Pasiones Privadas, Visiones Públicas. Colecciones D.O. Galicia
Ficha
Resumen / Presentación
Una selección de fondos de colecciones privadas de Galicia, centradas en arte contemporáneo. Un conjunto de obras que, desde los años ochenta hasta el presente, nos ayuda a hacer un recorrido por la historia del arte y del coleccionismo más próximo. Más allá de la simple exhibición de las obras, la exposición intenta analizar sus particularidades y las relaciones entre sus contenidos, funcionando como homenaje y puesta en valor de estas colecciones. Existen múltiples factores que conforman el sentido de una colección y su propia razón de ser. PASIONES PRIVADAS, VISIONES PÚBLICAS supone un primer acercamiento hacia el coleccionismo privado en Galicia, y sitúa a la vista del público obras que hasta ahora permanecían ocultas.
Obras en exposición
La exposición reúne un total de 115 piezas, en su mayoría pinturas (41), esculturas (29) y fotografías (34), además de instalaciones (5), vídeos (4), dibujos (1) y maquetas (1).
Síntesis del proyecto
Haciendo realidad un proyecto concebido hace tiempo, el MARCO de Vigo presenta ‘PASIONES PRIVADAS, VISIONES PÚBLICAS. Colecciones D.O. Galicia’, una exposición en la que los artistas comparten protagonismo con los coleccionistas, sin duda uno de los pilares del sistema del arte contemporáneo y una de las piezas fundamentales en la historia de las relaciones, siempre complejas, entre arte y mercado.
A través de la selección realizada por el profesor y crítico de arte Fernando Castro Flórez, comisario de la muestra, se presenta un amplio conjunto de obras que, desde los años ochenta hasta el presente, ayuda a hacer un recorrido por la historia del arte y del coleccionismo más próximo. Como trasfondo, una lectura historiográfica sobre la aparición de las ferias de arte contemporáneo en los años sesenta, poco antes de que surgiera el concepto ‘sistema del arte’ (1972). Ferias, bienales, subastas y otros eventos relacionados con el mercado del arte están en relación directa con la evolución de las colecciones, auténticos testigos de la actualidad. Desde el momento en que ARCO se convierte en un punto de referencia, abriendo sus puertas a galerías y coleccionistas internacionales, se aprecia un incremento de fondos internacionales en las colecciones gallegas.
Partiendo de principios similares a los que inspiran el trabajo con artistas, comisarios, críticos o investigadores del contexto más próximo, se pretende en esta ocasión reconocer la labor y compromiso de los coleccionistas privados de Galicia con el arte de su época, y ofrecer a los visitantes una serie de piezas que, en la mayoría de los casos, no se habían visto en público desde que fueron adquiridas. Propietarios con un arraigado criterio estético, que supieron conservar su patrimonio artístico a través de la formación de una colección de obras de arte contemporáneo.
Durante el proceso de producción de la muestra, resultó sorprendente analizar los diversos factores que dan sentido a una colección, más allá del criterio en la adquisición de las piezas; y comprobar la gran cantidad de obras que han ido forjando la memoria de un momento y definiendo intereses puntuales o decisivos. La buena articulación de los conjuntos analizados, y la coherencia y rigor en sus planteamientos —sin olvidar que responden a criterios personales— sugieren la posibilidad de convertir esta muestra y su publicación en una primera fase o el primer capítulo de una serie.
Más allá de la simple exhibición de las obras, la exposición intenta analizar las similitudes y particularidades entre sus contenidos, con una selección basada en líneas fundamentales llena de matices individuales, que funciona de algún modo como homenaje y puesta en valor de estas colecciones, y como estímulo para fomentar el coleccionismo. Existen múltiples factores que conforman el sentido de una colección y su propia razón de ser. ‘PASIONES PRIVADAS, VISIONES PÚBLICAS’ supone un primer acercamiento hacia el coleccionismo privado en Galicia, y sitúa a la vista del público obras que hasta ahora permanecían ocultas.
Artistas
Abraham Lacalle
Adrian Piper
Alberto Datas
Ana Mendieta
Andreas Schulze
Angela de la Cruz
Ángeles Agrela
Anri Sala
Antón Lamazares
Antoni Muntadas
Antonio Murado
Armando Mariño
Baltazar Torres
Bernardí Roig
Berta Cáccamo
Candida Höfer
Cao Guimarães
Carlo Maria Mariani
Carlos Amorales
Carsten Höller
Charles Sandison
Chelo Matesanz
Chema Alvargonzález
Chema Cobo
Curro González
Damián Ortega
David Salle
Diego Santomé
DJ Simpson
Douglas Gordon
Efrain Almeida
Ernesto Neto
Federico Guzmán
Federico Herrero
Fernando Sánchez Castillo
Fiona Rae
Francisco Leiro
Frank Thiel
Gregor Schneider
Günther Förg
Helmut Dorner
Herbert Brandl
Ignacio Basallo
Imi Knoebel
Íñigo Manglano-Ovalle
Javier Núñez Gasco
Javier Vallhonrat
Jean-Marc Bustamante
Jiri Georg Dokoupil
John Coplans
Jonathan Hernández
Jonathan Meese
Jorge Perianes
José Antonio Hernández-Diez
José Bechara
José Pedro Croft
Juan Carlos Román
Juan Uslé
Julian Opie
Julião Sarmento
Karin Sander
Katharina Grosse
Liam Gillick
Luis Gordillo
Manolo Paz
Manuel Ocampo
Manuel Vilariño
Martin Kippenberger
Mateo Maté
Michel Majerus
Miquel Navarro
Olafur Eliasson
Pedro Cabrita Reis
Pedro Proença
Roland Fischer
Roman Signer
Rubén Ramos Balsa
Sandro Chia
Santiago Cirugeda
Sarah Jones
Shirin Neshat
Simón Pacheco
Stefan Kürten
Stephan Balkenhol
Susana Solano
Thomas Demand
Thomas Hirschhorn
Thomas Ruff
Tracey Moffatt
Txomin Badiola
Ugo Rondinone
Valeska Soares
Vasco Araújo
Vik Muniz
Walter Dahn
Xoán Anleo
Texto curatorial
“En el discurso infatigable del arte contemporáneo encontramos toda clase de ditirambos y loas en los que los artistas y los comisarios de exposiciones son, evidentemente, los principales destinatarios. No falta, obviamente, una verborrea ‘contextualizadora’ que, especialmente, demuestra la potencia hipnótica del museo y, con frecuencia, surgen consideraciones entre integradas y apocalípticas en relación con el mercado. De todos los factores del sistema del arte uno de los más olvidados es, ciertamente, el del coleccionismo privado. Y, sin embargo, resultaría casi imposible que la dinámica artística siguiera su curso, por cambiante y raro que este sea, sin contar con sujetos que deciden, por razones de muy distinta índole, adquirir un cuadro, una escultura, un vídeo o una fotografía. Tengo la impresión de que no se trata únicamente de que el coleccionista sea el gran desconocido sino que, en buena medida, se piensa que es una suerte de ‘mal necesario’. (...)
Ni siquiera la llamada teoría institucional del arte analiza, con propiedad, el papel del coleccionista que no es, únicamente, aquel que compra uno o dos cuadros para decorar su casa o un despacho sino que puede ser alguien poseído por una pasión tal que llegue a acumular cantidades sorprendentes de obras de arte. Un comisario como Robert Storr comenzaba una conferencia en la que ‘explicaba’ su idea de Bienal, siendo responsable del canónico evento de Venecia, recordando un salón en el que contemplaba extasiado obras de los grandes maestros de la vanguardia. Para el común el sitio ideal donde se encuentran con el arte es el Museo cuyo patrimonio siente, en cierta medida, como algo propio.
‘PASIONES PRIVADAS, VISIONES PÚBLICAS’ surge a partir del interés del MARCO de Vigo por rendir testimonio de la importancia de las colecciones privadas gallegas. Al estudiar algunas de las más importantes se comprueba, rápidamente, que en sus fondos se encuentran obras de excepcional calidad y en cantidad tal que podrían hacerse numerosas muestras con perspectivas variadas. Aunque en esas colecciones domina la pintura no faltan excelentes esculturas y también está bastante presente el lenguaje de la fotografía contemporánea; el vídeo tiene una presencia casi marginal poniendo de relieve que todavía es bastante difícil para el coleccionista privado asimilar ese tipo de producciones en el seno de sus específicos proyectos de colección. En todos los casos se trata de colecciones privadas que desbordan lo que serían las necesidades, por decirlo sin mayores rodeos, decorativo-domésticas. Cuando se acumulan, como sucede en estos amantes gallegos del arte, más de cien piezas —algunas de ellas con formatos propios ‘de museo’— queda claro que eso que anteriormente califiqué como veneno ha pasado a formar parte del organismo del coleccionista.
Charlando con los propietarios de las obras comprobé que el arte es, en todos los casos, una parte crucial de sus vidas. Siguen la actualidad artística con una intensidad y un conocimiento de causa superior al de muchos críticos desganados o pura y llanamente mercenarios, viajan a distintas ferias de arte, recorren el escenario de las bienales y, sobre todo, han llegado a establecer relaciones de complicidad con ciertos artistas. No responden al estereotipo, gestado especialmente a finales de los años ochenta, del comprador de arte obsesionado por la especulación, antes al contrario, sus actitudes están más cerca de las del ‘mecenas’ y, por supuesto, la de sujetos que con pasión y sentido crítico buscan minuciosamente las piezas que desean para sus colecciones que son works in progress.
En una época en la que hay ready-mades en todas partes, la pasión del coleccionista es la de encontrar lo único, aquello que no puede dejar de ser suyo. Cada colección es, en buena medida, autobiográfica, responde a prejuicios, obsesiones y pulsiones que no pueden ser fácilmente desveladas. La compra de una obra de arte reconduce al ámbito de lo privado, esto es una obviedad, aquello que al exponerse conseguía visibilidad. El proyecto del MARCO a partir de colecciones privadas gallegas reenvía a la caja blanca lo que estaba fundamentalmente almacenado o colocado en ámbitos familiares. Se trata, por tanto, de una oportunidad para el reconocimiento cultural tanto del papel del coleccionista particular cuanto la concreción de un gesto de generosidad por parte de los propietarios de unas piezas que abren al público más amplio la posibilidad de gozar y pensar en torno a lo que ellos marcaron previamente con la pasión de su mirada. Obras magníficas de artistas como David Salle, Francisco Leiro, Bernardí Roig, Antonio Murado, Martin Kippenberger, Chelo Matesanz o Baltazar Torres, entre casi un centenar de piezas, ofrecen al público un mapa fragmentario pero muy intenso de los planteamientos creativos contemporáneos. El museo no es solamente un lugar de distracción, una pieza de la movilización general turística, sino un espacio privilegiado para establecer relaciones articuladas de lo público con lo privado, donde la mirada del coleccionista, la selección curatorial y el juicio del espectador puedan establecer aproximaciones enriquecedoras”.
Fernando Castro Flórez
Comisario de la exposición
Comisariado
Fernando Castro Flórez
Fernando Castro Flórez (Plasencia, 1964) es Profesor Titular de Estética y Teoría de las Artes en la Universidad Autónoma de Madrid. Crítico de arte para el suplemento ABC Cultural, ha colaborado con regularidad en suplementos culturales de periódicos como El País, Diario16, El Independiente, El Sol, y El Mundo, entre otros; y revistas como Descubrir el Arte y Revista de Occidente. Director de la revista Cuadernos del IVAM y miembro del consejo de redacción de Pasajes. Ha formado parte del Patronato del Museo Reina Sofía y es miembro de su Comisión Asesora. Comisario de numerosas exposiciones individuales y colectivas en museos de todo el mundo, entre otras la Trienal de Chile, la Bienal de Curitiba o el Pabellón de Chile en la Bienal de Venecia de 2011. Ha comisariado exposiciones de artistas como Anselm Kiefer, Tony Cragg, David Nash, Nacho Criado, Fernando Sinaga o Antón Lamazares.
Ha sido editor y traductor de varias publicaciones, entre ellas las obras de Walter Benjamin. Entre sus libros publicados, destacan los siguientes: Elogio de la pereza. Notas para una estética del cansancio (Julio Ollero, 1992), Escaramuzas. El arte en el tiempo de la demolición (CendeaC, 2003), Sainetes y otros desafueros del arte contemporáneo (CendeaC, 2007), Una “verdad” pública. Consideraciones sobre el arte contemporáneo (Documenta, 2010) o Contra el bienalismo. Crónicas fragmentarias del extraño mapa actual (Akal, 2012).