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ÁLVARO DE LA VEGA. El Árbol de la vida. [Ciclo METRÓPOLIS. Perspectiva urbana del arte gallego III]

Ficha

Fechas: 
22 febrero 2019 - 2 junio 2019
Lugar: 
MARCO, salas de exposición de la primera planta
Horario: 
martes a sábados (festivos incluidos) de 11.00 a 14.30 y de 17.00 a 21.00, domingos, de 11.00 a 14.30
Producción: 
MARCO, Museo de Arte Contemporánea de Vigo
Comisariado: 
Rubén Martínez Alonso


METRÓPOLIS. Perspectiva urbana del arte gallego


Con la muestra de Álvaro de la Vega, la serie de exposiciones METRÓPOLIS, comisariada por Rubén Martínez Alonso, llega a su tercera etapa. Este ciclo nació con un doble objetivo: hacer un viaje al pasado, al Vigo de los años veinte, cuando se estrenó en la ciudad la película de Fritz Lang Metropolis; y al tiempo ofrecer una visión del panorama artístico gallego actual. El proyecto comprende una serie de exposiciones individuales, como visión del presente, y una parte común a todas las muestras, como referencia del pasado.

El proyecto está concebido en dos áreas claramente diferenciadas, tanto en el montaje como en contenidos, distribuidas en los espacios de la primera planta: por una parte, la correspondiente al pasado, representada por unas salas en las que, a partir de la referencia u homenaje al film Metropolis, se procura recrear el ambiente de la ciudad de Vigo en esas décadas iniciales del siglo XX, mediante planos e imágenes de arquitectura vanguardista, fotografías y documentos de época, junto a mobiliario, objetos, vestuario y piezas decorativas de estilo art déco. En esta tercera entrega del ciclo, la parte general se centra especialmente en la era de las grandes exposiciones universales e industriales y su reflejo en el Vigo de los años cuarenta, junto a ejemplos de arquitectura de posguerra y fotografía histórica gallega.

Por otra, las salas frontales de la primera planta acogen, a partir del 22 de febrero, la exposición de Álvaro de la Vega como tercera muestra individual del ciclo.

ÁLVARO DE LA VEGA. El Árbol de la vida

Bajo el título El Árbol de la vida, la muestra reúne un buen número de piezas escultóricas procedentes de la colección del artista que conforman la gran instalación, producida específicamente para este proyecto, que da nombre a la exposición.

En línea con los objetivos y características de este ciclo, se busca una contextualización de la obra en función de las características, dimensiones, iluminación y posibilidades de deambulación en el espacio.

Álvaro de la Vega concibe El Árbol de la vida —la presentación en el MARCO de un montaje escultórico en el que el artista lleva trabajando una década— como una sola obra, una idea esencial materializada en una única pieza, compuesta por unos 375 individuos.

MUESTRA BIBLIOGRÁFICA

 ‘Fotografía histórica gallega. El país como escenario’

Durante todo el período de la exposición, la Biblioteca-Centro de documentación del MARCO acoge una muestra bibliográfica con selección de publicaciones de fotografía histórica cuyo escenario principal es Galicia. Además podrán consultarse catálogos de exposiciones anteriores en el MARCO, en las que la fotografía histórica, con un carácter más general, es eje fundamental.

INFORMACIÓN Y VISITAS GUIADAS

El personal de salas está disponible para cualquier consulta o información relativa a la exposición, además de las visitas guiadas habituales:

  • Todos los días a las 18.00
  • Visitas ‘a la carta’ para grupos, previa cita en los tel. 986 113900 / 986 113904

Artistas

Álvaro de la Vega


Álvaro de la Vega
(Paradela, Lugo, 1954) cursa estudios de Bellas Artes en Barcelona, siendo la pintura en esta fase formativa su medio de expresión habitual, con influencias de la fotografía, el cómic e incluso el graffiti. De nuevo en Galicia, comienza a explorar el lenguaje escultórico, tomando como punto de partida las figuras humana y animal. El uso de la pintura como medio para potenciar el valor expresivo de la escultura será característico de estas primeras obras en madera. Al mismo tiempo que se va consolidando su lenguaje escultórico, el artista experimenta con otros materiales, como el hierro, la cerámica o la piedra, materiales todos ellos vinculados a la natureza y a los oficios tradicionales. La interrelación espacio-obra-espectador constituirá el eje principal de su discurso artístico. Con presencia en importantes galerías e instituciones, su obra forma parte hoy de destacadas colecciones públicas y privadas.

Texto curatorial


ÁLVARO DE LA VEGA. El Árbol de la vida

El Árbol de la vida constituye, sin duda, uno de los principales arquetipos o mitemas de las grandes mitologías. Además, la inherente sacralidad del concepto se enraíza en —o entronca con— una larga tradición filosófico-religiosa, que funde en abrazo las civilizaciones de Oriente y Occidente. Alquímica piedra filosofal, elixir de la eterna juventud, el Árbol de la vida simboliza para el catolicismo aquella incólume humanidad, la de unos hombres y mujeres sin mácula, ajenos todavía a ese maldito pecado original que precipitará su caída. Sus frutos: el pan y el vino, especies éstas que, mediante la transubstanciación operada durante la consagración eucarística, se convertirán en cuerpo y sangre de Cristo.

Pero, el Árbol de la vida de Álvaro de la Vega posee una apariencia que dista mucho de la que podía presentar aquel otro árbol del paraíso mencionado en el libro del Génesis. Porque el suyo es, en realidad, un árbol caído. Las ramas ya no arañan el cielo, diabólicamente confinado en la tierra. Sin embargo, Álvaro de la Vega decide no hacer leña del árbol espiritualmente caído. Y así, su hacha golpeará con saña una madera en cuyo duramen se esconde el pecado original, asumiendo casi el papel de un verdugo que ejecutase, por mandato divino, un castigo ejemplar: desenmascarar a los responsables de la deturpación de la humanidad.

La escultura en madera

La madera es para Álvaro de la Vega mucho más que una simple alternativa. Es la substancia idónea, el material óptimo, la materia prima perfecta para la transformación. Consustancial. Por nacimiento, vivencias y cultura. Un contexto en el que la madera participa, con divina omnipresencia y desde la infancia, en las actividades humanas. Donde los niños la manipulan hasta construir con ella sus propios juguetes. Vertebral. Pues solo a través de sus anillos podrían circular las ideas fundamentales. El parentesco se va estrechando, intensificándose los afectos. Consanguínea. Y henchida, ganando tridimensionalidad, dominando el espacio, asaltando al espectador con toda su lígnea naturaleza.

El material, primero. Siempre. Inerte. Y el artista, el espectador, el recorrido, la idea y la vida, después. Cortes que son las líneas de un dibujo que, flotante, testimonia el proceso, el cortejo, la cópula y el parto. Pues así de honesta resulta siempre la relación entre la madera y el hacha, herramienta principal en los esponsales.

La memoria del material

Todas las piezas de esta opus magnum comparten memoria, viaje. Después de crecer los eucaliptos en el monte, las curtidas manos de los leñadores talan unos troncos que van a dar forma luego a bateas fondeadas en la ría. El tiempo, el mar y la oxidación de sus clavos de hierro habrán de teñir, de manera natural, la materia prima con la que va a trabajar el escultor. Madera ennegrecida, morada. Y, de nuevo, unos hachazos que, si bien no siempre son certeros, logran apurar ahora una labor en pos de los artísticos designios imbuidos por alguna musa.

Ligeros toques de pintura en ropa interior y labios femeninos, nada más. Sutil iluminación que no enmascare las cicatrices del trabajo, los golpes asestados por la herramienta, los surcos de un camino que, con suma facilidad, podríamos desandar. Un acabado, un resultado final que, en definitiva, posea la autenticidad de lo vivido.


El campo de la fiesta

Las salas son ahora el campo de una fiesta sexual que celebra la “buena” vida y a la que nosotros, por supuesto, también hemos sido invitados. El espectador engrosa, de este modo, las filas de los individuos pasivos. Pero, su pasividad es relativa. Pues, a diferencia de los personajes lígneos, frente a su grito sordo, congelado, nuestra palpitante naturaleza va a gozar del privilegio que le concede la obra escultórica.

El movimiento, la libre circulación por los diferentes espacios expositivos, la cuarta dimensión, en definitiva, será la que ofrezca al visitante una obra única a cada paso que éste dé. Percepciones particulares, singulares perspectivas que multiplican exponencialmente el valor de este trabajo. Experiencias, acumuladas después en nuestra mente como recuerdos. Almacén de imágenes e ideas al que uno puede volver en busca de inspiración, o simplemente movido por la nostalgia.

El Jardín de las delicias

¡Bienvenidos a este particular Jardín de las delicias! Un pseudo-paraíso donde sus habitantes sucumbieron al pecado. La humanidad lujuriosa precipitándose al vacío, hacia la perdición. La locura se apoderó ya de unas mentes enfermas. Un placer sexual tan fugaz como la propia vida de aquellos frutos, los de nuestro Árbol de la vida. Lascivas frutas a las puertas de la putrefacción.

Reinterpretación escultórica, por lo tanto, de un famoso e histórico tríptico. Revisión y actualización del panel central de la archiconocida pintura de El Bosco. Acto principal y único de una representación teatral que tiene al Jardín del Edén como virginal preludio y al Infierno como apoteosis necia.

Pero, ¿por qué presuponer la vergüenza y el rubor inminentes de nuestros personajes? ¿Por qué no acabar de una vez por todas con la misoginia de un relato que hace de Eva nauseabunda encarnación del pecado? ¿Y si estuviésemos delante de la representación de un paraíso humano, a salvo de culpabilidades bíblicas y penitencias cristianas? Y no en ese futuro distópico que recrea Saramago en Las intermitencias de la muerte, con el feliz desbaratamiento de una Iglesia que cimentó su próspero y milenario negocio sobre la figura de aquella Muerte que, inexplicablemente, hizo mutis por el foro. No. La auténtica tierra de promisión. Promesa de una inmortal e implacable diosa de nombre Libertad, gobernante en cargo vitalicio de su señorío en expansión. Solo así El Árbol de la vida será, por fin, El Árbol de la “buena” vida.

Expresionismo primitivista

Desde finales del siglo XIX, la fascinación por las culturas primitivas se dejará sentir en el arte occidental. Expresivas formas visuales de pueblos ancestrales tendrán un hueco dentro de vanguardias históricas como el Cubismo o el Expresionismo: máscaras de tribus africanas remotas, antiguas pinturas egipcias, enigmáticas esculturas íberas, arcaicos tótems polinesios… Atraídos por su extraordinaria libertad de expresión, las rupturistas concepciones volumétrica y cromática, o la transcendencia ritual de unos objetos en contacto directo con las fuerzas y espíritus de la naturaleza, los artistas más revolucionarios van a incorporar entonces a su producción alguno de estos referentes.

El acercamiento de Álvaro de la Vega a presupuestos primitivistas de marcado carácter expresionista responde a dos motivaciones fundamentales. Por un lado, su conexión y querencia por el pasado escultórico. Y por el otro, esa ejercida militancia ideológica, que aboga por volver a los impulsos y materiales elementales, frente a la sofisticación de un arte centrado en el conocimiento. Una apuesta por ese arte transversal al tiempo.

Infancia y paisaje interior

En la infancia germina el futuro del ser humano. Eso es, por lo menos, lo que opina el psicoanálisis, disciplina freudiana para cuyo método esta etapa resulta decisiva, pues ha de determinar la estructura de personalidad del individuo. Allá también, en su propia infancia, sitúa Álvaro de la Vega el origen de las principales influencias, su particular manera de filtrar la realidad, las claves de su sensibilidad.

Deslocalización de unas ideas sin demasiada geografía. Enmudecido mapa físico. Paisaje interior. Cultura de leñador. El niño que en el hogar alimenta el horno. Regresión a la infancia. Curiosidad infantil. Motor que hace avanzar al artista.

 

Rubén Martínez Alonso
Comisario de la exposición

Comisariado

Rubén Martínez Alonso


Rubén Martínez Alonso
(Vigo, 1980) es licenciado en Historia del Arte por la USC Universidade de Santiago de Compostela, cursando posteriormente el programa de doctorado en Lenguaje, Ciencia y Antropología en la UDC Universidade da Coruña. Con el inicio de la tesis doctoral As sociedades recreativas na Galicia urbana (1850-1936), simultaneará la investigación con la docencia en la Facultad de Geografía e Historia de Santiago de Compostela. En la actualidad, es profesor de Geografía e Historia en el IES Fin do Camiño de Fisterra. Su primera incursión literaria tuvo lugar en el ámbito de la poesía, de mano de la revista DORNA. Expresión Poética Galega, en la que publicaría a lo largo de la primera década de este siglo. Sin embargo, no será hasta 2017, con Camiño de ningures, cuando presente el primer poemario. La novela iniciática 1980 (ano cero) vio la luz en 2011, a la que seguirá A saudade do caracol en 2012. Con As escaleiras do Gran Hotel gana en 2013 la XIV Edición del Premio Risco de Creación Literaria. La última novela, Vila Suárez, acaba de ser publicada este 2019. En el área de la investigación, serán varios los estudios publicados: Imaginería lígnea de la iglesia parroquial de Ntra. Sra. del Carmen de Ferrol y El Casino de Vigo. Crónica ilustrada de la histórica sociedad de recreo (1847-1936), en 2006 y 2013 respectivamente. En el mundo del arte, ha colaborado en diversas exposiciones de pintura, como Paisaxes (Casa de Galicia, Madrid, 2009); Paisagens da Galiza (Casa da Cultura - Casa Barbot, Vila Nova de Gaia, Oporto, 2010); El bosque de favilas (Afundación, Vigo, 2011); Post industrial (Centro Cultural Marcos Valcárcel, Ourense, 2012); Naturezas (Capitanía Marítima de Baiona, Pontevedra, 2012); Mostrarte (Alcaldía, Ayuntamiento de Vigo, 2012); Xosé Luis Otero (Parlamento Europeo, Bruselas, 2013); Efímero. The intensity of the ephemeral (AXA, Oporto, 2014); Atmosferas (Fundación Vicente Risco, Allariz, Ourense, 2015), entre otras.