Hay en la trayectoria de Diego Santomé (Vigo, 1966) una actitud ante la obra de arte que nos obliga a replantearnos el sentido de muchos de los discursos artísticos de nuestro tiempo. Todo en su pensamiento y acciones gira en torno a preguntas como: ¿para qué sirve el arte? ¿a quién llega el arte contemporáneo? ¿en qué consiste ser artista? o ¿cuál es la función que el arte puede o debe desempeñar en la sociedad de hoy?
Desde un principio, cuando se plantea la posibilidad de realización de un proyecto para el Espacio Anexo del MARCO, el artista toma la decisión de traspasar los límites habituales del espacio y tiempo expositivos, de ir más allá y desarrollar una obra en proceso con varias fases consecutivas, basándose en una reflexión sobre la relación entre arte y vida, en cómo un artista puede partir de la realidad social más inmediata para dar sentido a sus obras.
El eje del proyecto, o más bien su punto de partida, es la realización de acciones con un beneficio social concreto y con consecuencias directas sobre personas y colectivos. Para ello ha destinado una parte de los recursos previstos para la producción de la exposición a la mejora de aspectos materiales en la vida de varias personas. Individuos con nombres y apellidos para cuya localización y colaboración ha contado con el asesoramiento de distintas entidades, principalmente el equipo multidisciplinar del Departamento de Bienestar Social del Ayuntamiento de Vigo. El contacto directo y continuado con los protagonistas favoreció una cercanía y familiaridad que está muy lejos de cualquier indiscreción o paternalismo, riesgos inevitablemente latentes en un proyecto de esta naturaleza.
A partir de estas reflexiones sobre la función del arte y del artista, y con las acciones desarrolladas en las viviendas de los protagonistas como materia prima, Diego Santomé construye el relato cinematográfico titulado TRABAJOS TEMPORALES, que se exhibe en la sala del Espacio Anexo.
Todo el proyecto se llevó a cabo con la rutina temporal de un trabajo de campo: reuniones con asistentes sociales, visitas a los domicilios y sedes, entrevistas, planificación de tareas, etc. Y siempre en compañía de su cámara mini DV de alta definición. La fase de trabajo en las viviendas, que se prolongó durante varios meses, se iba entretejiendo con el trabajo de grabación y post-producción de las imágenes. La muestra en el Anexo conforma la segunda etapa del proyecto, que concluirá con la publicación de un catálogo que incluya, además de textos sobre Diego Santomé y la copia de la película en dvd, una serie de dibujos realizados por el artista a lo largo de todo el proceso, apuntes en papel que completan las secuencias de este relato en imágenes.
El título TRABAJOS TEMPORALES lleva implícitos varios aspectos clave que son comunes a toda la obra de Santomé: por un lado, la idea del artista como obrero, como trabajador autónomo –la rutina cotidiana, el despertador que suena, el desplazamiento al lugar de trabajo– y también el convencimiento de que el arte lo hacemos entre todos (artistas, gestores, espectadores) y del museo como productor de cultura. Por otro lado –como bien señala Javier Pérez Buján en el texto que prepara para el catálogo, del que a continuación ofrecemos un párrafo– el sentido del tiempo, verdadero protagonista de la exposición y del relato cinematográfico, con la rutina diaria como articuladora de la estructura temporal de la narración, compuesta básicamente de cinco jornadas laborales:
“Diego Santomé optó por el camino más difícil, pero también el más lúcido, esto es, realizar las acciones, contribuir a mejorar la vida de algunas personas y, con ese motivo, realizar una pieza que trasciende el contenido de las acciones en sí. Nos habla de ellas, pero también las utiliza como material para algo más complejo: para transformar el espacio físico de la exposición en una sala de cine donde la única puesta en escena es la creación de las condiciones óptimas de proyección para contemplar el tiempo. El tiempo del proyecto, el tiempo del artista, el tiempo de la cámara, el tiempo del que mira… el tiempo que se nos escurre entre los dedos y que Diego Santomé captura, acota, resitúa y ‘esculpe’, como decía Tarkovski, uno de sus cineastas de referencia.” [Javier Buján, para el catálogo de la muestra de Diego Santomé en el Espacio Anexo del MARCO]
En apariencia, historias ‘reales’ que se articulan en un tiempo y lugar determinados, cercanas al género documental. Y sin embargo, nada más lejos de la realidad. Desde el primer fotograma comienza un fascinante juego entre realidad y ficción, compuesto por ‘ficciones de realidades’ habitadas, producidas y construidas por el artista, en el que todo lo que estamos viendo –cada secuencia medida, cada fotograma– forma parte del relato que él ha elegido contarnos. De momento, lo que se nos ofrece es un espacio convertido en sala de cine y una película de 50 minutos que condensa toda su experiencia creativa de los últimos meses. Una experiencia, una percepción de la no-realidad, una ‘habitación de los deseos’ –así se titulaba la pieza en un primer momento– de la que todos, en especial los espectadores, somos protagonistas.