# 1. DEL ORIGEN DE LA IDEA
1 de septiembre 2016
De mañana y como un trabajador más, Ramón Trigo entra en Astilleros Armada en Bouzas, Vigo. El antiguo taller de carpintería, abierto sobre el triple espacio de la nave, será su lugar de trabajo por un tiempo indeterminado. ¿Cuánto? Nadie lo sabe. Mientras, Eduardo Armada será su sombra documentando fotográficamente el proceso de lo que allí ocurra. Todo es indefinición y, a la vez, claro como el agua omnipresente en el lugar.
¿Cuál es el propósito? ¿Cuál la intención? Básicamente interactuar con el lugar y dejarse llevar. Explorar, indagar en lo intrínseco del astillero y que el mismo proceso sea quien defina la línea de acción del proyecto. Ahí radica gran parte de su interés. Todo nace como crisol de energías por descubrir, sinergias ocultas de una arquitectura cuya naturaleza emociona. Una acción creativa con mayúsculas.
Ramón Trigo y Eduardo Armada llegan al astillero con puntos coincidentes y referencias comunes de acciones previas. Aun así, las características específicas del proyecto son lo suficientemente nuevas para que se genere el vértigo fundamental que cualquier mano y mente creadora necesita.
Atrás quedan Transit (2010) o Cinzas (2014) surgidos en la fábrica conservera abandonada. Para Ramón Trigo, como siempre, se trata de empezar otra vez de cero. Renacer, reinventarse. Por otra parte, Eduardo Armada ha decidido ser su alter ego. Fotografiar y quizás documentar en vídeo el proceso será su objetivo por un tiempo ilimitado. Mezcla explosiva de lenguajes y entre los dos, el Astillero.
El proyecto está planteado meses antes de septiembre de 2016. Sólo falta un pequeño y fundamental pilar: el beneplácito de la empresa. No tendría por qué ser fácil y no cuesta en exceso ver los problemas. Un astillero en actividad no es el lugar ideal para elementos ajenos a las dinámicas del día a día. A nadie le extrañaría un “no” como respuesta, pero finalmente, Astilleros Armada, de forma increíblemente generosa, da luz verde a la idea. Los astros se alinean y los vientos soplan de popa. Y la nave va, empieza la singladura.
# 2. DEL ARTISTA OBRERO
septiembre 2016 – agosto 2017
Los meses avanzan y lo que nació como una idea empieza a tomar forma física y concreta. Curiosamente los procesos del astillero y del artista no resultan tan distantes como a primera vista pudiera parecer. Ambos, partiendo de su materia prima y con el esfuerzo humano, luchan por la creación de objetos únicos que se sustenten por sí mismos. De alguna forma, plástica o físicamente deben “funcionar”, mantenerse a flote. El hundimiento es el fracaso y ni se plantea como opción. No siempre es fácil de explicar, lo abstracto frente a lo concreto.
Ramón Trigo y Eduardo Armada entran como elementos ajenos al proceso del lugar, pero en cuestión de días ya son parte de la plantilla. No hay distinción entre obreros, ya sean del metal o de lo visual, y el plan no previsto empieza a fluir de forma espontánea. Armada trata de relatar con la cámara mientras Trigo se deja llevar. Los temas van surgiendo con naturalidad y tomando forma en distintos formatos y soportes.
El trabajo documental adquiere una fuerza inesperada que sorprende a todos y lo que empezó a la sombra del proceso pictórico camina ya de la mano y en un mismo plano. La fotografía da paso al vídeo en la búsqueda de la construcción de un relato fiel y veraz del proceso. Un diálogo que se complementa, convirtiéndose ambos lenguajes en imprescindibles en su lectura conjunta y por momentos partes de un todo único.
La escala del lugar será fundamental al configurar la estructura de la obra tanto en tamaño como en cantidad. Como sin darse cuenta, todo se transforma y adapta a las dimensiones de las naves. Infinidad de fotografías, horas y horas de documentación en vídeo, así como una cantidad ya ingente de dibujos y cuadros.
El tiempo pasa pero no hay prisa por abandonar el astillero, y eso juega a favor de la obra y del proyecto que ya tiene nombre: PANTOQUE. Las estaciones se van dando el relevo una a otra y ambos artistas forman ya parte indisoluble del lugar. Los dibujos y bocetos dan paso a la pintura en papel, en tablero o lienzo. Todo se construye in situ, desde los bastidores con la arpillera hasta la obra terminada.
Finalmente, y en un proceso de búsqueda inagotable, surgen los objetos olvidados y devueltos por el mar: las esculturas. Estructuras encontradas que Trigo reconstruye y reinterpreta en un intento de reanimar su vida inerte y darles una segunda oportunidad más allá de su futuro incierto, mientras PANTOQUE llega a su primera etapa final.
# 3. DE LA EXPOSICIÓN EN EL LUGAR
septiembre 2017
Ramón Trigo y Eduardo Armada abandonan el astillero con la obra terminada y una parte del ciclo cerrada. Las temáticas se han ido configurando solas en la búsqueda de una narración continua que sugiere ser expuesta donde se creó, en el astillero. Desde lo humano —factor imprescindible— a los mecanismos, la naturaleza, la granalla, el taller, y los buques como elemento presente, una vez más los temas han surgido de forma natural. El guión se ha escrito prácticamente a sí mismo.
Obra pictórica sobre lienzo, tablero y papel, escultura, fotografía y vídeo conforman el todo de PANTOQUE. La posibilidad de llevar a cabo una muestra sobre el proyecto adquiere una dimensión inesperada. Un nuevo reto después de un año de trabajo.
La idea de una exposición en el astillero está latente hace ya algunos meses. PANTOQUE en sus orígenes y como tributo al lugar, a la familia y a los operarios. Sin embargo, nadie duda de la imposibilidad de tal acción. Un astillero en pleno proceso de trabajo no es un lugar viable para plantear una muestra abierta al público. Por otro lado, ¿es realmente necesario un público? Quizás no.
La reutilización del astillero como taller creativo durante un año ha sido un éxito. Encontrar la manera de exponer la obra en el lugar que la ha visto nacer es un nuevo desafío que va tomando forma. La muestra de la obra terminada como acto simbólico de despedida y agradecimiento al lugar parece imprescindible.
Finalmente, el formato será un acto íntimo y efímero que —ante la imposibilidad de hacerlo público— se documentará como una parte más de la acción PANTOQUE. Un paso previo a la exposición pública en la ciudad. Sin embargo, es tal la relación de la obra con el astillero que resulta difícil imaginarla fuera de su hábitat. ¿Existe un lugar ideal? ¿Debería salir PANTOQUE del astillero? Una vez más, preguntas en busca de respuesta.
# 4. DE “PANTOQUE” EN EL MARCO
invierno 2017-2018
PANTOQUE, como acción plástica, ha ido evolucionando, transformándose y adquiriendo vida propia a lo largo del tiempo. Dada la temática y tipología del proyecto, si algo estuvo claro desde el principio fue que una posible exposición debería tener lugar en la ciudad que lo vio nacer. Vigo, el asentamiento robado al mar, se sitúa desde el mismo inicio como causante y generadora de la idea original. Es de justicia devolver a la ciudad lo que, ciertamente, es suyo.
De la valoración de todas las opciones posibles, surge la idea de presentar PANTOQUE al MARCO como propuesta expositiva. En principio, dada la escala y alcance del proyecto, el espacio parece el perfecto para su exhibición pública. Con todo, una duda sobrevolará de forma constante la idoneidad de la decisión. Sólo el tiempo podrá aclarar la infinidad de cuestiones planteadas. PANTOQUE avanza y, aun con más preguntas que respuestas y vientos no siempre favorables, finalmente el MARCO resulta ser “el lugar”.
La propuesta sigue adelante y la sensación de buen rumbo empieza a ser compartida. Un nuevo proyecto que exige adecuar la totalidad de la obra al museo y, a la vez, un regreso al origen, procurando que esta obligada descontextualización permita releer PANTOQUE sin perder su esencia. Entornar los ojos para enfocar desde cerca y ver de lejos a un tiempo. Todo se reinventa y la idea inicial adquiere una nueva vida revisitada. Tras una larga y dura travesía, PANTOQUE ha decidido tomar su propio rumbo.