“Esta exposición se inscribe en el marco de un estudio que empezamos en 2005 y que se ha centrado en investigar los usos del humor en el arte actual. Desde entonces hemos realizado tres exposiciones en las que se ha abordado el humor en la producción artística contemporánea desde diferentes perspectivas: el humor como resultado de una actitud que identifica arte y vida, el humor como herramienta para conectar con el público acortando la distancia que les separa, y el humor como vehículo o transmisor de contenidos críticos. ‘COSAS QUE SOLO UN ARTISTA PUEDE HACER’ es el último proyecto de esta serie y en esta ocasión el humor viene de la mano de lo absurdo.
La exposición reúne hasta doce propuestas, todas ellas disparatadas, doce proyectos totalmente locos. Se trata de proyectos más propios de un personaje como Sísifo que de un artista, y lo son básicamente por dos razones: por lo absurdo de la acción a desarrollar y por el esfuerzo empleado para llevarla a cabo en relación al resultado. Por supuesto, ninguna de las acciones responde a un castigo; más bien, todo lo contrario. Se trata de una decisión propia y meditada, un trabajo que cada artista desempeña voluntariamente y con gran dedicación. No importa el tiempo que se necesite para llevar a cabo un proyecto ni los medios que haya que movilizar, da igual el resultado, lo improductivo del trabajo, lo absurdo o ridículo de la acción. El artista pone un empeño ciego en su labor, emplea un gran esfuerzo, a veces intelectual, otras incluso físico. Pero sea cual sea el tipo de esfuerzo, en todos los casos este queda fuera de lo razonable [...].
Aunque sigan siendo una minoría, desde que apareció Duchamp ha habido muchos artistas que han decidido dejar de tomarse el acto creativo tan en serio, han renunciado a seguir trabajando sobre las grandes ideas para dedicarse en cuerpo y alma a las pequeñas ocurrencias. Cualquiera puede decir que ocurrencias tenemos todos, pero el artista es el único tan obstinado como para ir hasta el final y dedicarse a ellas sin importarle lo más mínimo lo absurdas o poco productivas que éstas puedan llegar a ser. El artista se destaca del resto en el momento en que es capaz de dejar la razón a un lado y seguir hasta el final.
También habría que decir que hay cosas que solo a un artista se le permiten hacer. Si las hiciera otra persona, se dudaría de su cordura; sin embargo, un artista puede hacerlas y además ser aplaudido por ello. Socialmente se les han concedido ciertas licencias bajo esa vieja excusa romántica de la locura creadora, licencias que los artistas de esta muestra y otros muchos aprovechan convenientemente para alcanzar sus objetivos [...].
Pasarse cinco días remando en el Adriático para convertirse en el primer ilegal de origen italiano que se infiltra en Albania pidiendo asilo [Piero Golia]; cavar un agujero gigantesco en la arena durante todo un día para después taparlo y volverlo a abrir al día siguiente repitiendo la misma acción durante una semana [Gelitin]; invadir el país vecino violando los límites fronterizos con un ejército de juguetes teledirigidos [Xu Zhen]; lanzarse desde un avión a unos cuatro mil metros de altura armada con una escoba para tratar de barrer las nubes y conseguir que luzca el sol en Berlín [Tere Recarens] son solo algunos ejemplos de los proyectos que se pueden ver en ‘COSAS QUE SOLO UN ARTISTA PUEDE HACER’. Después de leer la breve descripción de algunas de las acciones, es inevitable que muchos se planteen la ya clásica pregunta; ¿y esto es arte? [...].
Sería difícil imaginar estos proyectos si antes no hubiera existido el Dadá, el movimiento Fluxus, el happening o incluso el accionismo [...]. Es preciso remontarse a estos referentes para encontrar actitudes y modos de hacer parecidos a los que encontramos en esta exposición. Aunque las intenciones no sean las mismas, el lenguaje, las estrategias, son bastante parecidas. Si saltamos a Duchamp y a los surrealistas tendríamos que avanzar hasta principios de los cincuenta para encontrar los primeros referentes y algunas de las acciones más influyentes en los artistas actuales [...].
Aunque los modos de hacer y algunas actitudes de artistas actuales se parezcan mucho a las de sus predecesores, el contexto ya no es el mismo y las intenciones tampoco. Pero entonces ¿Cuál es la voluntad de las obras de ‘COSAS QUE SOLO UN ARTISTA PUEDE HACER’? ¿A dónde nos llevan con esas actitudes de vaciamiento total de significado? Hoy en día es difícil que estos artistas hablen abiertamente sobre cuáles son sus intenciones; sin embargo, es fácil ver hacia dónde apuntan sus propuestas. Aunque sigan estirando los límites de lo posible con sus acciones y proyectos imposibles no están reabriendo el debate sobre lo que se puede hacer en arte y lo que no —la historia ya ha demostrado, como decíamos, su capacidad de asimilarlo todo. Estas nuevas acciones parecen ir más dirigidas hacia dentro, hacia la propia esfera artística, aunque algunas al mismo tiempo también puedan tener lecturas sociopolíticas. Pero si hacemos el esfuerzo de leer las obras de esta muestra en su conjunto, esa lectura se aproxima mucho más a la acción de Duchamp de pintarle bigotes a la Gioconda. Son acciones que directa o indirectamente ridiculizan tópicos y actitudes del arte inmediatamente anterior, hasta de sus propios referentes, intentos de cuestionar la figura del artista en nuestro tiempo, incluso la manera de entender el arte. Se desprende, de sus actitudes más que de sus acciones, un cierto escepticismo sobre los alcances del arte, una voluntad de alejarse de las ambiciosas pretensiones del arte moderno [...].
Una de las explicaciones que hemos encontrado sobre el uso del humor en el arte tendría que ver directamente con la actitud con la que algunos artistas afrontan su trabajo, la disposición anímica que empuja al autor a emprender el acto lúdico-creativo realizando una identificación arte y vida; vida y juego. Esa identificación tiene como consecuencia que algo tan trascendental como la obra de arte acabe siendo algo tan insignificante como el resultado del juego del artista. Este posicionamiento nos resulta interesante por dos motivos: en primer lugar, por su carácter subversivo, por no regirse por los cánones de productividad por los que valoramos al individuo; en segundo lugar, por su poder relacional, por su gran capacidad para conectar con el espectador. Esta actitud relacionada con el juego es la que creemos que más se identifica con la mayoría de los artistas actuales que usan el humor. En ellas, el humor viene del juego, de la diversión de romper las reglas haciendo lo que se supone que no se debe hacer, haciendo lo que parece imposible de hacer, y por supuesto, con todo el placer de quien hace una pequeña maldad, tomándolo como un juego, sin ánimo de provocar [...].
El humor absurdo es un humor muy particular, no provocará la risa ni la carcajada. Cuando el espectador se enfrenta a una de las obras lo más fácil es que se sonría y se lleve las manos a la cabeza llevado por un sentimiento de duda e incredulidad, incredulidad al ver que haya gente capaz de dedicar tiempo y esfuerzo a labores tan improductivas como las que relatan las acciones de la muestra, incredulidad de que el sistema-arte les apoye y refuerce sus ocurrencias. No creemos que nadie las vaya a interpretar como una provocación seria, la carga cómica de las acciones lo impide, suponen un atentado contra la razón desde el humor.
Por nuestra parte, lo que nos ha interesado al reunir esta serie de proyectos es todo aquello que nos podían desvelar en su conjunto sobre la condición del artista en la actualidad, sobre las transformaciones vividas por la imagen que proyectan y la imagen del artista que el público logra asimilar. Queríamos indagar en las posibles razones que les llevan a hacer proyectos en los que lo absurdo y el humor pueden más que la razón práctica. Ahora estamos seguros de que en estas acciones está el reflejo de una nueva actitud del artista, una nueva forma de enfrentarse a su creación y de entender arte y vida”.
David Arlandis y Javier Marroquí
[Extractos del texto de los comisarios para el catálogo de la exposición]