ENTRE FRONTERAS es una muestra colectiva que habla del modo en que las fronteras definen, cuestionan y documentan nuestro mundo contemporáneo. Durante los últimos veinticinco años hemos asistido a numerosas transformaciones sociopolíticas, culturales y económicas; hemos vivido cambios en la manera de comunicarnos y en nuestra capacidad de viajar. Muchas veces, las decisiones relativas a dónde y cómo vivimos y trabajamos tienen algo que ver con el hecho de atravesar fronteras.
Los artistas y obras reunidos bajo este título analizan diferentes maneras en las que las vidas de las personas se ven afectadas por los márgenes, por los límites, por las fronteras. Nos hablan de las huellas y consecuencias de episodios del presente, narradas desde ópticas particulares. El territorio, los desplazamientos, la memoria, y la utopía, se sitúan en el trasfondo de esta muestra, que nos invita a ir más allá de lo contemplativo y nos habla de historias y conflictos, de inmigración y emigración, de realidades y ficciones, de los espacios y sus alrededores, del sentido de pertenencia, de identidades individuales y colectivas, y también de ‘tierras de nadie’, del no-lugar.
Conocemos el contenido y sabemos ubicarlo en el mapa geopolítico contemporáneo. El pasado soviético de Kirguistán subyace en la obra de Muratbek Djumaliev y Gulnara Kasmalieva; Albert Heta evidencia su origen kosovar en unas piezas que, inevitablemente, aluden al reciente conflicto de los Balcanes. El recorrido por las salas nos transporta de Este a Oeste, de Oriente a Occidente, desde las montañas sin nombre del valle de Pandjshêr, en Afganistán, retratadas por Marine Hugonnier, hasta el estrecho del Bósforo que separa Europa y Asia en Estambul y que nos presenta Ergin Çavusoglu en un paso fronterizo que es a la vez físico e imaginario.
La comisaria, Carolina Grau, ha querido ofrecer una visión de una generación de artistas que se ocupan de su historia; un arte comprometido que nos hace reflexionar sobre situaciones del presente narradas con interés documental, a veces lúdico y, en general, con la intención de representar una experiencia para hacerla visible. En este caso la frontera actúa como nexo de unión entre artistas que desde los años noventa han mantenido un enfoque crítico más allá del concepto de globalización: por ejemplo, la realidad de la inmigración y la ‘tierra de nadie’ en la instalación del suizo/griego/italiano Costa Vece, o la pieza con canciones patrióticas de distintos países, estados o comunidades que presenta la serbia Maja Bajevic. La inmigración ilegal, y las mafias que la promueven, protagonizan la obra de Guzmán de Yarza Blache, que encuentra su contrapunto en la interpretación de Jun Yang sobre su propia experiencia como inmigrante chino en Austria, y en la perspectiva más poética de Bojan Sarcevic.
En clave de denuncia, Santiago Sierra nos recuerda la historia a partir de una serie de fotografías que evocan acontecimientos políticos fundamentales del siglo XX, a través de las transformaciones del Pabellón Español en el recinto de la Bienal de Venecia. Una intención crítica como la de Alejandra Riera y Fulvia Carnevale cuando nos trasladan al territorio entre Bolivia y Argentina, donde la economía clandestina provoca desigualdad y pobreza. Reflexiones que se acercan a la crítica social, pero que también parten de la ironía para analizar conflictos lingüísticos, como Zineb Sedira cuando provoca el (des)encuentro entre tres generaciones de su familia que hablan distintas lenguas. Cuestiones idiomáticas y de comunicación, también presentes en la obra de Anri Sala, o en la particular versión de El libro de la selva en la pieza de Pierre Bismuth.
La frontera separa países en conflicto y es escenario de desplazamientos motivados por las guerras, indicador de cambios de idioma, punto de inflexión geográfico y simbólico que, en sus distintas acepciones, se sitúa en el origen de acontecimientos cotidianos. Europa ha diluido los límites entre los países miembros de la UE mientras se agudizan las políticas de control de la inmigración procedente de África. Mientras los ciudadanos de países no desarrollados encuentran en la emigración una salida, las grandes empresas localizan allí su producción para reducir costes. La misma paradoja con la que juega Sejla Kameric cuando sitúa en la entrada de la exposición dos indicadores que nos dirigen hacia un lugar u otro según pertenezcamos a la Unión Europea o a los otros.
De hecho, si pensamos en la frontera como un comienzo más que como un final, como “aquello a partir de donde algo comienza a ser lo que es”, observaremos que muchas de estas obras analizan el asunto fronterizo desde el otro lado. De l'autre côté, como titula Chantal Akerman la serie que retrata la frontera entre México y los Estados Unidos, representada en el MARCO por una de las películas que la conforman.