“La prehistoria de este proyecto se remonta al año 2008, cuando decidí tener familia junto a mi pareja. Lo conseguimos siete años después tras muchos tratamientos. Fueron mellizos y resultó absolutamente desbordante. Casi no tengo imágenes (que no sean de móvil) de su primera infancia, pero la experiencia me parecía tan impresionante que constantemente pensaba cómo podría representar y transmitir una mínima fracción de semejante frenesí. Conseguí empezar a fotografiar en serio cuando ya tenían cuatro años y nos íbamos despidiendo de esa primera etapa de crianza en brazos.
Este período de revolución existencial me ha llevado a tomar conciencia de la importancia del tema de la maternidad, de su potencial como motor de evolución personal, social y, sobre todo, de la importancia del arte como transmisor de la visión en primera persona de los temas que atañen directamente a este sector de la población tan poco representado –fuera de convencionalismos e idealizaciones– en la sociedad y en el arte.
A raíz de mi investigación para la tesis doctoral en la que estoy trabajando y de la que estas piezas forman parte, he sido consciente de que en la literatura y fotografía contemporáneas existen cada vez más autoras que hablan con sinceridad desde su propia experiencia. Leer a Adrienne Rich, Jane Lazarre, Rachel Epp Buller, Laura Freixas, Patricia Merino, Esther Vivas, Carolina del Olmo, María Llopis, Julia Cañero o María do Cebreiro ha sido fundamental. Conocer el trabajo de Ana Casas, Ana Álvarez Errecalde, Elinor Caruchi, Catherine Opie, Hannah Cooke, Megan Wynne, Jade Beall, Verónica Ruth Frías, Natalia Iguíñiz, Natalie Lennard, Carmen Winant, Irmina Walczak o Jess Dobkin, entre muchas otras (todas ellas artistas a las que admiro profundamente por atreverse a hablar desde su ‘cuarto compartido’), me ha dado la perspectiva y el acompañamiento que necesitaba para emprender un trabajo difícil, que podría resultar incómodo o polémico en algunos de sus aspectos más íntimos.
Se trata de temas de los que hace falta hablar y que empiezan a ser tenidos en cuenta en el ámbito cultural y también en un movimiento feminista, cada vez más poliédrico e integrador, capaz de asumir las realidades diversas de los distintos tipos de mujeres, madres y personas con capacidad gestante/lactante. De hecho, en los últimos años se puede rastrear fácilmente en España el interés por debatir sobre las maternidades feministas, las violencias específicas ejercidas sobre madres y criaturas, la crisis de cuidados, etc. Muestra de ello es el surgimiento y rápido crecimiento de la Asociación PETRA Maternidades Feministas, de la que formo parte, o la abundancia de literatura reciente sobre estos temas.
El proyecto Desapego está compuesto por un conjunto extenso de piezas en diferentes formatos (imágenes fotográficas, vídeos e instalaciones) en las que reflexiono sobre la experiencia de la maternidad propia desde un punto de vista no idealizado, dejando constancia de las contradicciones y desafíos que supone esta oportunidad ofrecida por la vida para cuestionarnos y crecer.
El título se refiere al proceso continuo de separación experimentado desde el momento del parto (o unos meses después, si se respeta la diada). Cambios de fase, adaptación contínua y despedidas. Una evolución necesaria y liberadora, que también supone mucha confusión y ambivalencia.
Hay que destacar que, como estrategia performativa y visual, decidí no cortarme el pelo desde el nacimiento hasta el fin de la etapa de lactancia materna que, en este caso, fue de cinco años. Esa melena larga, trabajosa, incómoda, exuberante y bicolor, funcionó como símbolo del vínculo y de la maraña existencial que supone la experiencia materna durante los primeros años de crianza. Finalmente mis hijxs me cortaron esa melena, tras el último contacto de sus labios con mi pecho.
La mayoría de estas imágenes fueron tomadas durante el año 2020 de una forma bastante espontánea y precaria entre mi residencia habitual y la casa de mis padres, donde pasamos el período de confinamiento. Además, en enero de 2021 realizamos cuatro acciones en el MARCO que dialogan con piezas de lxs artistas Marina Abramović, Yoko Ono, Zhang Huan y Masahisa Fukase.”
Este proyecto ha sido posible gracias al apoyo de muchas personas. Por supuesto del MARCO y su personal que me ha hecho sentir como en casa. De esxs amigxs que me asistieron cuando se lo pedí: Roberto Alonso, Carolina González, Diego Fernández, y especialmente David Hernández y Álex Penabade, que hicieron posible las cuatro sesiones en el MARCO.
Y a mi familia, como es obvio, les debo todo.
Andrea Costas Lago