Borrador para una exposición sin título
Como primer enunciado sobre la obra de Cabello/Carceller, el vestíbulo de acceso a la muestra se presenta como sala de lectura, incluyendo documentación y referencias bibliográficas, acompañadas de una cronología subjetiva y militante en relación con los movimientos y la teoría del género a escala internacional.
Este arranque de la exposición, al estilo de las grandes retrospectivas, ha de ser entendido como una declaración de intenciones. Por una parte, indica la necesidad de un espectador activo como lector, dispuesto a “perder el tiempo” en el museo, sabiendo además que toda lectura es una mala lectura, ya que crea una diferencia significativa con respecto a las intenciones de sus autoras; una desviación estimulada y acrecentada por el resto de la exposición.
Por otra, la cronología resalta hechos del pasado con respecto al presente, yuxtapone los “hitos” de una trayectoria a lo cotidiano de las conquistas y decepciones de las políticas de género y sus manifestaciones culturales, en un sentido cronopolítico que rompe con el progreso evolutivo, con el orden productivo imparable del capitalismo tardío, y refuerza la visión de la cronología como una espiral en la que el futuro afecta al pasado para construir el presente.
A partir de ahí, la exposición presenta las obras como un dispositivo de representación: un espacio teatralizado basado en la repetición, la mismidad y el juego de dobles, centrales en su estética militante, donde las obras y los tiempos se yuxtaponen para poner el acento en la actualidad permanente de su aparato crítico.
La idea de temporalidad está presente en la proyección The End (después y antes), y en el Archivo Drag Models, desplegado sobre las paredes de las salas frontales, que funcionan aquí como dos lados casi reflejos, como espacios especulares, poniendo de relieve la idea de dobles sobre la que las artistas han trabajado de forma insistente. De este modo, las salas-pasillo que las conectan entre sí recogen obras más antiguas, fundamentales para entender la genealogía de su construcción como artistas, y las frontales para contextualizar todo lo relacionado con su concepción de las políticas drag.
En el pasillo perimetral, abierto en esta ocasión como tránsito entre las salas frontales y los espacios posteriores, el vídeo Libre producción de sentido registra la destrucción por parte de Cabelllo/Carceller, en la Bienal de Bucarest, de las fotografías enmarcadas del Archivo Drag Models, alertando así sobre posibles sorpresas, y acentuando el sentido de construcción/destrucción/reconstrucción de la obra y de la propia mirada del espectador.
El ámbito de la Galería, en el que se exhibe la serie fotográfica de piscinas vacías Sin título (Utopía), se expande también a través de la sala del fondo, convertida ahora en espacio diáfano que completa la muestra con varias obras especialmente relevantes: por un lado, la instalación Suite Rivolta. Una propuesta estética para la acción —con el grafitti blanco sobre blanco, la referencia a González-Torres y la coreografía del vídeo— y, al fondo, la proyección Off Escena: si yo fuera…, el proyecto realizado con las internas en Matadero Madrid, que sitúa en primer plano la cárcel como lugar de memoria. Junto a esta proyección, una versión actualizada de Come y calla (presentada en el Círculo de Bellas Artes en 1993) que muestra en pequeñas fotografías polaroid el retrato del personal de limpieza del MARCO, todas ellas mujeres, subrayando la idea de infiltración. Obras, en suma, que funcionan como cierre/comienzo de la exposición, plegando los tiempos y uniendo con brillantez las líneas entrecruzadas de la historia.
La epidemia de significación queer del espacio del MARCO sobrepasa las salas de exposiciones convencionales y se infiltra en espacios subsidiarios y en la biblioteca. Como en un cartón corrugado —donde dos finas láminas de cartón adquieren una resistencia singular gracias a otra plegada en zigzag en su interior—, es en sus vacíos estructurales, intersticiales, en la lectura entre líneas, donde la exposición desarrolla su narrativa, permitiendo la aparición de discursividades que normalmente se someten a la ocultación. Ese es el espacio para el goce y la sorpresa y de ahí lo provisional de su título indefinido: la exposición como un espacio donde cualquier punto de referencia sea un nuevo centro desde el que el conjunto tenga que articularse de nuevo, una y otra vez, donde lo queer no venga dado sino que ocurra como el indicio de un utópico llegar a ser.
Manuel Segade