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La exposición invisible

La exposición invisible

Ficha

Fechas: 
20 octubre 2006 - 21 enero 2007
Lugar: 
Planta Baja
Horario: 
martes a sábados (festivos incluidos) de 11.00 a 21.00, domingos, de 11.00 a 15.00
Producción: 
MARCO, Museo de Arte Contemporánea de Vigo / Centro José Guerrero, Granada
Comisariado: 
Delfim Sardo

Obras en exposición

La exposición reúne una selección de obras de 20 artistas contemporáneos, que nos invitan a reflexionar sobre el espacio a partir del sonido; el sonido entendido como voz o como vehículo que aporta corporeidad, asentado sobre componentes no visibles. De entre los veinte artistas presentes en la muestra, sólo dos -Stephen Vitiello, cuya obra se sitúa en el exterior del edificio, y Luísa Cunha, en el panóptico- trabajan habitualmente y casi en exclusiva con el sonido; para la mayoría, el sonido es un medio más de los utilizados para la realización de sus proyectos artísticos, enmarcados en el ámbito de las artes visuales. La muestra incluye obras ya históricas, como las de Kurt Schwitters, Raoul Hausmann, Bruce Nauman, Joseph Beuys y Luigi Russolo, o piezas site specific como la de Martin Creed en el ascensor que da acceso a las salas de exposición del MARCO, además de obras clave en la producción de artistas como Louise Bourgeois, Antoni Muntadas o Janet Cardiff, entre otros.

Como parte integrante de la exposición, el MARCO de Vigo y el Centro José Guerrero de Granada han llevado a cabo una edición de 4 CDs de la obra One Million Years, del artista japonés On Kawara, que se presenta por primera vez en España, y que continúa las ediciones realizadas por otros museos, siempre en colaboración con el artista. El viernes 20 de octubre, coincidiendo con la jornada inaugural, el público visitante podrá asistir a la lectura de las fechas en directo en la Galería 1, donde a partir de ese día se exhibirá la pieza grabada.

Presentación

LA EXPOSICIÓN INVISIBLE reúne un conjunto de obras que "hacen que el ojo se vuelva hacia adentro", proponiendo al espectador que imagine o conceptualice un espacio o una situación a partir de una vibración sonora. El sonido penetra en nuestro cuerpo de forma ineludible, inevitable, y por ello, su expansión, o la expansión de su difusión, ha penetrado también en todos los dominios de la cultura. Desde la década de 1920 el sonido grabado multiplica el acceso al sonido en diferido en relación con su producción original, permitiendo de esta forma su edición, montaje, acoplado y difusión.

De este modo, el sonido ha permeabilizado otras formas artísticas y de representación, pero también todas las posibilidades de presentación, distribución y consumo de imágenes, especialmente de las imágenes en movimiento, así como de las restantes formas y metodologías artísticas.

El recorrido que LA EXPOSICIÓN INVISIBLE propone se inicia en una zona de referencia histórica, para continuar en la posguerra y desembocar en el uso del sonido por parte de artistas contemporáneos. En términos programáticos, el fundamento de la muestra se encuentra en la búsqueda de tres ejes de referencia en el arte de nuestros días: la espacialidad, la narratividad y la transversalidad entre el campo auditivo y el campo visual.

El sonido -y, en el caso de esta exposición casi exclusivamente, el sonido de la voz humana-instaura espacios y cuerpos y los reafecta; esto es, los convierte en otros lugares, en otros cuerpos, en utopías. Se trata, por tanto, de un proceso de afección, de una ocupación del espacio a veces negra, otras emocionante y poética.

Este Museo, por ello, no está vacío.

Lo que lo llena no se ve, pero está ahí.

Síntesis del proyecto





La fascinación del arte del siglo XX hacia lo no-visual encontró en el campo del sonido –más intensamente que en el ámbito de lo táctil o de lo olfativo– un terreno adecuado para su desarrollo. El hecho de que la poesía requiera de la voz, y que el teatro también exista gracias al diálogo, pueden ser factores que en primera instancia provoquen la desviación de lo visual –el campo de actuación del arte en términos objetivos– hacia lo sonoro. En el arte del siglo XX es frecuente el uso del sonido o de la voz humana como estrategia de apoyo para conceptualizar el espacio. El sonido nos invita a situar el cuerpo en ese lugar en el que se cruzan, de modo performativo, las acciones del espectador y del artista.

LA EXPOSICIÓN INVISIBLE supone un acercamiento a esta noción de espacio como lugar físico, un área en la que el artista manipula el sonido como si de un material dúctil se tratase. La exposición, coproducida por el MARCO, Museo de Arte Contemporánea de Vigo, y el Centro José Guerrero de Granada, y comisariada por Delfim Sardo, reúne una selección de obras de artistas clásicos contemporáneos que nos invitan a reflexionar sobre el espacio a partir del sonido; el sonido entendido como voz o como vehículo que aporta corporeidad, asentado sobre componentes no visibles.

La presencia compartida de objetos, sonidos y personas en el espacio expositivo define, en la experiencia artística, un espacio que podríamos llamar escultórico, creado por la confluencia, abstracta, entre el sonido, el espacio y el cuerpo. Al unir la dimensión espacial y la experiencia sensorial, obtenemos las claves para abordar esta exposición.

Es la relación entre lo visible y lo invisible, entre la plasticidad acústica de la obra y la vacuidad material, la que define el discurso del comisario, dibujado a través de una rigurosa selección de piezas del arte del siglo XX. La evolución de la sonoridad en el campo artístico, en buena parte determinada por los avances en la electroacústica, planea sobre el amplio período que discurre entre el arte de los ruidos de Luigi Russolo, la relación música-artes plásticas de Kurt Schwitters, la poesía fonética de Raoul Hausmann y las experiencias posteriores representadas por Vito Acconci, Joseph Beuys, Louise Bourgeois, James Lee Byars, Janet Cardiff, Martin Creed, Luísa Cunha, Rodney Graham, Juan Hidalgo, Ceal Floyer, Joan Jonas, On Kawara, Antoni Muntadas, Bruce Nauman, Julião Sarmento, Michael Snow o Stephen Vitiello.

El sonido, como medio, actúa como una prolongación del espacio, adquiriendo fisicidad al permitirnos evocar una imagen. El resquicio físico, como fin, es parte de la experiencia intangible que parte del sonido y de su capacidad de crear forma, no sólo de integrarse en ella. LA EXPOSICIÓN INVISIBLE se aleja de la amplitud del concepto del arte sonoro al analizar la evolución del arte de sonido —frente al arte con sonido— interrogando la naturaleza del arte que es imposible ver, y que imaginamos en la temporalidad creada por la unión entre el espacio, el sonido, y la percepción del espectador.

Artistas

    Ceal Floyer
    Raoul Hausmann
    Antoni Muntadas
    Bruce Nauman
    James Lee Byars
    Janet Cardiff
    Joan Jonas
    Joseph Beuys
    Juan Hidalgo
    Julião Sarmento
    Louise Bourgeois
    Luigi Russolo
    Luísa Cunha
    Martin Creed
    Michael Snow
    On Kawara
    Rodney Graham
    Stephen Vitiello
    Vito Acconci

Texto curatorial

“1. La idea original para esta exposición surgió de la necesidad de dibujar un mapa de esta tentativa de las artes visuales, es decir, de ir al encuentro de la necesidad que han sentido algunos artistas de prescindir de la componente visual de su trabajo, probablemente el centro de su actividad, para poder ocupar un espacio emocional, definir un espacio físico o conceptualizar el carácter físico de la relación con el espectador a partir de lo que un sonido (por ejemplo, una voz) puede suscitar. No se trata, por lo tanto, de encontrar situaciones en las cuales la imagen se cruce con el sonido o viceversa. Tampoco se trata, como veremos, de una exposición de “Sound Art”. En el arte contemporáneo, como en la cultura audiovisual, el oído está unido a la vista casi tan indisociablemente como el paladar al olfato, si se me permite la analogía.

Lo que esta exposición intenta es reunir un conjunto de obras que hacen que el ojo se vuelva hacia adentro, para usar una antigua metáfora socrática, a partir de una vibración.

2. El sonido penetra en nuestro cuerpo de forma ineludible, inevitable (el oído es un agujero en la cabeza, extrañamente próximo al cerebro) y, por ello, su expansión, o la expansión de su difusión, ha penetrado también en todos los dominios de la cultura. Desde la década de 1920 el sonido grabado (primero en rollos, después en cerámica, más tarde en discos o cintas, hasta el sonido digital) multiplica el acceso al sonido en diferido en relación con su producción original, permitiendo de esta forma su edición, montaje, acoplado y difusión.

De este modo, el sonido ha permeabilizado todas las otras formas artísticas y de representación, pero además todas las posibilidades de presentación, distribución y consumo de imágenes, especialmente de las imágenes en movimiento, así como de las restantes formas y metodologías artísticas (lo que vulgarmente denominamos “géneros”).

En este sentido, la cuestión de la utilización del sonido en el contexto del arte contemporáneo es inseparable de otros dos temas importantes: la reproductibilidad (y las temáticas asociadas, desde el doble a la cuestión de la copia, del original, etc.) y el problema de la migración de género (del arte como una entidad “general”, liberada de los constreñimientos culturales de los diversos procedimientos artísticos).

3. La introducción del sonido es, en primera instancia, el hito más tardío de la salida del campo de la visualidad hacia otro campo, más amplio y, simultáneamente (aparentemente, también) sin reglas estéticas para su juicio. A principios de siglo, y también en la década de los sesenta, la fuga de la idea de género es tributaria de una tentativa de fuga en relación a la idea de canon, que a su vez deriva de la necesidad de destruir, o de minar, los fundamentos del juicio de gusto (y, en ese sentido, las vanguardias son visceralmente antagónicas a la posibilidad de una estética porque, en primer lugar, dudan de la posibilidad de un modelo de humanidad, y en segundo lugar, porque no creen en la posibilidad de afirmar el canon para la formulación de juicios).
 
Resta, por tanto, la afirmación de la voz como primer indicio de la posibilidad expresiva del cuerpo, tanto en una derivación que nace de la poesía (y de su formulación griega como palabra dicha y oída), como en otra formulación moderna que parte de una idea hertziana de la voz, como ocupación de espacio, simultáneamente difusión e intimidad.

Así, cuando las artes visuales utilizan la voz, sea en la Ursonate, de Kurt Schwitters, sea en la intimidad de Vito Acconci, se trata de usar una voz que instaura o establece un cuerpo, que lo fundamenta. Tampoco es ajeno a esta voz el hecho de ser proferida para su registro, esto es, su competencia performativa no es teatral. Muy al contrario, la producción de obras sonoras por artistas visuales no se sitúa, en la mayor parte de los casos, en un eje de relación con los procesos de teatralidad, digamos así, con la vocación directa de establecer un espacio de representación, escénico, en oposición a un estado de fruición en un tiempo común y compartido, sino que, muy al contrario, la voz registrada y reproducida comparte el espacio con el espectador.

4. En el caso de las obras incluidas en La exposición invisible esa condición es compartida por las piezas en exposición (y por eso podemos seguir hablando de obras “en exposición” y no solamente “en escucha”).

Así, el recorrido que La exposición invisible propone se inicia en una zona de referencia histórica representada por las obras de Kurt Schwitters, Raoul Hausmann y Luigi Russolo, para proseguir por la posguerra y desembocar en el uso del sonido por parte de artistas contemporáneos como Luísa Cunha, Antoni Muntadas, Julião Sarmento, Stephen Vitiello, Ceal Floyer, Rodney Graham y Janet Cardiff, pasando por la narratividad de Vito Acconci y Joan Jonas, la memoria presente en Louise Bourgeois, la imperatividad de Bruce Nauman, el carácter de encantamiento de James Lee Byars, la ironía de Martin Creed, el registro performativo de Joseph Beuys y el trabajo precursor de Juan Hidalgo, On Kawara y Michael Snow.

5. En términos programáticos, el fundamento de la exposición se encuentra en la búsqueda de tres ejes de referencia en el arte de nuestros días: la espacialidad, la narratividad y la transversalidad entre el campo auditivo y el campo visual.

De una forma sencilla, podríamos decir que las artes visuales se han propuesto, a lo largo del siglo XX, el establecimiento de una permanente presencia del desvío, de la deslocalización, del transporte o de la fuga, como vemos en muchos de los autores presentes que, recurriendo al uso de la voz, nos transportan a otros lugares u otras situaciones.

El sonido (y, en el caso de esta exposición casi exclusivamente, el sonido de la voz humana) instaura espacios y los reafecta, esto es, los convierte en otros lugares, en utopías. Todavía podríamos añadir que esa alteridad espacial producida mediante el sonido configura una categoría estética particularmente relevante para el arte del siglo pasado que podemos definir como el ‘extraño arquitectónico’.
 

De hecho, el espacio que se nos da para la representación a través de la experiencia del sonido es particularmente complejo, pero se sitúa muy cercano a la idea de inhóspito, en el sentido en que resulta perturbador. Podríamos incluso hablar de espacio negativo, en la medida en que su vivencia pasa a estar totalmente condicionada por un elemento que, sin ser visual, ocupa el espacio llenándolo hasta el momento en que el espectador toma conciencia de que su cuerpo está siendo moldeado en sonido, tanto física como emocionalmente.

Se trata, por tanto, de un proceso de afección, de una ocupación del espacio a veces negra, otras emocionante y poética.”

Delfim Sardo
Comisario de la exposición

Comisariado

Delfim Sardo

Delfim Sardo (Aveiro, Portugal, 1962), profesor universitario, viene desarrollando desde 1990 una intensa labor como comisario independiente y ensayista de arte contemporáneo. Entre 2003 y 2005 fue Director del Centro de Exposiciones del Centro Cultural de Belém, en Lisboa. Fue también fundador y director de la revista Pangloss, y consultor de la Fundação Calouste Gulbenkian entre 1997 y 2003. En 1999 fue Comisario de la Representaçión Portuguesa en la 48ª Bienal de Venecia. Actualmente, Delfim Sardo es profesor de Estética en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Lisboa, donde también imparte clases en los Master de Comisariado y Pintura, y docente en programas de posgrado de la Universidad Lusófona y de la Universidad Católica de Oporto. En cuanto a sus publicaciones, destacan los volúmenes Luxury Bound (Electa, Milán, 1999), Jorge Molder (Caminho, Lisboa, 2005), Helena Almeida/Pés no Chão, Cabeça no Céu (Bial, 2004) y Pintura Redux (Fundação de Serralves/Público, 2006), además de sus colaboraciones habituales para diversas publicaciones sobre arte y arquitectura, en Portugal y en el extranjero.