouchra Khalili, Four Selected Videos from the Mapping Journey Project (2008-2011).
Más allá de una descripción detallada de cada uno de estos sucesos y muchos otros que componen los conflictos de nuestra macro y microhistoria, lo importante es hacer una reflexión sobre cómo leer la historia, cómo guardarla, cómo evocarla, para aprender de ella sin dejar de dar un vuelco al pasado para privilegiar el futuro, algo que, sin poder evitarlo, esta muestra también asume como característica típica de la modernidad. En este sentido, necesitamos hablar de la memoria histórica y de las diferentes formas de crearla, para que no sigamos abriendo periódicos y viendo la televisión y nos quedemos impasibles ante sucesos y hechos que nos han sucedido a nosotros y también a nuestros antepasados. En definitiva, se trata de construir un manual para seguir adelante, pero sin borrar aquello que ha acontecido.
Tenemos que ser realmente autocríticos a la hora de abordar las rememoraciones y sus modos de uso en los medios de comunicación, en las redes sociales, en la manera de confrontar nuestro trazado e hilvanado de esa memoria. Para estos cuestionamientos, que vertebran el proyecto, el texto En busca del futuro perdido. Cultura y memoria en tiempos de globalización (2002), de Andreas Huyssen, ha sido una verdadera inspiración.
Agustín Pérez Rubio
Comisariado
Agustín Pérez Rubio
Agustín Pérez Rubio es Director Artístico de MALBA, Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires. Se licenció en Historia del Arte por la Universidad de Valencia. Fue curador de más de 90 exposiciones en diferentes instituciones como el MNCARS, Madrid; la 50ª Bienal de Venecia; Mucsarnok, Budapest; CGAC , Santiago de Compostela; Santralistambul, Estambul; Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires; Chalottenborg Kunsthalle, Copenhague; EACC, Castellón; 9 Bienal de Nicaragua, Managua; y Sesc-Pompeia - Videobrasil, São Paulo.
Pérez Rubio desarrolló su trabajo curatorial más relevante en el MUSAC, incluyendo destacadas exposiciones monográficas dedicadas a artistas como Pierre Huyghe, Julie Mehretu, Dora García, Pipilotti Rist, Sejima + Nishizawa / SANAA, Elmgreen & Dragset, Harun Farocki, Dave Muller, Ana Laura Aláez, Ugo Rondinone, Azucena Vieites y Lara Almarcegui, entre otros. También fue co-curador con Octavio Zaya y María Inés Rodríguez de la exposición MODEL KITS. Pensar Latinoamérica desde la Colección MUSAC. Más recientemente está curando exposiciones individuales de artistas como Superflex, Sophie Calle, Néstor Sanmiguel Diest, Rosângela Rennó o Carlos Garaicoa, entre otros.
Él fue el creador y director co-fundador de RADAR, diario del MUSAC de Arte y Pensamiento, y director de la colección de libros AA (Arte y Arquitectura MUSAC). También es autor de varios libros de arte y catálogos de exposición, y ha contribuido a diversas publicaciones de arte. Por último, ha sido director de innumerables seminarios, jornadas y congresos, además de conferenciante en diversos simposios internacionales.