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Exposición Juan Giralt. Foto: cortesía MARCO / María Seoane
Exposición Juan Giralt. Foto: cortesía MARCO / María Seoane
Exposición Juan Giralt. Foto: cortesía MARCO / María Seoane
Exposición Juan Giralt. Foto: cortesía MARCO / María Seoane
Exposición Juan Giralt. Foto: cortesía MARCO / María Seoane
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Exposición Juan Giralt. Foto: cortesía MARCO / María Seoane
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JUAN GIRALT

Ficha

Fechas: 
22 septiembre 2023 - 25 febrero 2024
Lugar: 
Salas frontales y Galería B3, 1ª planta
Horario: 
martes a sábados (festivos incluidos) de 11.00 a 14.30 y de 17.00 a 21.00, domingos, de 11.00 a 14.30
Producción: 
MARCO, Museo de Arte Contemporánea de Vigo
Comisariado: 
Marcos Giralt Torrente
Comisariado: 
Miguel Fernández-Cid


El 22 de septiembre se inaugura en el MARCO la exposición más extensa celebrada hasta la fecha de Juan Giralt (Madrid, 1940-2007), conspicuo representante de lo que el historiador del arte Víctor Nieto Alcaide llamó la vanguardia desplazada –aquella que protagonizó en España la ruptura estética en tiempos previos a la transición democrática– y uno de los artistas más sugestivos y singulares de la generación pictórica que protagonizó en España el cambio de siglo.

Pintor de pintores, respetado e influyente (la huella de su desinhibido eclecticismo y de su peculiar tratamiento del espacio pictórico es rastreable en muchos artistas posteriores), Juan Giralt no ha obtenido sin embargo la proyección institucional que su brillante trayectoria merecería. La exposición que le dedicó el Centro de Arte Reina Sofía en la temporada 2015/2016 contribuyó de forma muy importante a revertir la tendencia, pero todavía hay camino por recorrer.

Formado en el informalismo de los años cincuenta, reactivo a la solemnidad, afecto al humor y al juego metapictórico, virtuoso del color, ya en su etapa juvenil demostró una voluntad de búsqueda, de huida de los estereotipos y los encasillamientos que lo llevó a experimentar con diversos lenguajes, desde el expresionismo post CoBrA al pop, desde la abstracción de pulso geometrizante a la neofiguración, de la que fue uno de sus principales exponentes en el Madrid de mediados de los setenta.

Y de esta a los ochenta, años en los que recogió velas y se apartó de la escena para explorar nuevas vías. Fue en esa década menos prolífica de su carrera cuando fraguó el estilo que definiría su espléndida etapa de madurez. Pintura en el alambre, de síntesis, de conciliación entre extremos, desembocadura y culmen de sus experimentos previos entre abstracción y figuración, entre exploración formal y gesto. Si antes había avanzado dialécticamente, incorporando en cada nueva etapa el bagaje de las anteriores, ahora los aglutina, los desacraliza, los revuelve y despoja de jerarquías en un mismo espacio pictórico. Geometría y gesto, pintura construida a la vista. Emocional y fría, abstracta y elusivamente figurativa, salpicada de palabras pintadas, de inesperados dibujos estereotipados de objetos de la vida cotidiana, de ventanas tras las que se insinúan colinas, de trozos de carteles publicitarios y láminas escolares incorporadas mediante la técnica del collage; pintura sobre pintura en la que cada equilibrio, es cuestionado, subvertido por su contrario. 

Al igual que la exposición del MNCARS, referente ineludible, la muestra del MARCO se centrará en esos años de plenitud en los que su estilo –siempre reconocible– alcanzó un peso de clásico. El espacio (las amplias salas de la 1ª planta) permitirá hacerlo en extenso, desarrollando vías que en aquella, por su menor tamaño, apenas se vislumbraban. Por ejemplo, si aquella incluía un recorrido inicial por su obra más radical de los setenta, la del MARCO arrancará un poco más atrás, en los sesenta, y llegará hasta los ochenta. Una mini retrospectiva desgajada del cuerpo principal de la exposición que, planteada como un prólogo, cumplirá el doble propósito de ofrecer un panorama más completo de su trayectoria, sacando a la luz la profunda lógica interna común a todas sus etapas, con constantes como el uso indistinto, en un mismo rango, del lienzo y del papel como soportes principales.

Documentación

La Biblioteca-Centro de Documentación del MARCO ha preparado un dossier documental, con enlaces a artículos e información complementaria sobre Juan Giralt, accesible para consulta desde la web del MARCO www.marcovigo.com en los apartados Biblioteca/Noticias y Exposiciones/Actuales.

Catálogo

Con motivo de esta exposición, el MARCO, Museo de Arte Contemporánea de Vigo, editará una publicación que, junto a imágenes de las obras, y reflexiones del artista, incluirá textos de los comisarios, Marcos Giralt Torrente y Miguel Fernández-Cid, y extractos de textos críticos de diversa autoría, publicados entre los años 1992 y 2023.

Programación para escolares

Colabora: Obra Social “la Caixa”

A partir del 10 de octubre de 2023
Horario: de martes a viernes de de 10.00 a 11.30 y de 11.30 a 13.00
Previa cita: tel. 986 113900 Ext. 100 / 986 113900 Ext. 308 / email: didactica@marcovigo.com

Talleres infantiles

Colabora: Obra Social “la Caixa”

A partir del 14 de octubre de 2023
Horario: sábados de 11.00 a 12.30 (de 3 a 6 años) y de 12.30 a 14.00 (de 7 a 12 años)
Previa inscripción: tel. 986 113900 Ext. 100 / 986 113900 Ext. 308 / email: recepcion@marcovigo.com

Información y visitas guiadas

El personal de salas está disponible para cualquier consulta o información relativa a la exposición, además de las visitas guiadas habituales: todos los días a las 18.00 / Visitas ‘a la carta’ para grupos, previa cita.

Rutas interactivas a través de la App Vigo

El sistema de rutas interactivas a través de la App Vigo permite a los visitantes acceder a todo tipo de contenido sobre la exposición (vídeos, imágenes, información específica sobre las obras), sea en el propio espacio mediante los beacons o dispositivos bluetooth situados en salas, o en cualquier otro lugar, siguiendo la ruta desde la pantalla del móvil unha vez descargada la aplicación, o a través de la web del Concello de Vigo.

RECORRIDO GUIADO POR SALAS 

Marcos Giralt Torrente, comisario de la exposición e hijo del artista, acompaña a la periodista Ana Baena (Atlántico Diario) 

Síntesis del proyecto

“Para que el cuadro valga la pena tiene que escaparse de tu control”. Juan Giralt

Control y fuga son los polos entre los que transitó la pintura de Juan Giralt.  De un lado, el orden, el afán armonizador, el impulso geométrico; del otro, las emociones, la desequilibrante expresividad del gesto y del color, la contaminación de la palabra pintada y el collage. Si en las primeras décadas de su trabajo, su pintura había oscilado entre un polo y otro, incorporando en cada etapa el bagaje de las anteriores, en su época de madurez aglutina ambos extremos, los desacraliza, los revuelve y despoja de jerarquías en un mismo espacio pictórico.

“La pintura debe profanar cualquier planteamiento teórico. Permeable a todo tipo de contaminaciones, la contradicción y la duda la enriquecen”. Juan Giralt

La pintura de Juan Giralt es ajena a cualquier dogma. Se diría que su empeño principal es ponerlos en cuestión. Allí donde sus cuadros parece que se cierran con una significación determinada, surge siempre un quiebro que descompone los equilibrios y multiplica las significaciones: Un brochazo desestabilizador, una filigrana, la contaminación sentimental de un nombre, un retrato de almoneda o cualquier otro elemento exógeno incorporado mediante la técnica del collage.

Artistas

TEXTOS Y TESTIMONIOS SOBRE EL ARTISTA

Evocación y alabanza de Juan Giralt, por Carmen Giménez

“Conocí a Juan Giralt a principios de los años 70 en Madrid. Él era uno de los artistas principales de la modernísima Galería Vandrés, dirigida por Fernando Vijande con la colaboración de Marisa Torrente, y yo empezaba mi andadura profesional en Grupo Quince, un espacio multifuncional –taller de grabado, editora y galería– que estaba muy cerca de Vandrés. Gracias a esta cercanía y a los intereses y las amistades comunes, era frecuente que quienes formábamos el equipo de Grupo Quince, asistiéramos a las inauguraciones y performances de los artistas de Vandrés y que ellos hicieran lo propio en las nuestras. No faltaba mucho para la muerte del dictador; eran tiempos exaltados, pletóricos de esperanzas, en los que casi todos los que participábamos de la efervescencia cultural compartíamos un mismo objetivo: el deseo de que la escena artística madrileña y por extensión española, pese a las limitaciones impuestas por la dictadura, no se distinguiera de la de otras capitales europeas. Cualquiera que vea fotos de la época y que se informe mínimamente de las exposiciones y de los debates estéticos que nos ocupaban concederá que el objetivo se logró.

Pese a su juventud, Giralt tenía por entonces una trayectoria considerable. Procedía del informalismo, había militado en el expresionismo post-CoBrA y desde mediados de los años 60 practicaba una figuración que en sus primeras concreciones había buscado el espejo de Bacon y luego se había radicalizado bajo el influjo del pop. De su evolución a lo largo de esa primera etapa había ido dejando constancia en sus tempranas exposiciones de Ámsterdam, de São Paulo, de Madrid…, así como en bienales y ferias internacionales: de tal forma que, a la altura de 1972, con 32 años, cuando inauguró la primera de las tres individuales que celebraría en Vandrés, no sólo era un artista experimentado, sino que tenía ya lo más difícil: un estilo y una personalidad reconocibles. El deslumbrante uso del color o la afición al juego meta-pictórico estaban bien metidos en su genética, pero asimismo una dicotomía íntima que definiría su carrera. Como decía José Antonio Moreno Galván, uno de los críticos más importantes de la época, en la reseña de su explosiva exposición de 1974, convivían en él dos ingredientes en apariencia contradictorios: ‘De una parte, un cierto geometrismo formal en las estructuras; de otra, un espontaneísmo anti formal y expresivo, a veces próximo al humor y a la caricatura’. En lo que se equivocaba el comentario de Moreno Galván era en considerar esa exposición, titulada Papeles, recortables y collages –un éxito rotundo entre los propios pintores–, el triunfo definitivo de la parte expresionista, gestual, de Giralt, en detrimento de su parte más fría y analítica. El tiempo demostraría que la dicotomía nunca le abandonaría, que a la aparente oscilación le regía un propósito secreto.

Los años 80 del siglo pasado llegaron a España como un vendaval; entraron en escena nuevos actores, desaparecieron otros y, algunos, como Giralt, se atrincheraron en sus cuarteles convirtiendo el desconcierto en una oportunidad para experimentar y romper con modos de hacer que peligrosamente podían derivar en el encorsetamiento. Yo viví intensamente esos años al frente de la Dirección General de Exposiciones del Ministerio de Cultura, comisariando exposiciones que nunca se habían visto en España o poniendo las bases de proyectos tan necesarios como el Centro de Arte Reina Sofía (1986) que más tarde se convertiría en Museo Nacional (1988). Me vi con él muy intermitentemente. Alguna vez en Nueva York con nuestra común amiga Daniela Tilkin, alguna vez con Juan Muñoz… Por lo demás, él tampoco se prodigaba expositivamente y poco a poco llegué a perderle la pista. Ocasionalmente veía alguna obra suya en Arco, pero nunca las suficientes como para hacerme una idea cabal de la evolución de su trabajo.

En realidad, no me reencontré con él y con su obra hasta la década de los años 90, a través de sus exposiciones en las galerías Bárcena & Cía., Afinsa-Almirante y Metta. Su pintura, que había mantenido el colorido eclecticismo de los 70, el gusto por el juego con la palabra pintada y el collage, se mostraba en un punto óptimo de maduración. Las viejas dicotomías habían sido superadas –tal vez ese fue su plan desde el principio–, y todos los Giralt habidos confluían en una obra deslumbrante –emocional, irónica, desinhibida, culta, inequívocamente plástica– que no se parecía a la de nadie.

Cuando Juan Giralt murió en enero de 2007, después de empalmar tres maravillosas exposiciones en la Galería Machón que lo confirmaron como una de las figuras esenciales de la generación pictórica que protagonizó en España el cambio de siglo, me quedé con la duda triste de si su inmensa talla como artista sobreviviría a la injusticia de las modas, de los reseñistas de ocasión y de las perezosas sinergias que dominan a menudo el mercado artístico. De una conversación sobre ello con Manuel Borja-Villel nació la exposición antológica de Juan Giralt que ambos comisariamos en el Centro de Arte Museo Nacional Reina Sofía en la temporada 2015-2016. Me alegra mucho haber contribuido así a que la obra de Juan Giralt gane cada día, como parece, nuevos admiradores.”

Carmen Giménez [Texto para el catálogo de la exposición Juan Giralt: control y fuga, Mostra Espanha 2021, Lisboa]

Juan Giralt, maestro, por Darío Villalba

“Creo justo insistir en que, junto a Luis Gordillo, [Juan Giralt] fue el maestro inicial e incontestable de la llamada ‘Figuración Madrileña’ con su peculiar forma dialéctica de entender la pintura: tesis, gesto, construcción, síntesis, reflexión, conjugación y conciliación de opuestos, etc. El denominador común de los artistas que emergieron de esa escuela fue, simplificando mucho, el color. Era, para aquellos que se veían implicados en ese diálogo, precisamente el color, el factor descodificante y disociante frente al acromático grupo de El Paso.

El insólito empleo del color de Juan Giralt lo coloca, fuera de toda duda, a la cabeza de la mejor sensibilidad cromática de todo el arte español de la segunda mitad del siglo XX. Sólo lo podría comparar al Tàpies jugoso, a Mompó o tal vez a Ràfols-Casamada. La paleta de Juan Giralt, absolutamente imposible de imitar por su densidad y pulcritud, me hace pensar en el mejor Bacon por su húmeda frondosidad y espeso trazo. Al pensar en Giralt pienso en violeta y verde, naranja y azul, siempre ha sido así. Usar color no es, desde luego, acumular cuantitativamente diversidad de pigmentos. Vivir dentro y fuera del color, conjugar su inimitable (por innata) espontaneidad con la más espesa autocensura de anárquica libertad, es sólo propio de Giralt. Realmente es un auténtico pintor con todo lo que esto conlleva de repulsa al virtuosismo, fórmulas o esteticismos inútiles que todos conocemos.

Juan no dibuja con el color, obliga espontáneamente a que éste se dilate con autonomía propia. Su gesto se auto-informa del anterior, y podría decir de Giralt lo que Max Ernst ya dijo: ‘La mano no olvida lo que el ojo ha inventado’.

Aun a estas alturas de mi caminar en solitario, y en clandestina obcecación, me sigue perturbando y asombrando cómo la historia presente (o la fortuna crítica de cada cual) comete insó1itas incorrecciones. Históricamente nunca ha cambiado. Afortunadamente escuelas ‘revisionistas’ lúcidas han aclarado muchos equívocos críticos, aunque bien sabemos que no hay verdades absolutas sino aproximaciones. En la dilucidación plástica cada época tiene su forma de leer el arte.

Con respecto a Juan Giralt, ¿por qué no está estudiado en el lugar que le pertenece por derecho propio estando tan próxima y viva su resolución estética? Creo que se debe a lecturas superficiales y rápidas con frívolas etiquetas, por un lado y, por otro, al propio carácter del pintor, poco amigo, por su exacerbado sentido crítico y silencioso, a autorreferencias complacientes o estrategias prácticas. Sobrevolando voces más osadas y avasalladoras, su compleja discreción y timidez le han hecho, por fortuna, ensimismarse fructíferamente en su pintura, que ahora nos muestra con absoluta rotundidad.

Me arriesgo a no poner en tela de juicio el rango y categoría de su obra y a considerarlo maestro.

Sin riesgo no hay nada, ni siquiera libertad.”

Darío Villalba [Extracto del texto para el catálogo de la exposición Juan Giralt, Palacio de Revillagigedo, Oviedo, 1997]

Los pa(i)sajes interiores de Juan Giralt, por Daniel Verbis

 

“A partir de los años ochenta Giralt pinta con la libertad irrenunciable del que sabe que la pintura ‘moderna’ tiene su origen en el collage, que lo impredecible necesita encontrar un anclaje y que la reversibilidad del espacio es una condición de lo moderno, que a través del montaje el espectador descubre otras armonías, otras consonancias menos predecibles precisamente por indeliberadas. Cada fragmento de la pintura de Giralt se gradúa naturalmente en su independencia relativa, porque el cuadro aspira a ser plurívoco. Giralt añade al paisaje abstracto un signo realista que contrarresta la extrañeza de la pintura con retazos de lo más cotidiano. La postal realista, que funciona como un atributo de cotidianeidad, comparte el mismo espacio que el trazo suntuoso, esa senda bosquejada que va sorteando el esquema geométrico, y la palabra, ese elemento tipográfico que tímidamente se deja oír en el rincón más baldío, allí donde más se percata uno de lo difícil que es convivir con el silencio (‘Cenital’, 1998). Cada uno de estos elementos no deja de ser un foco de atención que se tiene que articular con la libertad de unas reglas puramente pictóricas, unas reglas no escritas que responden a un orden precario nunca dado de antemano.”

Daniel Verbis [Extracto del texto para el catálogo de la exposición Juan Giralt, MARCO, Museo de Arte Contemporánea de Vigo, 2023]

Texto curatorial

JUAN GIRALT en el MARCO

La exposición que presentamos es la más extensa dedicada hasta ahora a Juan Giralt (Madrid, 1940-2007), uno de los artistas más sugestivos y singulares de la generación pictórica que protagonizó en España el cambio de siglo. Virtuoso del color, reactivo a la solemnidad y afecto al humor y al juego metapictórico, Juan Giralt demostró muy pronto una voluntad de búsqueda, de huida de los estereotipos y los encasillamientos, que lo llevaría a experimentar con diversos lenguajes.

Formado en el informalismo de los años cincuenta del siglo pasado, participó de la ruptura generacional con este movimiento desde mediados de la década siguiente, cuando evolucionó del expresionismo post CoBrA a una neofiguración de resonancias pop que lo convertiría, entrados los setenta, en uno de los principales referentes de la escena artística española.

Junto a su dominio del color y la plasticidad, suele resaltarse de Giralt la solidez de su apuesta pictórica, el hecho de que, sin ser ajeno a las corrientes de su tiempo, consiguiera conformar un lenguaje plenamente reconocible, en el que la abstracción y la referencia figurativa, lo cerebral y lo intuitivo, la pulcritud dibujística y la untuosidad de la pintura, la expresividad del gesto y el análisis formal de tendencia geometrizante conviven, no sin fricción, en un delicado equilibrio que parece multiplicar hacia dentro la superficie de la obra.

Esa pulsión integradora, perceptible ya en su trabajo experimental de los años ochenta, cristalizaría con toda rotundidad en sus espléndidos últimos veinte años de carrera.

Nuestra exposición repasa someramente las etapas previas de su trabajo y se centra en esos años de plenitud, entre finales de los ochenta y su muerte en 2007, en los que su estilo alcanzó un peso de clásico. La huella de su desinhibido eclecticismo y de su peculiar tratamiento del espacio pictórico, al que incorpora la técnica del collage, es rastreable en muchos artistas posteriores. Pintura en el alambre, construida a la vista, de síntesis, de conciliación entre extremos, intelectual y fría, pero al mismo tiempo fuertemente emocional, salpicada de palabras pintadas, de objetos evocados de la vida cotidiana, de ventanas tras las que se insinúan colinas, de trozos de carteles publicitarios, de láminas escolares, de fotos...

Pintor de pintores, respetado e influyente, Juan Giralt no ha obtenido sin embargo la proyección que su brillante trayectoria merecería. Con esta exposición, en la que se reúnen obras sobre lienzo y papel de pequeño y gran formato, el MARCO, Museo de Arte Contemporánea de Vigo, se une al esfuerzo por reivindicarlo.

Marcos Giralt Torrente y Miguel Fernández-Cid, comisarios de la exposición

Texto artista

JUAN GIRALT. Cuaderno de notas

“Dejo los cuadros largo tiempo en el taller, y los someto a revisiones periódicas, cambios y correcciones. Me gusta la pintura muy machacada. Los cuadros pintados sobre la tela en un proceso directo parece que conservan la vida y la energía acumulada durante las sesiones de trabajo: tienen su propia historia, mienten, ocultan cosas, a veces por un resquicio dejan adivinar lo que fueron, presumen de algo muy evidente a primera vista y, sin embargo, su razón de ser está en la elegancia con la que ocultan un banal desarrollo previo.”

Juan Giralt. Madrid, 1998

“Me disgustan los cuadros ‘pasados a limpio’”.

“Con frecuencia me sirvo en la pintura de pequeños collages. Con ello busco introducir un elemento antagónico a la estructura formal del cuadro. A veces integro viejos retratos de almoneda, atraído por la posibilidad de darles nueva vida en otro espacio, introduciendo, de paso, una contaminación sentimental a la que soy ajeno.”

“Para trabajar, procuro situarme ante la tela en un estado muy receptivo, y, así, manchando y estructurando el lienzo, espero la visita de un ‘tercer brazo’ capaz de me sorprender. Lo deseable es que estas visitas sean frecuentes, pues no hay nada peor que los tics que da el oficio, las técnicas y los procesos de trabajo.”

“La selva de la pintura es tan compleja que los pintores tendemos a encerrarnos en espacios limitados, armados con nuestras propias reglas. Hay que evitar, sin embargo, que esos códigos se conviertan en dogmas. Ninguna postura excluyente merece ser defendida. La pintura debe profanar cualquier planteamiento teórico. Permeable a todo tipo de contaminaciones, la contradicción y la duda la enriquecen.”

“Por lo general los cuadros mejoran por eliminación. Pero, como el ‘menos es más’ a menudo linda con el ‘a menos, menos riesgo’, procuro encontrar el equilibrio entre un orden muy primario y otros elementos más turbios y emocionales. El resultado es un orden que se sostiene en una geometría engañosa de líneas torcidas.”

“Siento rechazo por la carga literaria con que se adorna la pintura. Mis títulos surgen a posteriori y obedecen a asociaciones de ideas o están motivados por el uso de algún elemento evidente o subconsciente.”

“El tiempo diluye, borra o trastoca las intenciones y limitaciones con que fueron creadas las pinturas. Colgada donde quiera que sea, desnuda de todo condicionamiento, la pintura se basta a sí misma, cómplice con los ojos que saben mirarla.”

“Aborrezco las palabras abstracto o figurativo, especialmente aplicadas a mi trabajo, y aborrezco el empeño de los que quieren explicar la historia de la pintura como un desarrollo encadenado de conquistas que culminan en los vertiginosos ismos del siglo XX.”

“En el viscoso piélago de mi tiempo detenido flotan entremezclados Guston y Uccello, Mondrian y Velázquez, los grabados de Utamaro y los anónimos retratos de El Fayum. Nosotros, los pintores, merodeamos alrededor.”

Junio de 2003

+ INFO y documentación:
Juan Giralt. Control y fuga https://www.youtube.com/watch?v=OWptX9SiAPE
#MostraEspahna2021, Lisboa. Vídeo sobre la obra y trayectoria del artista, con testimonios de críticos e historiadores como Juan Manuel Bonet, Enrique Andrés Ruiz, y del galerista Adolfo Cayón.

https://www.juangiralt.com/